Entrevista al tío que hizo la melodía de Renfe

Muchos de vosotros habréis viajado en tren y metro muchísimas veces y jamás habréis reparado en la pequeña melodía que suena cada vez que llegamos a una nueva estación. «Tu tu tu tí tu tutú, próxima parada El clot – Aragó» Os hacéis una idea, aunque sea por escrito, por suerte para vosotros; si tuviera que hacer ese soniquete con la voz probablemente estariáis escondiendoos bajo la vergüenza ajena. Seguramente nunca os habréis preguntado, o sí, quién compuso esa pequeña melodía. Quién tuvo semejante talento para dejar en ínfimas notas un sonido tan especial que quedase marcado a fuego en la mente de los usuarios treniles. Pues bien, tengo el honor de presentaros al autor: Carmelo Día Hermosilla. Muchas gracias por atendernos.


Carmelo Día (CD): Gracias a ti por darme esta oportunidad de darme a conocer al gran público.
Morri (M): El honor es mío.
CD: No, sin duda el honor es mío, y un placer estar aquí.
M: Insisto, el honor, orgullo y satisfacción, es mío.
CD: El mío es…
M: Bueno, ya es suficiente, que esto parece una entrevista de Buenafuente. Vayamos al grano. Lo primero que los lectores de El mundo está loco se estarán preguntando es, ¿cómo surgió la idea de componer una sintonía para Renfe?
CD: Pues menuda pregunta más gilipollas. Me lo encargaron y dijeron, «haz cuatro notas» y yo las compuse. Me senté en mi banquito, cogí el Casio que me regalaron en la primera comunión, pusé el modo Samba, luego el Mambo, etcétera, hasta que vi que ninguno valía para nada y entonces surgió la inspiración.
M: Para ser una pregunta tonta se ha extendido usted una barbaridad. Así pues, ¿la melodía de Renfe se compuso con un Casio de toda la vida?
CD: Hombre claro, no he visto mejor instrumento en la vida. Para mí, el triángulo y el Casio son lo más.
M: Interesante. Probablemente el público querrá saber qué más ha compuesto usted, que es una figura contrastada en el mundo de las pequeñas melodías.
CD: Bueno, nosotros la llamamos música minimalista, ¿sabe? Tiene su dificultad. Está muy poco comprendida por el público, pero ya verá cuando triunfemos en los politonos ya. A lo que iba su pregunta, yo he compuesto grandes hits como la melodía del metro, el clinc de los ascensores de los hoteles pijos, los clink-clink de las antiguas máquinas registradoras y el ligero sonido que hace el billete de metro al picar el viaje.
M: ¿Ese sonido también?
CD: Sí, y no sabes lo que me costó condensar el maravilloso sonido de un Re sostenido con el sonido Bossa Nova. Al final tuve que dejarlo en un clink básico muy bien afinado.
M: Me deja usted anonadado. Entonces usted cobrará un dineral de royalties.
CD: Por supuesto, la SGAE me tiene como socio predilecto. Cada vez que suena una parada en cualquier tren yo gano dinero. ¿Sabe? Como soy tan fanático de mis minimalistas melodías, cada vez que suena una parada en el tren, en mi casa suena un clink-clink del dinero. Es tan emocionante. Mire, la piel de gallina se me pone.
M: No, si a mí también. Usted puede vivir de esto para los restos.
CD: Sí, pero a mí me gusta componer, no paro, todo el día estoy disfrutando de los ligeros sonidos de la naturaleza. ¿No oye? Es el ligero cuclinc clun de la entrada de la farmacia. Maravilloso.
M: ¿Esto también lo…
CD: Ti tu ti taa tuturu tuuu, tati ti tití
M: ¿Perdón?
CD: Ay, perdona, es que a veces mi trabajo me absorbe y estoy todo el día creando, ¿sabe? Ahora estaba afinando mi nueva melodía para las paradas de los taxis.
M: ¿Para los taxis? Si nunca han tenido melodía.
CD: Pero ahora sí. Solo falta estar afinado, a ver cómo uno el sonido de una parada, con el ligero clinc del taxímetro y la voz potente de un taxista. ¡Ta ti tuti titi tutú gró! No, así no. Ta tii tutu grugrú tá…
M: Pruebe con un sonido de sable. Quizá funcione. Se baja usted del taxi y zass. Suena eso.
CD: ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! ¡Es usted un genio! ¡Ahora mismo voy a componerlo!
M: Espero que me pague royalties.


Ahí va, corriendo por la calle haciendo zas zas flas flas. No sé si es un genio de la música o un auténtico colgado. Mmm. ¿Y esa ambulancia? ¡Oigan! ¡Cuidado con esa camisa! ¡Parece que aprieta! ¡No le hagan daño! Ahí va otro genio incomprendido de nuestro tiempo.