Los paparazzis y otros entes del corazón

El mundo del corazón está en periodo de crisis desde hace un tiempo, a la misma vez que comenzaba la crisis financiera de las hipotecas subprime y ketchup prime el corazón sufría un grave revés y el tomate abandonó las pantallas. Aún así, antes de irse dejó el pavimento de las calles de las zonas famosiles repletas de restos de la inmundicia periodística. Además, dejaron un poso de sabiduría en los telespectadores de sobremesa que difícilmente podrán olvidar, son los fenómenos de los paparazzis y reporteros del corazón.


Ir detrás de los famosos no es tarea fácil, se necesita una carrera de periodismo aprobada a duras penas y unas piernas bien entrenadas para correr detrás de coches en marcha con un micrófono en mano. Al final era eso a lo que se referían cuando decían que tenían la carrera de periodismo. ¿Cuántos reporteros del corazón habían hecho antes la prueba del 4×100 con relevos? ¡Podrían ir a las olimpiadas! Los ves detrás del coche con el micro estirado gritándole al famoso desde lejos: «¿Pero no nos quieres decir cómo estás?» Total, para preguntarles eso: Cómo estás.


Porque los reporteros del corazón no hacen preguntas importantes. Ellos se tiran once horas delante de la puerta de la casa de la Pantoja para que cuando sale alguien puedan decir: ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? Y es que después de tanto tiempo, cuando aparece alguien deben entrar tantos nervios que se te olvida que tu pregunta real era cuál era su opinión sobre la investigación con células madre. Y es que los persiguen por todos lados, no sólo delante de su casa, sino que para preguntarles qué tal les va la vida les siguen a Punta Cana o donde sea. «Jesulinnn Jesuliin, ¡tenemos una pregunta para ti! ¿Cómo te encuentras?» «Pues yo no zé, ¡pero vozotroh me encontrái ziempre mamoneh!»


La verdad es que los reporteros hacen preguntas al nivel del que están también los famosos. No me veo a ningún periodista esperando en la puerta de casa de Paquirrín y aprovechar para preguntarle por la bajada del dólar. «Paquirrín, ¿tienes un momento? Necesitamos tu opinión sobre la crisis americana y la bajada del dólar, ¿qué opinas sobre la coyuntura política que se nos aproxima debido a los indicadores económicos del Down Jones que nos marcan una tendencia a la recesión económica mundial?» Y ves a Paquirrín mirar al periodista con los ojos bizcos pensando: «Mmmhh» Y por detrás surje un ligero humillo grisáceo saliendo por los poros de su cabeza. «¡Destructore! ¡Que soy unos destructore! ¡Dejadme vivíii! ¡Soy libre pa irme de putah si quiero cojonee!» Así no se puede, no se puede.


Así pues, los periodistas del corazón simplemente se dedican a preguntarles por su estado de salud y por sus romances. Ahí es donde están siempre los paparazzis. Hay un paparazzi por cada hotel de lujo y cada playa escondida. ¿No se deben sentir frustrados de tanto fotografiar a gente que va a fornicar y de hacer fotos de famosas desnudas en la playa? ¿Los sacan por pura envidia? «Fueron pillados camino de un famoso hotel de Madrid en el cual se estuvieron un rato» Y los famosos comentan: «No es lo que parece, simplemente fuimos a tomar algo…» Si lo butaneros nunca han tenido credibilidad con una frase semejante, los famosos menos.


Los paparazzis no necesitan más carrera que la de espía profesional y la de escalador. Para poder encaramarse en los cocoteros de las playas paradisíacas para filmar a las famosas. Que hubo uno que se subía tan bien a los árboles que los monos de Gibraltar lo denunciaron por intrusismo profesional. ¿Diferencias entre voyeurs de playa y paparazzis? Que los paparazzis cobran por ello. Ya los ves con la cara llena de babas buscando a la famosa. «Ggg, Pataky, ahora te veréeeghh» Y no quieras saber cuando suelta las manos para coger la cámara con qué se aguanta en el árbol. No lo quieras saber.


El caso es que por suerte para los famosos y para la salud mental de la televisión, estos programas están de bajón. Los del Sé lo que hicistéis les han dado tanta caña que al final no van a tener videos de programas para poder criticarlos, se están hundiendo.