El vagón silencioso
Parece un título de una novela de misterio, pero ya es una realidad en el AVE que va de Madrid a Sevilla y en pocas semanas en varios trayectos más: habrá un vagón en el que todo el mundo deberá estar obligatoriamente callado. Es decir, un vagón que nunca cogerá Dora la Exploradora. Un vagón que demuestra que hay gente con tan mala educación que es necesaria una solución extrema: viajar como si estuvieras en la biblioteca.
¿Esto quiere decir que en los otros vagones se puede montar una fiesta padre? Pues no lo sabemos. En principio no, las normas básicas de convivencia imagino que siguen teniendo vigencia. Aunque quien sabe, la cosa se relaja y en los viajes en AVE se puede hacer una conga en el coche 3. Mientras los del coche que está en silencio se giran mirando a través de los separadores de vagón con cierta melancolía y envidia. «Qué bien se lo pasan los del vagón de atrás, Paqui» «Shhh».
Yo que últimamente por circunstancias de la vida cojo AVEs, Avants y Alvias varios la verdad es que agradezco este tipo de medidas, aunque sería mucho mejor si la gente simplemente se comportara como personas normales. Es decir, si tienes un hijo de un año hiperactivo no le des elementos con los que pueda golpear. Empiezan dando golpes con un cubito de plástico y terminan sacando el martillo contra incendios para machacarnos los cráneos de los demás viajeros. Yo los he sufrido en mis carnes. No martilleaban mi cráneo físicamente, pero sí metafóricamente. Hasta que a alguno de los dos progenitores empieza a darse cuenta que igual el niño es un poco pesado y ellos deberían perder el carnet de padre.El mismo castigo deberían recibir todos aquellos que consideran que regalarle a su hijo un coche de policía de juguete es fantástico. Y lo mejor, que empiecen a comprobar que las pilas funcionan en medio de un viaje prolongado. Os sorprendería saber la paciencia que pueden llegar a tener las personas antes de usar métodos drásticos. Es decir, hubiera sido mucho más civilizado empezar a quejarse a partir del primer minuto de sirena de policía a todo volumen y un «you’re busted» en repetición; porque a partir de la media hora sales en sucesos del informativo de Telecinco: «Viajero de Renfe introduce un cochecito de juguete por el ano de un mal padre que solo quería tener contento a su niño» Esto pasa.
Y suma y sigue. ¿Esa señora que habla por teléfono como si usara un yogur separado por cuerdas? Al vagón ruidoso. ¿Ese chaval que escucha maquineo en los auriculares a un volumen que parece que tenga los cascos al revés? Al vagón ruidoso. Y así sucesivamente. En el vagón silencioso ni podrás hablar por teléfono, ni podrás recibir whatsapps sin silenciar el móvil, ni hablar con el compañero de asiento más allá de lo imprescindible, los mensajes de megafonía serán los imprescindibles para que sepas que llegas a tu parada e incluso bajarán la iluminación por si quieres dormir tranquilo. Que esto puede llegar a ser un poco como el chiste de la vaselina y la moto. Que igual uno se la saca, se masturba en público y nadie se atreve a decir nada por si lo echan del vagón por hablar. Recordad: las demás reglas de convivencia siguen vigentes.
Mi hija (que con seis años iríamos en el vagón de las ruidosas, a pesar de que no lo somos….) tiene una frase genial en estos casos (que además en tu blog va de perlas): «La gente está mu loca, mamá». Pues eso. Ya, ni educación.
PD. El vagón silencioso a mí me parece el título de una peli de terror. Qué pena ¿no?