Boda (IV): Elegir el fotógrafo
A pesar de estar en épocas navideñas, creo que he hablado en el blog en estos 15 años de casi todo lo relacionado con la Navidad, así que os traigo un post más de la boda, que lleva en barbecho un mes debido a una temporada de estrés laboral que no me ha permitido liberar la mente para escribir. Aún queda mucho por contar de la boda y el viaje y esto se va a alargar en el tiempo… Ay, señor.
A veces tengo pesadillas recurrentes de las que te despiertas sobresaltado, con sudor en la frente y deseando no dormir con una litera encima porque el cabezazo te lo llevas. La más desagradable de todas es cuando amanezco en un futuro en el que las televisiones son verticales. La industria ha sucumbido a la realidad social y ante la imposibilidad de poner barras verticales horrendas en las televisiones horizontales de toda la vida, han decidido hacerlas todas verticales. Si no puedes con el enemigo, únete a él. Ese futuro distópico sería el único posible en el que podrías ver, en condiciones, los vídeos y fotos de tu boda si confías en tus invitados. De ahí la importancia de contratar a un buen fotógrafo.
Sé de mucha gente que no llega al extremo de dejarse llevar por el invitadofotografismo: «Si todo el mundo tiene móvil, hombre; habrá muchas fotos, no hace falta contratar a nadie que es un pastón». Pero aún así, contrata a un amigo. Uno que se compró una cámara muy buena, un pepino de cámara en el que se ha gastado la mitad de sus ahorros con un objetivo capaz de fotografiar desde metros de distancia los pelillos de la nariz de tu tío el del pueblo. Imaginaos qué álbum de boda más bonito, con su cavidad nasal en alta definición y un moco colgante que solo una cámara de grandes prestaciones puede atisbar. Pero ese «amigo» dos días antes igual te dice que no puede venir. Que le ha surgido un imprevisto – ha ligado por Tinder y no se ha visto en otra igual – y que uy, le viene fatal tu boda. Y como sus ingresos no dependen de lo que tú opines en una web de bodas – porque no vive de eso – le da igual. Y conozco casos, oiga. Alguno, incluso, ha contratado a un amigo, le ha hecho las fotos y más de un año después todavía no las ha recibido. ¿Las edita con oompa loompas y se han puesto de huelga? ¿Quería hacer la entrega con dron y se perdió por el camino? ¿Quiso borrar porno del disco duro con prisas y se equivocó de carpeta? Quién sabe, pero me apiado del que lo contrató.
Total, que la opción solo estaba en contratar auténticos profesionales. ¿Dónde miramos primero? En las ferias de boda. Las ferias son para un post aparte, ya os lo aviso. Pero fue donde miramos por primera vez fotógrafos. Algunos eran muy clásicos: tenían sus álbumes hechos a partir de cuatro bosques de coníferas o sus fotos hechas con la plantilla «novios 1995». Lo de las plantillas en los fotógrafos de boda es para verlo. Porque una cosa es reciclar algunas tomas o maneras de hacer fotos de unos a otros; y otra es que hay algunos que parece que hagan fotos a los novios en un chroma con unos cartones donde poner la cabecita detrás. ¿Sabéis de estos que ponen en los parques de atracciones que hay un cartón que simula ser un vaquero y un caballo y los huecos de las cabezas libres para que pongáis vosotros las vuestras? Pues lo mismo, pero con novios. Y claro, no es muy llamativo y más cuando empiezas a ver precios. Foto, vídeo, pre-boda, post-boda – ya os hablaré de este concepto en otro momento -, álbum de piel de búfalo… Pues calcula. En las ferias de boda te ponen los precios en riñones para que no tengas que hacer el cambio. No digo más.
Un día, por estos casuales de la vida, una amiga nos recomendó un fotógrafo que conocía: Blanch Fotografía. Lo buscamos y contactamos con él. Fuimos a su despacho: una cafetería del pueblo donde tomar algo relajadamente porque curra desde casa y todavía no había tanta confianza. Vino con su mujer y charlamos sobre la idea que teníamos en la cabeza. Lo que os he comentado en posts anteriores: montar una fiesta y divertir a los invitados. Los dos pusieron los ojos como chiribitas al ver que queríamos montar la boda que ellos querían fotografiar, grabar y ser partícipes. Y eso que aún no les habíamos contado todas las ideas locas ni ellos nos habían contado las suyas. Aquí introduzco una pausa para evitar que el post se convierta en una novela río: hay mucho que explicar sobre las ideas que surgieron en posteriores reuniones, irá en próximos posts. Solo tenéis que saber que las ideas descartadas y frikis que teníamos en mente pudieron ser muy peligrosas. Y es que hay una fina linea que separa el frikismo de la horterada y nos gustó esto de vivir en el filo de la cuerda a base de risas en cada reunión.
Nos enseñaron su trabajo hasta la fecha, incluida una invitación al estilo de Juego de Tronos que hizo saltar al guionista de Hollywood que llevo en mis adentros. Algo hizo click. Resulta que entre las opciones que nos daban en el pack de boda cambiaban lo que es el pre-boda (una sesión de fotos antes de la boda para coger confianza con el fotógrafo) en una video-invitación. Mi oportunidad para montar un guión con una historia que ya estaba montando desde ese mismo momento. No firmamos ahí mismo porque yo soy muy de medir la temperatura, la profundidad y los planos del arquitecto antes de tirarme a una piscina. Pero ahí, ahí, estuvo la cosa.
En casa, relajadamente, le dimos una vuelta y decidimos contratarlo ya y no esperar más. Ni ver más fotógrafos. Un poco como con el sitio: una vez tienes decidido lo que quieres y tienes ese feeling imposible de describir, te lanzas. Y acertamos, madre mía que si acertamos. Nosotros, al final, no decidimos contratar a un amigo como fotógrafo de boda: contratamos a unos profesionales que se convirtieron en nuestros amigos.
Y para muestra un fotón:
P.D: Aprovecho, como no, para desearos una muy feliz Navidad – con un poquito de retraso – y que tengáis un feliz, ¡muy muy feliz año 2020!
Qué foto tan bonita, y la novia preciosa. Muy feliz 2020 para vosotros!!
¡Muchas gracias! ¡Igualmente!
Desde luego que es un fotón, Morri. Y la novia, guapísima con ese vestido tan bonito.
Me encantan tus historias-río.
¡Muchas gracias, Jane!
¡Muchas gracias por las indicaciones! Un saludo.