Las despedidas de soltero

Ayer fui a la primera despedida de soltero que he ido en mi vida, y la verdad, fue como me imaginaba una despedida de soltero, excepto una cosa que luego os explicaré. Básicamente, en las despedidas, tanto sea de soltero como de soltera, los seres humanos nos dejamos llevar por los más bajos instintos, más que bajos, de la parte de la entrepierna; y hacemos el indio por la calle.


La primera clave básica de una buena despedida de soltero es el anuncio por toda la ciudad de que ese novio, el sufridor, se va a casar en breve. Y además, el crear camisetas con motivos erótico-festivos y frases ocurrentes como «Ante la duda la más tetuda» o «las mujeres han sido creadas para ser amadas, no para ser comprendidas».


La segunda clave para una buena despedida de soltero es un disfraz para el novio. No se llama igual la atención por la calle si el novio no va disfrazado de algo y tiene que dar la sensación de que está muy puteado. Además se ha de gritar mucho por la calle, emitiendo toda clase de himnos y sonidos guturales, además de gritarle a toda tía que estuviese mínimamente buena toda clase de piropos obreros. A todo esto colabora mucho la tercera clave.


La tercera clave es el alcohol. Para una buena despedida es necesario que todo el mundo beba alcohol y vaya entonado, todo eso unido a el «efecto-masa»; esto es, cuando nos reunimos muchísimos tios el efecto del alcohol es menos necesario al llevarte el efecto-masa que hace que grites igualmente, porque te dejas llevar por el momento.


La cuarta clave de una despedida es escandalizar, pedir al empresario más rico y al alcalde del pueblo que pague las furcias a todo el grupo de personas que celebran la despedida y gritar mucho por las calles. Hasta conseguir que alguien llame a la policía y que nos llamen la atención. Pero es una despedida, ¡y todo vale! Así que una vez escandalizado el pueblo ya se puede ir uno para otros sitios.


La quinta clave es hacer una cena. Una cena, como no, con mucho alcohol y con un final de fiesta especial. Traerle al novio, y por qué no decirlo, a todo el que vaya a la cena, incluidos los camareros; una stripper. Condición fundamental, que la stripper esté buena. No cometáis el error que alguien de la despedida de ayer cometió cogiendo una stripper a ciegas. «Traernosla con tetas grandes» le dijeron al chulo; «sí sí» les contestó, pensando que les iba a colar a una cutre. Efectivamente, trajeron a una stripper (por llamarla de alguna manera) que tenía en el culo algo parecido a disparos con una escopeta de balines (llamémosle celulitis) y con algo que parecían ser tetas. No es que sea superficial, es que la condición básica para hacer un striptease es que la persona que se desnuda por lo menos esté de buen ver…


Sexta clave. Que siga la fiesta, y a poder ser hasta los churros. Que el novio baile con la muñeca hinchable (complemento fundamental en una despedida) y que los demás hagan lo que puedan con sus cuerpos destrozados. Pero una cosa tienen las despedidas, y es que te lo pasas genial…