Lo que llaman «opinión pública»

Hace unos meses fui al cine a ver el remake en marrón y personajes de carne y hueso del clásico de Disney La Bella y la Bestia. La historia era prácticamente la misma que ya había visto en dibujos animados cuando era un chiquillo, como no podía ser de otra forma, pero reparé en un detalle nuevo que no habría detectado jamás de niño. El cebo de la película y su moraleja es que la belleza está en el interior y que no importa que sea un monstruo si tiene buen corazón. Todo eso. Si baila bien un vals y tiene una biblioteca llena de libros, las garras afiladas, la ausencia de depilación y el aliento ofensivo son detalles sin importancia que se pueden pasar de largo. La película, en realidad, me reveló una nueva verdad: Da igual lo tranquilo que estés en tu casa y los pocos problemas que des a tu comunidad, siempre habrá un hijo de puta dispuesto a joderte en su propio beneficio.

Así que me quiero parar en el personaje de Gastón – un personaje que todos imaginamos puliéndose su tarjeta de crédito (risas enlatadas, esto es un blog de humor; a veces) -. Gastón es un guaperas de barrio que pretende ligarse a Bella – que además de guapa, se instruye -, pero ésta pasa de él porque es un garrulo. Con el trasiego de la película – no os voy a hacer aquí un resumen completo – Bella termina enamorándose de la Bestia y Gastón, envuelto en celos, manipula a toda la aldea para que ataquen el castillo del monstruo y así liberar a la bella Bella de las garras del bicho. La historia sigue sus derroteros, pero no quiero pararme ahí. Ya la habréis visto y sabréis lo que pasa. Lo que a mí me hizo reflexionar fue precisamente la forma en la que el vil Gastón crea una preocupación nueva en el pueblo y lo que hasta entonces era irrelevante, se convierte en un problema por el que la gente está dispuesta a matar.

¿No es así como funciona toda la prensa del mundo? Gastón no es más que la representación de tu prensa de cabecera. A veces la prensa tiene su propia agenda, como podría ser este personaje; a veces viene de un poder superior. Da igual. El funcionamiento es exactamente el mismo. La gente vivía feliz sus vidas ajena al castillo de la Bestia. Era una historia antigua, estaba lejos y a nadie le preocupaba lo más mínimo. Dejaban a la Bestia con su desgracia en paz. Cuando los acontecimientos se precipitan, Gastón les cuenta a todos lo terrible que es el monstruo, que se los comerá a todos y destruirá sus casas. De esa manera, Gastón inocula el miedo en la gente y consigue que hagan exactamente lo que él quiere: ayudarle a destruir al bicho que se interpone en sus objetivos.

Eso es lo que se termina llamando «la opinión pública» que cada cual arrima a sus intereses. «Es que la gente está deseando esto», «la gente pide una respuesta a lo otro», «la gente quiere un nuevo aeropuerto en nuestro pueblo de siete habitantes», cuando todos esos problemas se han generado mediante el uso de los medios. Sean cuales sean estos. ¿Quién se acuerda hoy de los perros peligrosos? ¿Y del ébola? ¿Ya no es un problema? ¿O de la crisis en Grecia? ¿Cada cuanto nos interesa lo que pasa en Venezuela? De repente salen encuestas sobre nuestras preocupaciones y la opinión pública simplemente ha sido Gastonizada y cuestionada en el momento concreto. ¿Bréxit? ¿Nacionalismos? Lo que usted quiera. Problemas generados ad-hoc para animar a la población a ayudar a unos intereses de unas personas muy particulares. Y ahí que picamos, con nuestras antorchitas, en busca del malvado monstruo que hace dos minutos no sabíamos ni que existía.

4 Respuestas

  1. janejubilada dice:

    Un excelente análisis, Morri. Me encantó el verbo «gastonizar». Lo usaré de ahora en adelante.
    Un abrazo.

  2. Patri.O dice:

    Oye, que nunca se me había ocurrido la analogía…muy bueno Morri!

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