La hora de hacer un examen, cómo afrontarlo

Bueno, al hilo de la historia del otro día en la que os hablaba como estudiamos los estudiantes universitarios, hoy os hablaré de cómo afrontamos un examen. De estas pruebas infernales que nos hacen hacer para probar si sabemos o no sabemos de una asignatura en concreto. La verdad es que juegan con nuestros sentimientos y nuestra voluntad, todo por contestar a las preguntas más absurdas que se le pueda ocurrir a un profesor universitario.


«No, es que lo hacemos por vuestro bien». ¡Y una mierda! Los profesores disfrutan viendo sufrir a los alumnos, ponen caras de malo mientras tú estás haciendo el examen y a la mínima que pueden te intentan humillar. Esto es una historia real, que me contó un amigo mío. En un examen de universidad, de Ingenieria I., o para no dar más pistas de I. Industrial. Pues bien, resulta que a un chaval no le fue muy bien el examen, fue a entregar y era sólo un folio. A lo que el profesor le preguntó: «¿Te lo grapo?»


Si eso no es regomeyo y resquemor que baje Dios y lo vea. ¿Pero esto que es? ¿¡Qué clase de humillación es esta!? Y así a múltiples preguntas. Tú cuando vas a un examen estás nervioso, las preguntas las ves borrosas, no acabas de entenderlo todo, ya se sabe, lo dijimos el otro día. No estudias nada porque la sociedad no te deja. Y tu cabeza menos. Así que ante una duda extrema, los nervios te acechan y al final atinas a preguntarle a un profesor: «Oiga, esto que pone aquí, ¿a qué se refiere?». Y entonces el profesor te contesta la frase típica y comodín: «Esto lo debería usted saber ya». ¡Vamos no me jodas! Lo peor que te pueden decir en un examen es que deberías saberlo, y a lo mejor el profe no te contesta porque no tiene ni puñetera idea ya que esa no es su asignatura.


Que esa es otra, lo de poner profesores que no dan la asignatura en la que están de vigilantes es de juzgado de guardia. Pero no lo tendremos en cuenta. Porque aquí, ¿qué veníamos a explicar? Pues como afrontar un examen. Sí, amigos. Puede que sea tarde porque ya hayáis acabado como yo, pero si aún os quedan exámenes estáis a tiempo de seguir estos magníficos consejos.


El consejo más importante que tenéis que tener en cuenta, valga la rebuznancia, es la de no encontrarte con gente conocida por el camino. No. Importantísimo. Siempre, por Ley de Murphy indemostrable, siempre se sabrá algo que tú por esas casualidades de la vida, no te has estudiado. Y encima te mirará diciéndote: «¿Cómo? ¿Que no te has estudiado el apareamiento de los bits machos? ¡Pero si eso vale 5 puntos en el examen!» Así que lo mejor es no encontrarse a nadie por el camino, y ya te lo encontrarás de sopetón en el examen cuando veas la pregunta: «Explique las diferentes fases del apareamiento de bits machos. Divida cada fase en tres y explique las razones para que un bit inerte fornique con otras bits».


Efectivamente, tú de esa pregunta no tenía ni puñetera idea. Vamos, ni tú ni nadie. Pero es que los profes a veces son unos cachondos. También es importante no encontrarte a nadie que te diga que lo lleva fatal. Porque luego saca un nueve y aún te jode más. Que tú no quieres mal a nadie, pero es que a nadie le gusta que le engañen, y si ver que tus amigos suspenden también, es como confortante, ver que te dicen que les va mal y aprueben es para cargárselos. De buen rollo, eso sí, pero para cargárselos. Por mentirosos.


Así que una vez esquivados los escollos humanos. Deberás afrontar el peor, el papel en blanco del examen. Esos momentos de tensión en los que escoges sitio, lo más atrás posible, por si hay que copiar. Pero piénsalo bien. Atrás del todo se colocan los que quieren copiar, es decir, no tienen ni idea. Como tú. Así que si copias algo, lo más probable es que esté mal. Y si te pillan aún peor. Es decir, mejor no copies, que todo son desventajas. Luego el profesor repartirá folios en blanco para que hagas el examen. «Coged tres». Dirá. Y tú: «Pues yo cojo siete, pa’ revolucionario yo». Porque nunca se cogen los folios que dice el profesor, siempre se cogen más.


Luego te dan el folio con las preguntas. Que a veces te dicen: «No le déis la vuelta hasta que yo diga». ¿Qué pasa? ¿Que explota antes o algo? Supongo que será para que no te asustes tan pronto, cuando veas que de las preguntas que hay la mitad no te las has estudiado, y la otra mitad es el puto apareamiento de bits machos. Así que te dispones a suspender. Te pones a dibujar garabatos y haces ver que escribes para irte a la media hora sin entregar, porque hay que tener bemoles para entregar un examen sin nada escrito, o con dibujillos. Aunque hay que tenerlos más gordos para entregar un trabajo sobre agujeros negros con fotos de culitos.com. Eso también es preocupante.


De todas formas, no siempre vas al examen sin saber nada. Hay veces que sabes algo, y vas haciendo. Pero siempre ves al de delante escribiendo sin parar. Que piensas, «¿que escribirá el tio este? ¿Está haciendo un libro? Y no para… Míralo, ya va por ocho folios. Este está contando su vida fijo.» Y no, ese tío sacará un 9, aunque sea porque los profes corrijan al peso. Ya se sabe, en según que carreras dicen que mientras más folios más nota, y van por peso, ponen el examen en una báscula y así va la nota.


En fin, que como no tienes más remedio, pues al final tienes que hacer el examen. Contestar a lo que puedas, mantener el tipo, afrontar los nervios e intentar aprobar y hacer algo por tu vida futura. Eso sí, siempre te quedarán las chuletas, esos magníficos folios repletos de apuntes en letra minúscula con cosas que tú creías importantes y que iban a salir en el examen. Sí, lo que pasa es que muchas veces cometes el error de apuntar precisamente lo mismo que has estudiado… Y… ¿Quién te iba a decir que los profesores iban a preguntarte sobre el método de apareamiento de bits machos?