Operan a un hombre de almorranas aunque solo esperaba el nacimiento de su hijo

Espero que la operación no fuera con esto

Espero que la operación no fuera con esto

Un señor chino, llamado Prin Gao, estaba en la sala de espera de un hospital aguardando el nacimiento de su hijo. Por lo visto no quiso entrar al quirófano o allí no se lleva lo de entrar a grabar esa orgía de sangre preciosa y maravillosa llamada parto. Nuestro querido Prin esperaba impacientemente hasta que por fin un enfermero se personó en la sala y dijo: «Por favor, ¿el señor Gao?». Tan impaciente estaba que se levantó sin dudar ni un momento y acudió rápido a la llamada, sin percatarse que un señor llamado Sanka con el mismo apellido también pretendía levantarse de su cojín de tres pisos que tenía en la silla. Y ahí empezó el drama.

Prin empezó a pasear por los pasillos del hospital acompañado del simpático enfermero hasta que llegaron al quirófano. Prin solo pensaba en llegar allí, abrazar a su mujer, coger en brazos a su pequeño bebé y disfrutar de sus primeros latidos en el mundo; pero la sorpresa llegó al abrir la puerta, encontrarse con unos cuantos señores en batas verdes y que le dijeran: «Bájese los pantalones». El señor Gao se quedó sorprendido. «¿Que me baje los pantalones? Pero si ella…» «Que se los baje, coño, que no tengo todo el día. Haga lo que le digamos y todo saldrá bien». Y Prin, educado, sin querer molestar, sin querer contradecir a las eminencias científicas médicas se bajó los pantalones y procedió a tumbarse en la camilla.

Pues le operaron de hemorroides. Almorranas, para los amigos. Y no porque los médicos se lo inventaran, daba la puñetera casualidad que el hombre tenía unas almorranas como puños y no se había dado cuenta. Pero claro, él no estaba ahí para esas cosas. Estaba para conocer a su bebé, su mujer pariendo un bebé y él pariendo granos purulentos. Ella tenía mejor gusto. Prin Gao declaró después que mientras estaba en la sala de operaciones oyó a un bebé llorar y se sintió feliz: «Quiero abrazarlo, pero me duele demasiado el culo» – dijo. Así que tuvo que esperar al postoperatorio mientras la mujer le decía, bebé en mano: «Lo que no te pase a ti, macho; madre mía, si tenía razón mi madre».

Finalmente le dieron una compensación económica por los daños morales sufridos, los nervios y demás; aunque los médicos se justificaban: «Yo tuve la impresión de que estábamos en lo correcto solo al verle caminar, sólo que él no sabía lo que tenía entre sus nalgas». Médicos precog, lo nunca visto. Prin ahora es feliz ya que tiene a su hijo en brazos y puede sostenerlo mientras se sienta, que no es mala cosa.

[Noticia original] [En inglés]

6 Respuestas

  1. Patri O. dice:

    Madre mía, pobrete…de verdad que con material así quién necesita echarle imaginación, nada como el humor involuntario xD

  2. reboot dice:

    Pobre Ping Gao, seguro que el enfermero, Despo Yao, se estuvo partiendo el culo una semana.

  3. Andres dice:

    jajaja que pesar del pobre ping gao, pero gano por los dos lados ya que le hicieron un favor y quedo con dinero. que buena historia para reirse uno un poco.

  1. 25/08/2016

    Información Bitacoras.com

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