¿Ande andará?: Los aerolitos

Hoy, día 28 de diciembre de 2006, día en el que todo el mundo intenta colar sus inocentadas varias, os voy a hablar de los aerolitos. Sí, todo el mundo hoy está diciendo que deja su blog, que la SGAE se pasan a las Creative Commons o que Apple se alía con Microsoft. Todas son noticias muy creíbles, bueno, menos la primera. Yo este año voy a cambiar, más que nada porque hacer una inocentada a estas horas de la tarde no colaría ni al más ingenuo de los ingenuos. Así que he decidido hablar de una inocentada que no llegó a serlo porque no pasó el 28 de diciembre. Os hablo de los aerolitos.


Para poneros en situación. Todo esto pasó hace casi 7 años en un país como el nuestro: España. País dado a este tipo de cosas. De repente, un día, cayó un aerolito en un pueblo del país, no sé exactamente cual fue porque misteriosamente todos los datos del fenómeno han sido borrados como diría Iker Jiménez. Bueno, la verdad es que mi búsqueda por hemerotecas virtuales ha sido la justa y he encontrado una noticia de El Mundo del año 2000. Entonces una comisión científica buscaba el origen de los aerolitos mientras aparecían nuevos por toda España. Sólo faltó que alguien sacara el plástico del congelador con los cubitos de hielo diciendo que era un aerolito que le había caido del cielo…


Los telediarios dieron una cobertura increíble a este fenómeno social que ríete tú del efecto 2000 que se daba por aquella época. Primero apareció uno, salió por todas las noticias como una noticia de sucesos normal y corriente. Ya se sabe, el típico pueblerino con boina y palillo en la boca diciendo: «Jiii» (Un sí gritando mucho) «Ge ha caido allá abahoooo, me lo he encontrao yo aquí pastorando laj cabricas, taba congelao el jodío, ma dejao lah manoh fría fría, toca toca, ayyy que te pongo frío el cuellico reporteraaaahh» Y a partir del día siguiente empezaron a aparecer aerolitos por toda la geografía española. En Valencia, Madrid, Andalucía… Por todos lados. De distintos tamaños… Incluso llegó a aparecer uno con forma de botella de Coca-cola de 2 litros. Ya se sabe, estos cometas son de un caprichoso…



Las investigaciones no cesaron, veías las noticias y aparecía la presentadora, que por aquellas fechas aún era Letizia y soltaba: «Se han dado casos de aerolitos en Alcudia, Dos Hermanas y… ¡Felipe guapo! ¡Te quiero! Perdón, se han dado casos también en Vall d’Uxó, Torres de Cotillas y ¡Ouch! Perdón, me acaba de caer uno en la cabeza. Última hora, Aznar tiene también un aerolito en casa». La gente no daba crédito a lo que pasaba y llegó un punto en el que todo el mundo iba por la calle con casco por lo que pudiera pasar. Alguno soltaba: «No había visto una granizada tan rara en mi vida».


Se convirtió en un fenómeno social. Ya parecía que si no tenías un aerolito o habías visto alguno no eras nadie, y en Internet llegaron a proliferar las webs que explicaban en sencillos pasos como crear desde 0 un aerolito en tu casa. De un día a otro casi había más aerolitos que personas en España. Lo raro es que no se hubiera creado alguna empresa de venta y distribución de aerolitos por el país. «Disponemos de las mejores avionetas, lanze un aerolito en casa de su vecino cabrón, no lo dude, no dejamos pruebas, ponga un aerolito en su vida». Pero no triunfó la idea al final.


La moda se pasó, se disipó con el aire tal y como llegó, dejando todas las dudas e incógnitas en el ambiente. ¿De dónde venían esos aerolitos? ¿Llegaron a ser reales de verdad? ¿Eran todos montajes del gobierno de la época para que nadie se fijase en lo que estaban haciendo con Pinochet? ¿Alguno había caido del cielo? ¿Eran todos de un tío de una empresa de nieve artificial que estaba aburrido? Estas dudas perdurarán en el tiempo…


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