Hacer una receta especial de Navidad
¿Han llegado las fechas más señaladas y todavía no sabes qué hacer de comer? ¿Vienen visitas a casa para fin de año y tu única receta especial es un tupper de croquetas de tu madre? Internet es tu salvación. O eso siempre he creído yo. Cuando tu repertorio no es tan extenso como el de tus progenitores y aún no dominas sus mejores recetas, no te queda otra que improvisar y lanzarte a la aventura internetil de encontrar recetas fáciles y sencillas de hacer. Sin darte cuenta de que acabas de meterte en aguas procelosas…
A mí me ha pasado. Cuando he tenido que buscar una receta especial para Navidad facilita me he encontrado con escollos por doquier. Todo empieza muy bien cuando haces una pequeña búsqueda en Google. Todo tiene muy buena pinta y según los dueños de la página cualquiera las podría hacer. Su elaboración no es compleja y en seis minutos la tienes lista. Lo que no sabías es que la mitad de ingredientes no los tienes en casa. Y lo peor de todo: no sabes ni qué son. ¿Semillitas de sésamo? ¿Eso donde lo compro? ¿Una lonchita de cecina? ¿La cecina no es una vecina sin dientes? ¿Jengibre? ¿Quién cojones tiene jengibre en casa? Y lo peor de todo, el día que conoces todos los ingredientes, los tienes todos menos UNO y encima está cerrado. Ni el Paki de la esquina lo vende. Que le dices el ingrediente y el pakistaní se deprime: «¡Juré tener de todo! ¡De todo! ¡No puede ser!»
Los astros se alinean contra ti. Eso es evidente. Yo el otro día me puse a buscar una receta sencilla de mousse de limón y me vi envuelto en una expedición al Himalaya para buscar pétalos de la última flor de Firrismí. Ahí me di cuenta que quizá no llegaría a tiempo para fin de año, pero me quedaría una presentación monísima. Luego la receta se hace en treinta minutos así que tienen razón: son fáciles de hacer. Lo difícil es encontrar los ingredientes correctos. Ahí está la clave de los grandes cocineros: son a su vez grandes exploradores.
Lo que deberían hacer en estas páginas – y lo dejo ahí como idea que alguien me robará y se hará rico con ella, no como yo que soy imbécil – es permitirte indicar a la página lo que tú tienes en ese momento en la nevera. Y a partir de ahí que te recomienden una receta de su base de datos que se corresponda exactamente a tus ingredientes. Exactamente, eh. Que quede claro. Que el último no sea la flor de Firrismí ni el pelo púbico de tu abuela. Qué sé yo, que tienes en casa una rodaja de limón, un bistec suelto, dos uñas de rata y una botella de vino tinto que abriste hace siete meses y te da pena tirar; pues te da una receta para eso. Sería mágico.
Al final terminas desistiendo de tus búsquedas y te lanzas como un poseso a los platos precocinados ultracongelados. ¿Quién va a darse cuenta de que esos canapés tan elaborados los ha hecho en realidad el señor Hacendado o la señorita Sirena? ¿Quién se va a preocupar por saber donde aprendiste a hacer tan buen sushi? ¿Quién se enterará de que esas croquetas de jamón tan premium no las hiciste con tus manitas amasando una a una desde el día anterior? Pues tus amigos, por supuesto. Que hicieron lo mismo el año pasado. Estamos todos igual. Así que deseadme suerte en mi expedición a la Conchinchina, que tengo un postre fantástico en ciernes.
P.D: Dicho esto, solo me queda – como cada año – que felicitaros la Navidad, aunque con retraso, mis mejores deseos para todos y ¡que tengáis un muy muy feliz año 2018!
Feliz año, Morri. A mí me ha pasado y eso que hasta tengo jengibre en casa. Un abrazo.
¡Gracias, igualmente! Yo que pensaba que tener jengibre te permitía salvarte de estas recetas… Un abrazo.
Jajajajaja. cuanta razon tienes morri.
La gran parte de las recetas piden cada cosa…. bastante dificiles de encontrar. Unos huevos con patatas y listo :P
Excelente receta para estas fechas que se aproximan :)