Ir al dentista
Qué doloroso, ¿verdad? Es mencionar la palabra dentista y lo primero que nos viene a la mente es el dolor. Y eso que ellos también disponen de drogas blandas para dormirnos la boca y dejárnosla bien pastosa. El padre de un amigo mío – un señor de mediana edad, con barba y gafas – fue un día al dentista y se ve que después de ponerle la anestesia le dijo el doctor: «¿Qué? ¿Cómo va la economía? ¿Vamos a salir de la crisis?» Y el hombre empezó a hablar como buenamente pudo: «Pshsfh vafhph dshe aqueshsda mahfhgnera y…» Y el dentista se descojonaba con la boca dormida del hombre: «¡Mirad! ¡Igualito que Rajoy! ¡Os lo dije!»
Tienen su chispa los dentistas, les gusta el humor. Porque saben que tienen el poder, que vamos allí con miedo a sufrir dolores espantosos e insoportables. Hay gente que es incapaz de ir al dentista por esos miedos y los psicólogos le han puesto un nombre y todo: odontofobia. Tienen miedo a salir mellados de allí, como si los odontólogos sacaran las muelas por gusto. Excepto al doctor Alfredo Pérez que le gustaba que le llamaran Ratoncito. Ibas a hacerte una higiene y salías como el cuñao.
Pero en general los dentistas son afables y buena gente. Además hay nueve de cada diez que recomiendan los chicles sin azúcar; por una oveja negra no vamos a condenarlos. Yo una vez fui a un dentista que tenía caramelos en el mostrador. Con azúcar. De los que se enganchaban a los dientes. Parece que no tenían suficiente clientela. Seguro que hay más por ahí que dan malos consejos para que luego vayas a verlos, como Joaquín Mellado: «¿Lavarse los dientes después de cada comida? Baah, eso son leyendas urbanas. Con una vez al mes es suficiente». Y sus clientes tenían el aliento tan fresco como el de un dragón.Así que sus clientes – y bueno, en general todo el mundo una vez al año – van a hacerse higienes bucales. A todos les hacen lo mismo: les ponen su baberito y luego un tubo aspirador que se llevará todas tus babas hacia no se sabe donde. ¿Dónde van las babas de nuestras higienes bucales? ¿Las reciclan? ¿Pueden ser equivalentes a la baba de caracol para el cutis? ¿Qué pasaría si por un casual ese tubo sufriera una inversión y de repente volvier hacia nosotros… NO. Mejor no pensarlo.
Y después nos cincelan. Usan unos aparatos metálicos que se dedican a rascar nuestros dientes y encías hasta que sangran a muerte – dependiendo del caso que le hubieras hecho al doctor Mellado – y hacen un sonido como de platos rayados. Hasta tal punto que en vez de ir al dentista crees que te han metido en la matanza del cerdo. Sangre y ruidos desagradables. La odontofobia está creciendo en vosotros, lo sé. Pero para mí lo mejor de todo esto es que mientras te están removiendo los dientes… ¡Te dan conversación!
– «Oye, pues como te iba contando, ¿tú eres de por aquí cerca?»
– «Bfffsfhg»
– «Ah, ya. No eres de por aquí, ya me parecía que no te tenía visto. ¿Y de donde eres?»
– «Fsafslñuggurffhfsdfdh»
– «Vaya, de la Costa Brava. Qué guay. ¿Y es bonita aquella zona?»
– «Buffsfsfdfdsfgh sput sput» – levantas la mano en señal de aviso por ahogamiento -.
– «Qué envidia, yo este verano quiero ir a la playa también»
¡Son como Han Solo con Chewbacca! Lo entienden todo aunque nadie entienda nada, mientras tanto tú luchas por no ahogarte entre babas de caracol y el chorro de agua que suelta el cincel. Son alucinantes.
Eso sí, donde son más chistosos los odontólogos es cuando llega la hora de la dolorosa. Más de uno se ha girado tras ver el coste de alguna intervención para comprobar si había alguna cámara oculta por algún lado y estaban gastándole una broma. Sobre todo el padre de mi amigo, después de sufrir chistes a costa de su barba y su anestesia tenía que pagar un dineral. Y casi que tras ver la factura a uno le gustaría tener al doctor Pérez y pagarle con una muela del juicio. Que da mucho por saco.
Uff nunca tuve miedo al dentista porque nunca tuve problemas en la boca …. hasta lo que acabo de leer :S
Bah, es un artículo de broma
Y yo hoy con el cague encima