Las retenciones


No sé si alguno de vosotros cogeréis el coche de vez en cuando para entrar en una ciudad en hora punta. Yo lo hice dos días seguidos. El primero y el último. Y es que una retención es para vivirla una vez y no más. Así puedes decir: «Yo viví una retención en el Nus de la Trinitat» El nudo de la Trinidad. Supongo que se refererirán a una tal Trinidad, Trini para los amigos, Trinaranjus para los amigos del colegio, que iba en coche al trabajo y después de encontrarse con tal retención decidió hacerse un nudo con una soga y se colgó del cartel de «no ir a más de 80». Porque es curioso como luego en las rondas de Barcelona obligan a no pasar de 80 cuando lo máximo que puedes ir por allí es a 10. Son chistosos los de urbanismo.


Una retención no es un lugar para hacer amigos. No es que se respire mal rollo, es que si hubiera alguna forma de lanzar granadas desde los coches estoy seguro que más de uno las tiraría al mogollón. Hasta el más tranquilo de los tranquilos se pone de los nervios en una retención. Lo más habitual en estos casos es ponerse a pitar. A pitar. Es como un reflejo interno y a la vez mágico con el cual la retención se termina al momento. «Voy a darle al claxon amablemente en un momento y a ver si de repente se apartan todos». Porque la gente le da al claxon muy amablemente, imagináos a Hulk dándole al claxon. Pues lo mismo. Lo mejor es hacer musiquilla con el claxon y que alguien te siga, siempre puedes hacer el típico: «Ti ti ti tii ti» Y alguien hace: «¡Ti ti!» Eso me pasó a mí, en serio.


Pero para llevar una retención bien no hay nada como sacarse los mocos. Sí, queridos lectores. Tú ves una retención, avanzas, yo que sé, dos pasos y miras a tu derecha. Que por cierto, en una retención, dejas el coche allí a un ladito y te vas andando y llegas antes fijo, y es más, aparcas más cerca del trabajo seguro también. Pues bien, te giras, miras al coche de al lado y ves a un hombre ya de una edad, que tendrá hijos, tendrá familia y tendrá hasta perro y lo ves y anda rebuscando por la nariz un tesoro. «Mmmfppff, ñiiigu ñiiigu» Y se saca un moco como una casa de grande que por poco no lo confunde con el fantasma amigo de los Cazafantasmas. Referencia de estas modernas, ojo. Luego, no conforme con eso se saca otro dedo no usado y se lanza a por la oreja. «Zzzbruruiiii» Yo me lo imagino en plan broca del quince, y allí que va a por su cera. ¡Otra pelotilla para el escarabajo pelotero que vive debajo de los coches!


Mucha gente se pregunta, ¿por qué esa gente que vive en la ciudad y se come retenciones y atascos una y otra vez se van de vacaciones en los días punteros y vuelven a coger retenciones? Pues bien, por sus mocos. Hubo un hombre de ciudad que se quedó un año de vacaciones en casa y la mujer al final no sabía si tenía un marido o un blandiblú personificado. Ha habido casos con más visión de negocio los cuales habían acumulado tal cera en el oído al no sacársela en los atascos que se montaron empresas de velas y cirios y muy bien que les va. Con los mocos secos llegaron a montar una escultura que próximamente se expondrá en los más selectos museos de arte contemporáneo… Total, se lo comen todo.


Aunque la gente está de mala leche siempre puedes saludar al de al lado. Yo que sé, puedes sacar unas cartas y echar una timba de mus. De limón, chiste del día. Os ponéis a hablar del tiempo al estilo del ascensor o bien os podéis arreglar una barbacoa así en plan rápido. En plan Viven cocinando a la brasa al maldito Hulk del claxon que no para de darle. Lo que disfrutaría Hannibal Lecter en una retención… Y la gente no se lo tendría en cuenta, es más, lo animarían. Porque a alguien que pega el morro de su coche al culo del tuyo… La gente siente que le están desvirgando. «Míralo, míralo, como se pega el tío, ¡que no te pegues tantoo!» Y es que hay gente que no sabes si va detrás tuyo porque no hay más remedio o te está escoltando.


Pero sin duda lo que más choca de un atasco es cuando alguien abre la puerta del coche, se asoma y… Escupe un gargajo que hace hervir el suelo y burbujear como si le hubiera caido tres litros de ácido sulfúrico. ¡Qué cosa! ¿¡Qué comen estos ejecutivos!? Esto es verídico. Bueno, lo del ácido quizá no tanto… A lo mejor exagero un poquito. Pero que un tío abrió la puerta y claro, todo el mundo imagina que va a salir a mirar. A mirar. Que mucha gente lo hace, abre la puerta, se asoma, se levanta, mira al frente poniendo los ojos entre cerrados, que eso te da más visión periférica, se pone la mano en la frente, mira para arriba y suelta: «Pues sí que hay gente sí». Ole sus huevos. Pero no, este no era de esta gente, era de los que abre la puerta para soltar un magnífico pollo que venía con plumas y todo. Madre mía y de mi primo tía.


Y es que a veces cuando coges el coche echas de menos un poco a Renfe. Decides volver a coger el tren y entonces te encuentras que un tío se ha tirado a la vía, así a pelo, sin condón ni nada, y han cortado toda la linea hasta que venga el juez a decir que ya se puede reanudar la marcha, esos jueces raudos y veloces. Renfe decide poner autobuses que son los primeros que pillan, unos minibuses para 200 personas o más, que yo por un momento pensé: «Ya mismo llaman al hijo de quince años de Pepe Renfe que venga con su scooter y que nos vaya llevando de uno en uno» «No te me agarress nenng que soy mu macho, agárrate al tubo de escape». Y al final te acabas volviendo para tu casa o buscando una nueva retención que te haga disfrutar de esos viajes a la gran ciudad. Ooggh, se me cae la lagrimilla de la emoción.

2 Respuestas

  1. 03/08/2013

    […] de que “la fiesta acaba de comenzar y va a ser para rato”. Para un buen dominguero un atasco es una fiesta. Un momento en el que poder demostrar que es uno más y está perfectamente […]

  2. 24/06/2015

    […] “¿Qué quieres comprar?” – “Nada, me apetece ir a dar una vuelta, hacer cola en la carretera para entrar, buscar parking sin chocarme con ningún otro coche luchando a muerte por la última […]

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