Las acampadas, el 15-M y lo que pienso
Ambientazo y gente de todas las edades |
Esta última semana ha sido de las más movidas en el ámbito político de las últimas décadas. Contra todo pronóstico, el pueblo español ha salido a la calle a reclamar más democracia y más justicia social después de años de letargo. Todo empezó con una manifestación el domingo pasado de Democracia Real Ya en la que se pedía principalmente cosas de sentido común para una mejor calidad de vida y una democracia más transparente. Las manifestaciones fueron un éxito y derivaron en acampadas de protesta por toda la geografía española y parte del extranjero.
Ayer fui a Plaza de Cataluña a apoyar con mi presencia la manifestación y a enterarme de primera mano de qué es lo que se estaba hablando. Si uno quiere informarse de este tema, lo mejor es ir; porque fiarse de lo que diga un tertuliano de un debate televisado es como escoger de canguro para tus hijos a un cura de Boston. No me creí en la potestad de hablar por ir un rato allí cuando mucha gente lleva muchísimos días asistiendo, pero sí que escuché atentamente qué alternativas estaban proponiendo. Se escuchaban cosas muy interesantes, otras ingenuas y otras incompletas por falta de conocimiento; pero el ambiente era genial, de entendimiento, de escuchar las ideas y debatirlas. Lo que se llama un ambiente democrático real.
La organización es absolutamente espectacular. La capacidad de autogestión de la gente que está acampada allí es fabulosa. Papeleras por el medio de la plaza, gente barriendo… Creo que nunca había visto la Plaza de Cataluña tan limpia como ayer. Eso sí, las grandes damnificadas han sido las pobres palomas, que tenían su campamento montado allí y ahora han tenido que emigrar. Mientras no se conviertan en Angry Birds, todo irá bien. Por lo demás, tenían hasta un carril de evacuación, altavoces para dar avisos, lavabos móviles… ¡Incluso en plena asamblea multitudinaria una chica iba repartiendo crema solar para que nadie se quemara!
La asamblea multitudinaria a la que pude asistir se hablaba más bien de la gestión de la Plaza de Cataluña que de los grandes temas del país que uno espera escuchar. Seguramente sabréis que a partir de unas flores maltrechas de la plaza, los acampados montaron un huerto. Sí, un huerto. Eso podría traer problemas porque la policía podría decir que han destrozado mobiliario urbano. Así que hubo un debate sobre qué hacer con el huerto. El problema es que estuvimos más de un cuarto de hora debatiendo sobre el tema y parecía que de un momento a otro íbamos a decidir si plantar tomates o plantar zanahorias. La gente pedía cambio de tema a la voz de ya.
Pero es solo una anécdota. En general había comisiones para todo tipo de temas: economía, sanidad, educación… Los grandes problemas que afectan a toda la sociedad y en los que el pueblo tiende a ir de la mano. El problema que tienen estas acampadas es que corren el peligro de radicalizarse y volverse excesivamente utópicas o hippies; y perder de vista las ideas principales que llevaron a la movilización. En definitiva, las ideas importantes en las que la mayoría de la población va a estar de acuerdo en el cambio. Estas son para mí (aquí podéis leer otras):
– control de la clase política (separación de poderes real, financiación de partidos, ley electoral…)
– atajar la corrupción
– inversión pública con visión de futuro
– asegurar y blindar la sanidad y educación pública
– facilitar el acceso a una vivienda digna.
A partir de ahí, todo lo demás es accesorio y puede crear conflicto en la sociedad, con lo cual no conseguiría un apoyo mayoritario de todas las personas. A excepción, claro está, de la clase política, tan enquistada en sus batallitas internas y su corrupción endémica.
Para mí, uno de los problemas más graves del Estado es la corrupción. Creo que es la base de todo el fracaso de la gestión política española. A pesar de que en las propuestas de Democracia Real Ya se habla de endurecer los impuestos, y que puede que sea necesario en unos casos concretos, creo sinceramente que el problema no está en las tasas impositivas, sino en la cantidad de gente que se las salta. Antes de subir los impuestos, lo que hace falta es atajar el fraude fiscal y la corrupción. Sin eso, subirlos no sirve de nada.
Primero, porque evitando el fraude recaudas más. Obvio. Y segundo, porque si evitas y minimizas la corrupción, todo ese dinero público ha de ser bien gestionado e invertido en los lugares donde realmente hace falta. No puede ser que tengamos a tropecientos ayuntamientos en suspensión de pagos. Con deudas que sobrepasan cualquier tipo de decencia por culpa de una burbuja inmobiliaria demencial. A este punto hemos llegado, que da la sensación de que uno no paga impuestos, sino diezmos. Y que el señor feudal, o alcalde, decide hacer lo que le venga en gana y repartir el dinero entre primos y hermanos. No puede ser que arreglen las calles, llenas de agujeros, dos días antes de las elecciones. No puede ser que no se priorice el gasto público en las necesidades de la gente antes de gastarlo en ciudades deportivas o rotondas con monumentos de mierda. Ya basta.
El primer paso, para mí, es empezar desde abajo. Así pues, controlar los gastos de los Ayuntamientos y sus corruptelas es lo principal. Eso por no hablar de las corrupciones a gran escala, háblese de la Gürtel, los ERE’s falsos o el Palau de la Música. Cuando oigáis en las noticias que es «necesario» un recorte en sanidad y lo repitan una y otra vez, recordad continuamente cuanto dinero se han llevado esos políticos cómplices y esos chorizos de guante blanco y cuánto de ese dinero se podría haber invertido en hospitales, médicos y enfermeras en vez de en las mansiones horteras de los bigotes, rocas, millets y compañía.
A escala nacional, es evidente que la financiación de partidos tiene que ser infinitamente más transparente. Lo de las donaciones anónimas es de traca. Lo que han conseguido con eso es que la política no sea un lugar donde trabajar para que el país progrese, sino el lugar donde pagar los favores a los amigos. Realmente, a veces, uno piensa que cuando este país progresa de verdad, lo hace por pura casualidad. Actualmente, existiendo Internet, ¿son realmente necesarias todas esas campañas multitudinarias? ¿Esos caros mítines? ¿Ese empapelamiento total de las ciudades? Los partidos políticos necesitan una cantidad ingente de dinero para poder llegar al elector, de ahí que necesiten financiación; pero creo que no sólo la financiación debería ser más transparente, sino que además las inversiones en campañas son innecesariamente caras.
Otro de los temas de los que se hablaba en las asambleas era del control a la clase política con comisiones rotatorias. Ahí siempre entra el factor: ¿Quién vigila al vigilante? Y cómo conseguir atajar la corrupción en una comisión de control. La idea, en definitiva, no es nueva. Ya existe en la democracia española la separación de poderes: poder legislativo, poder ejecutivo y poder judicial. El problema es que no existe de forma real. Por ejemplo, tenemos un organismo llamado Consejo General del Poder Judicial en el que los jueces son escogidos por los partidos políticos, intentando mantener un equilibrio de poderes entre los dos partidos principales. Algo que en mi opinión me parece de chiste malo, cuando teóricamente el organismo está constituido para ser precisamente el control de la separación de poderes. Primero atajemos el problema de la separación de poderes, y luego hablemos de comisiones de control.
Con una gestión buena de verdad del erario público y de las administraciones, se puede mantener una sanidad y una educación decente de acceso gratuito y pública. Esto existe ahora mismo, pero está en peligro y en claro declive. Los políticos tienen intereses y presiones de lobbys que pretenden privatizar absolutamente todo, incluidas las necesidades básicas. Primero empiezan degradando todo lo público, hasta que sea tan barato que lo puedan vender a precio de saldo. A sus amigos. Luego ellos, cuando dejen la política, estarán en un consejo de administración, tocándose los huevos a dos manos y viviendo la vida padre. Gracias a todos los que les votamos. Y mientras tanto la gente de a pie, que ve mermado cada día más su capacidad adquisitiva y su estado del bienestar.
De ahí que los políticos, y su gestión, sea el principal problema de este país. Y no necesariamente el sistema. Realmente la gente no pide cambios drásticos, no pide especialmente unicornios azules ni naves espaciales. La gente quiere vivir bien y que el progreso social no se vea mermado para favorecer a unos pocos – políticos y banqueros – que se llevan a manos llenas los impuestos que pagamos con el esfuerzo de cada día. Y esto creo que vale tanto para empresarios, como para asalariados y autónomos. Lo principal es que los intereses de cada uno no dependan de fastidiar a los otros, mayoritariamente los débiles. Lo primordial, es encontrar ese equilibrio.
Hoy a partir de las ocho de la tarde sabremos los resultados de las elecciones municipales y autonómicas, y sabremos quienes serán nuestros alcaldes para los próximos cuatro largos años. Esencialmente será lo mismo que todas las elecciones, pero después de todo lo que ha pasado el pueblo no volverá a ser el mismo. Quien ha ganado en esta última semana es el pueblo. Y más que tiene que ganar.
Enlaces sobre el tema:
Estas son las propuestas de Democracia Real Ya
Los niños también tienen voz Su futuro también está en juego.
Grito mudo en La puerta del Sol
Panorámica de las acampadas de Sol el 20-M
Cristina pone en su sitio a los tertulianos de RNE
Mapa de las acampadas en TargetMap
3 Respuestas
[…] idea genial, sin duda. Que solo se le podría ocurrir a nuestros insignes políticos. Resulta que en España se han montado varios mega parques temáticos: Isla Mágica en Sevilla, un […]
[…] después el fenómeno 15-M apareció y se hizo fuerte en España. Pepe no se conformó con asomarse a la puerta del Sol a las […]
[…] claro: no somos franceses. La otra manera de salir de este malestar interno es la de irte de manifestación. Problema: llegarás a casa o bien, en el mejor de los casos, asqueado al ver las cifras que dan en […]