¿Cuáles son las verdaderas patatas bravas?
Uno de mis deportes favoritos que no se pueden ver desde el sofá de casa es ir de tapas. Como los ciclistas. Y una de mis tapas preferidas desde que se inventaron son las patatas bravas. Me gustan mucho, sí; aunque en mis 31 años de vida aún no sé cuál es el sabor de las verdaderas patatas bravas. No lo sé. No sé si alguna vez he comido a las auténticas y originales porque en todos y cada uno de los bares a los que he ido nunca jamás me han puesto la misma salsa. ¿Qué misterio entraña esta receta?
Muchas veces me siento como si estuviera jugando a la ruleta rusa del comer entre horas: jamás sé qué me van a traer o si las bravas de este bar están buenas o no. A veces pienso que voy a pedir un plato de patatas bravas y me van a traer a un montón de patatas furiosas, con el ceño fruncido y dispuestas a embestir con algún tubérculo. Y yo toreando con el mantel. Ole, ole. Te obligan a cogerlas con una buena estocada y a la boca. Pero no, no pasa esto. Una lástima.
Lo que sí pasa es que te pueden traer unas patatas que pueden estar hechas de cualquier manera. Todas tienen en común, eso sí, su forma ligeramente triangular o cuadrada y que están fritas. Fritas hoy o fritas hace tres semanas. Pero fritas. Que a veces te traen las patatas tan lacias que a uno le entran ganas de darles ánimos o enchufarles un prozac. Pero nada, siguen igual de blandurrias que no hay quien las coma. Huid de todo restaurante que ponga las patatas bravas recalentadas. Cada vez que lo hacen lo considero una afrenta y les lanzo las patatas miura a que les ataquen. «¡Vamos, chicas!» – grito. Y me echan del bar. Normal.
Pero aunque te traigan las patatas bien fritas del día e incluso recién recogidas del huerto hay algo en lo que nunca son capaces de coincidir: la maldita salsa. ¿De qué es la salsa brava en realidad? ¿Es su receta verdadera algo tan esquivo como la fórmula de la Coca Cola? Es un auténtico misterio. He intentado informarme antes de escribir este post, un par de búsquedas en Google – mucho más que cualquier periodista de La Razón -, y he sido incapaz de encontrar la receta clásica, auténtica, verdadera, mágica o como le queráis llamar. Imposible.
A lo más que me he acercado es a algún post de algún atrevido blogger que osa titularlo con algo así: «La salsa brava auténtica» Y luego ni es auténtica ni mierda porque lo primero que dice es: «A mí me gusta ponerle pimentón y ajo picao» ¡Pues vaya autenticidad! «Os voy a hacer la receta auténtica del alioli: cogemos ajo, aceite y tres trozos de melocotón que a mí me gusta mucho» Mis cojones auténticos. Así no hay manera.
Sin ir más lejos hace poco visité un bar en el que me atreví a pedir patatas bravas y me las pusieron a la pimienta. Que no digo yo que no estuvieran buenas, pero yo había pedido unas bravas… Aunque igual era la receta verdadera y auténtica y yo no lo sabía. ¿Qué son patatas bravas? Yo he llegado a esta conclusión: patatas bravas son cuatro patatas fritas cuadradas en un plato a las que les pones la salsa que te salga de los mismísimos pantalones.
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Valora en Bitacoras.com: Google dice que esto son patatas bravas, pero igual no, que no lo tengo muy claro Uno de mis deportes favoritos que no se pueden ver desde el sofá de casa es ir de tapas. Como los ciclistas. Y una de mis tapas preferidas desd..…
[…] así los chistes malos son la salsa brava del humor. Algo picantona, inesperada y común, pero altamente socorrida en cualquier situación […]
[…] dos les salía muchísimo más barato que coger el tren! ¡Y con el sobrante podrían pedirse unas bravas, unos calamarcitos y unas cervecitas al calorcito de la Costa del Sol! Se miraron a través de sus […]
[…] como esos que se zampan pizzas familiares, tres cervezas y unas patatas bravas, pero luego piden el yogur desnatado 0% edulcorado con salvia, el café con estevia y la leche […]
[…] muy aficionados a las patatas bravas. Aún no hemos descifrado cual es el verdadero sabor y la auténtica receta de la salsa brava; pero allá donde vamos, las pedimos. Más crujientes o menos, suaves o picantes hasta desgajarte […]