Historia de un nacimiento

Tal día como hoy, hace 22 años, estaba yo dentro de la barriga de mi madre. Se estaba cómodo, la sensación era parecida a la que sientes si te metes debajo del agua y te dejas llevar colocándote, como el propio nombre indica, en posición fetal. A pesar de estar tan cómodo allí metido, me picó la curiosidad. Empecé a mover las manos y vi como se abría un pequeño agujerito, un agujerito por el que intentaría salir para luego tirarme toda la vida intentando entrar de nuevo…


Empecé a notar que se alteraba todo lo de fuera, que la gente hablaba y decía cosas, pero no conseguía entenderlas. Aún no sabía castellano. Pero sí empecé a ver como unos colores raros que no había visto nunca. Eran las bragas de mi madre. Se movían mucho así que supuse que estaba caminando y que ibamos camino del hospital, pensaréis que cómo sabía que íbamos al hospital si aún no había nacido. Esta claro, ya había ido muchas veces a salir en ecografías, yo saludaba y todo a la cámara cuando pasaba el aparatejo el médico… Las primeras ecografías artísticas.


Así que yo proseguí abriéndome camino por aquel agujerito que se iba abriendo, y ya veía otro tipo de luces, por fin mi madre se había despelotado. ¿No le daba vergüenza que le viese el médico? Me preguntaba yo. Yo seguía abriendome paso con las manos y sacando la cabeza como podía, iba empujando con fuerza, a la vez que empezaba a notar que allí olía un poco como a pescadería… Ya se sabe lo que pasa en los partos…


Después de todo el esfuerzo realizado salí ensangrentado de dentro y veía una cosa larga que me colgaba por la parte de abajo. Era el cordón umbilical (mal pensados) que me unía a mi madre, vino el médico y lo cortó, menosmal que no se equivocó de cosa colgante… Me cogió y me dio una torta en el culo. Me cagué en toda su familia y eso que no lo conocía, ¿qué hacía aquel hombre pegándome? ¿Qué le había hecho yo, si acababa de nacer? Ahí entendí lo cruel que es la humanidad y lo poco sensible que es. Así que lloré y se quedó tranquilo, hasta que no me vió berrear no paró el muy mamón, qué sádico.


No me llevaron a la incubadora ni nada, pesaba 3 kilos 600 gramos y estaba muy bien. Así que me llevaron a la habitación donde chafardeaba todo lo que aparecía por allí. Todo el mundo me miraba y decía: «Oichhh, que niño más monooooo» Y esas cosas. La gente no era muy original, además hacían ruidos raros como para hacerme reir, ¡si apenas tenía horas! No sabía ni lo que era reirse…


Y así fueron pasando los días, los meses y los años, y aquí estoy con 22 años recién cumplidos, bueno, exactamente hasta las 15.00 de la tarde no los tengo, pero ya se puede decir que tengo los dos patitos, cosa muy típica de decir con los 22 años. Y esta es mi visión histórica de como nací, totalmente real.