El perezón que da tirar la basura


«Y encima no pusiste bolsa. Si es que…»

Partamos de la base de que hacer las cosas de la casa da pereza de por sí. Lavar los platos, tender la ropa, poner la lavadora, levantar los pies mientras friegan… Todo ese tipo de cosas. Pero hay una en especial que da muchísima pereza y es la de tirar la basura. Con la tontá que es. Coges, cierras la bolsa, la sacas, procuras que no chorree en el zapato, la dejas a un lado, pones una nueva y arreando. Pero hay algún poder que surge de las entrañas de la bolsa y que nos repele; con lo cual cuando vemos la bolsa llena soltamos la cáscara de plátano con sumo cuidado y la dejamos en equilibrio. Ríete tú de los castillos de naipes.


Es un momento de gran tensión. Piensa que si por algún motivo se te cae, te tocará recogerlo y ya no tendrás excusa para no cambiarla tú y encargarte de tirarla. En el piso de estudiantes de un amigo, hubo tal pereza por tirar la basura que nadie se atrevió a dar el paso y llegaron a montar tal equilibrio que dibujaron un coche en el aire con los restos de basura. Y sin caerse ni nada. Que vino un tío del Museo de Arte Contemporaneo de Barcelona y los contrató. «¡Esto sí que es una buena mierda!» Y bueno, está ahí su obra nada más entrar al museo.


Esto tiene unas consecuencias muy graves para el desarrollo de la vida diaria. En ese piso de estudiantes se hicieron ricos gracias a su capacidad artística, pero también tenían que ir por la casa con mascarillas de emergencia nuclear. No sé si me explico… Los pisos de estudiantes son los más dados a este tipo de situaciones. A unos les creció un monstruo dentro de la basura y cada vez que les hablaba soltaba un mal aliento… Claro, pídele tú a un monstruo de la basura que se lave los dientes, te manda a la limpieza. Sí, porque los monstruos de la basura no te mandan a la mierda porque es como mandarte a un sitio guapo para ellos.


Total, que nadie quiere tirar la basura. Sea como sea. ¿Por qué da tanta pereza? Nadie lo sabe. Seguramente porque siempre se acuerda alguien de tirarla cuando estás estirado en el sofá viendo una película. Y nunca te lo dicen directamente:


– «Habría que tirar la basura… EJEM»
– «Habría, habría, ¿por qué no vas tú?»
– «¿Yo? ¿Otra vez?»
– «Claro, ve tú que no estás haciendo ná y dices que la peli esta no te gusta»
– «¿¿Y tú?? ¿Que estás ahí rascándote los huevos toda la tarde?»

Y el monstruíto dando sus primeros pasitos y sus primeros gruuurr. Así se generan las bestias.


Además, ahora, hay que reciclar. Lo que ha conseguido que si la gente ya tenía pereza, ahora ya es desidia absoluta. «Acuérdate de tirar el papel en el papel y lo orgánico en lo orgánico» «¿Y el condón qué es? ¿Materia orgánica o plástico?» «¡En tu caso, si no te has hecho una paja, plástico! ¡Que no te comes ná!» La basura saca de dentro nuestro la mayor de las maldades. Al final la gente con la pereza se saca las excusas de la manga y tira las cosas donde les da la gana. «Bah, las pilas a lo del papel, total luego en el camión de la basura lo juntan todo» La leyenda urbana perfecta para el que no quiere reciclar, pero tampoco quiere tener remordimientos de conciencia


Al final siempre hay alguien que pringa, con todas las letras, y se encarga de recoger la basura, matar al monstruíto, cerrar la bolsa, poner una nueva y además, salir a la calle a tirarla. Con sus pantuflas y su bata de andar por casa. Si uno se asoma al lado del container a las diez de la noche siempre habrá alguna persona con bata y pantuflas bajando la basura. Esos grandes heroes de las casas que supieron luchar contra su propia pereza, pero no con la de los demás.

1 respuesta

  1. 25/08/2014

    […] junto a cortarse las uñas de los pies y salir a tirar la basura, es una de las cosas que más pereza nos da a los hombres. Algunos, y cada día más gente, se han […]

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