El Bingo


Si uno va a una administración de lotería no encuentra haciendo cola a un grupo enorme de cheerleaders. Primero porque no hay muchas cheerleaders en España, y segundo porque en general poca juventud juega a loterías del estado. La cola, normalmente, está igual que la entrada de una convención general de pasodobles: llena de personas de la tercera edad. Las pensiones que guardamos para nuestros mayores no es que sean muy boyantes y algunos invierten prácticamente la totalidad de su paga en primitivas, quinielas y bonolotos. Algunos, por su parte, deciden ganar dinero con un juego algo más entretenido: el bingo.


Es una forma como otra cualquiera de ganar dinero. Eso sí, yo jamás he visto a nadie hacerse rico por ganar al bingo. Sino, seguro que harían un programa de televisión en La Sexta que se llamaría: «Abuelos ricos» en el que contarían su historia. «O sea, ¿saes? Desde que gané el Bingo de mi barrio, me compré una mansión, un yate y una bolsa de cacahuetes» La gente se preguntará: «¿Y una bolsa de cacahuetes por qué?» Como si fuese lo más normal comprarse una mansión y un yate con el premio del bingo, tú.


Esto en general no pasa. Lo que sí que me imagino es a esa gente mayor jugando al bingo en su pueblo y un programa de estos del estilo España Enelrecto mandando a sus reporteros para hacer un reportaje de campo. Estos periodistas tienen una manía muy irritante que es que llaman a todos los señores mayores «abuelos». «¡Abuelo! ¿Qué? ¿Ganando un dinerillo, eh?» Hablándoles con esa condescendencia y tratándolos como si fueran gilipollas. Algún señor un día les pondrá la mirada asesina y les dirá: «Yo no soy tu abuelo, mis nietos son mucho más listos que tú, imbécil». Un día pasará.


Algunos sí que están un poco «pallá» y les acompañan sus hijos o nietos. El reportero insiste en preguntar y el hijo no le parece muy buena idea, pero accede porque es incapaz de decir que no a la tele. Así que el reportero termina preguntando algo fatídico: «¿En qué piensa usar el dinero que gane en el Bingo… Abuelo?» Y ahí está la respuesta fatídica: «¡¡Atjó, atjó!! ¡En putas! ¡Sólo quiero ganar para irme de put…!» «Abueeeloooo» – tiene que interrumpir el nieto. «Aay, cómo es, no le haga caso señor periodista que está mayor y…» «¡Mayor, sí, pero aún se me pone tiesa!» – sigue gritando el abuelo. Sería carne de APM.


A estas alturas de post diréis: «Bueno, ¿pero va a explicar el bingo o no?» Pues sí, porque el juego en sí tiene sus particularidades. Para el que no lo sepa el Bingo consiste en que cada uno de los jugadores tiene un cartón repleto de números. Los hay de muchos tipos, pero quizá el caso más clásico es este:



El mecanismo del juego es, pues, muy sencillo: hay un hombre que saca bolas de un bombo y va diciendo los números. El que tenga el número cantado, lo va tachando de su cartón. Normalmente los suelen cantar así: «El 45, cuatro, cinco» «El 29, dos, nueve» Que siempre hay alguien que tacha el 45, el 4 y el 5 y luego tiene el cartón lleno antes de tiempo y le acusan de hacer trampas. Si uno lo hace casero, a veces se dicen cosas como «el 15, ¡la niña bonita!» «El catorse, el que pee y tose» «el 25, por el culo te la hin…» Más imaginativo que un Bingo de barrio, sin duda.


Creo que es fácil deducir quién gana en este juego. Evidentemente, al que le hayan salido todos los números de su cartón el primero, gana. Para ganar hay que avisar, levantarse y gritar: «¡BINGO!». Si uno tiene una linea del cartón también puede gritar «¡LINEA!» y se lleva un premio. Y pobre del que cante bingo sin tenerlo de verdad, que la gente mayor puede volverse muy agresiva y si no hay suficientes canapés, quizá esa noche hacen lo de la película Viven con el falso ganador. Mucho cuidado con ellos.

1 respuesta

  1. 16/12/2013

    […] para apostarlas a su cartón preferido. Al cabo de pocos años, Kevin era un gran jugador de bingo. Más bien, tenía una potra de campeonato. Así fue como acumuló su gran fortuna de guisos de la […]

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