Las ofertas de los supermercados

Supongo que muchos de vosotros habréis ido alguna vez a un supermercado a comprar, aunque sea a buscar una lata de atún para que vuestra madre haga algún aliño. Esto, que puede parecer una tontería, efectivamente, lo es; y es más, a veces es cierto. A veces hay hombres mayores que se les nota la falta de experiencia dentro de los súpers ya que van más perdidos que Nuria Bermúdez en la ceremonia de los Premios Nobel. Con eso os lo digo todo. ¿Os la imagináis? «¿Y aquí donde se va para enseñar las tetas?» Y todos los candidatos a premios mirando con cara de deseo y la baba caida…


En fin, a lo que iba, el caso es que cuando vas a comprar a un supermercado lo que más se fija la gente es en las ofertas. La gente no compra por calidad del producto, porque le guste más o porque lo anuncien más en la tele, que también los hay. La mayoría elige un alimento porque esté más barato, simple y llanamente por eso. Si no, ¿cómo hubieran triunfado las marcas blancas de algunos productos? Porque hay algunas cosas como los yogures que se pueden comer de marcas blancas, ¿pero alguien ha tenido el valor de beberse el aguachirri que era la leche Alcosto? Por favor…


Así que llegamos al punto de que si una marca quiere vender más de la cuenta algunas veces ha de recurrir a la oferta. Lo que pasa es que hay supermercados que la oferta la hacen mucho más complicada que los demás y al final te puedes meter un lío de cohone. Sobre todo si eres el hombre mayor del principio que no se entera de nada.


Y es que a veces parece que haya que tener un máster en Massachusets más un postgrado de alimentación más siete mil clases de marketing y tropecientas miradas una y otra vez a la oferta en cuestión. ¿Por qué? Porque forman unos líos que las señoras mayores acaban echando humo por el cerebro. Si es que llegan, y para comprarse un Dan’up ven la oferta: Compre 3 y pague 2. Vale, perfecto. Peor sería que comprases dos y pagases tres, que es lo que haces cuando vas a un bar, que te bebes dos coca-colas y es como si estuvieses pagando un pack entero o incluso el camión, si me apuráis.


El caso es que ya no es un compre 3 y pague 2. Ya es, coja 2 y la segunda unidad le sale a mitad de precio, pero no le dejamos claro que la primera es al mismo precio de siempre, si lo combina con la leche pascual le regalamos una pelota de tenis, ¿dónde va sin pelota de tenis? Pues a ningún lado, si además tiene en cuenta que con el caldo de pollo combinado con un bote de ketchup le regalamos unas bonitas palas para jugar en la playa. También regalan una botella de cava si tienes el ticket de compra y la tarjeta oro mezclada con la tarjeta cliente del socio número 1000 que si llega a comprarse un paquete de espaghettis al precio normal le sale a 1,71, pero si tiene la tarjeta le sale a 1,51; y le ponemos el precio de la tarjeta más grande para que se líe usted más, y si además le decimos que está al precio mínimo recomendado y si lo encuentra más barato en otro sitio le devolvemos 10 veces la diferencia, que ya me dirás tú si lo encuentras que vale un céntimo menos te devuelven… ¡Uau! ¡Diez céntimos de euro! ¡Que salga todo el súper que les invito a una ronda!


Así que imaginaros en esta tesitura a una mujer mayor, se perdería en cuestión de segundos y luego arman los follones que arman en la caja. ¿Por qué? Porque se pierden, y es que cada día las ofertas del súper son más difíciles de entender…