Ahora todo es en primera persona


Así empezó la moda del hiperrealismo

No sé si os habréis fijado, pero en el mundo audiovisual lleva unos cuantos años de moda esto de ponerlo todo en primera persona. Esta moda empezó con los primeros juegos en 3D como Wolfenstein 3D y el más conocido Doom en los que situaron el punto de vista del jugador como si fuera él mismo el que estuviese dentro del juego… Y como si tuviera un brazo en el medio del pecho donde poner la pistola. Estos juegos fueron la revolución puesto que conseguían que te metieses en el papel del protagonista como nunca lo habías hecho, y también podían hacerte vomitar si te ponías a dar vueltas y vueltas a lo bruto por la pantalla. Aún no estábamos preparados para las 3D.


Ahora en los videojuegos es lo normal. Los juegos de más éxito son los FPS, los First Person Shooter. Te ponen una pistolita en la mano y chorrocientas armas más, y ponte a disparar a gente en primera persona. Puedes ir cambiando de arma, lo que hace que la inmersión pierda un poco: ¿Qué clase de persona soy que puedo cargar en mi espalda una motosierra, dos lanzagranadas, una metralleta y un fusil de asalto? Yo porque no me he pasado ningún juego de esos, pero estoy seguro de que al final de uno de ellos el personaje aparece por fin en pantalla, agachado y con un lumbago de tres pares cagándose en su suerte.


Bien, como esto en los videojuegos ha sido un éxito, los creadores audiovisuales han pensado: ¿Por qué no adaptarlos a otros medios? Y dicho y hecho. Los primeros que han adaptado con éxito esto de la primera persona son los creadores de porno en Internet. Han inventado un género llamado Point of View (POV) en los que igual que en un videojuego, sólo se ve la pistola y lo que el personaje va haciendo con ella. Esto da lugar a situaciones algo extrañas. Poneros en esta situación. Llegas a casa de un amigo, te abre la puerta y resulta que se está haciendo… Ejem, un acto amatorio a sí mismo. Lo normal que pasa todos los días si tienes a un chimpancé como amigo. «Pasa, que ahora acabo, tranquilo». Tú lo miras con extrañeza, pero al fin y al cabo qué vas a hacer: «Espero que no te importe que no me una, no es por nada, pero sería una situación algo extraña» «Ah no no, prefiero yo solo, sin mariconeos«.


Y al entrar y mirar la pantalla del PC resulta que está viendo uno de esos clips porno en primera persona. Y le preguntas:


«Tío, ¿qué leches estás viendo? ¿Pero si se ve más la polla del tío que la tía? ¿No serás gay?»
«No, qué va, esto son videos POV. Así te sientes identificado y parece que la tía te la está comiendo a ti».
«Pero… A ver… Una cosa, ¿cómo te vas a sentir identificado si la polla debe de medir al menos treinta centímetros? ¡Y encima es negra!«


Pero así es la vida, y tu amigo sigue con el video de marras. Y tú sales corriendo de allí porque la situación tiene de todo menos de algo normal. Se empieza así y se termina jugando al juego de la galleta.


Continuando con esta moda, en el cine convencional también ha habido exponentes del paso a la primera persona y a la identificación del espectador con los personajes de la peli. Se ha usado sobre todo en thrillers o en películas de miedo. Uno de los pioneros fue el Proyecto de la Bruja de Blair. Mucho antes de que el ex-presidente de Gran Bretaña apoyara la guerra de Irak. Ahí se mostraba el miedo en primera persona, aderezado con la intención de que aquello pareciese una grabación real. Aquello quedó como una película independiente de cierto éxito comercial y unos cuantos pantalones cagados en el cine, pero hasta pasados unos años no volvió la moda.


Ésta llegó de nuevo con REC y Monstruoso (Cloverfield) que pusieron al espectador en la piel de los protagonistas. Una metidos en el pellejo de un cámara de televisión en un lugar infestado de zombis (o infectados lo que se prefiera) y la otra sintiéndonos el amigo capullo que le toca ser el cámara de un cumpleaños y al ver un monstruo dice: «Mientras corro, ¿para qué voy a apagar la cámara?» En este tipo de peli, la gracia está en que tú no sepas más de lo que saben sus protagonistas, para así poder sentirte como ellos. ¿Pero hasta dónde va a llegar la inmersión? ¿Llegará un momento en que saldrá el director de la pantalla de cine y te dirá: «Va, venga chaval, graba tú»?


Podría ser incluso una idea para salvar el cine mejor que lo de las gafas 3D y sus mareos. Cobras entrada en los estudios y vas y grabas tú la película. Sintiéndote uno más del casting de actores. Total, nunca se te ve por pantalla, tampoco hay que saber actuar, solo saber mirar al sitio correcto en el momento adecuado. Pero esto podría ser adaptado todavía a muchos más espectáculos audiovisuales, como por ejemplo los partidos de fútbol. Una cámara en la cabeza de Cristiano Ronaldo y podrías sentirte como él. Así podrías notar los lásers de los espectadores; lo único malo es que no veriás nada del partido, sino sólo el videomarcador en el que se puede mirar a sí mismo.


Y esto podría ser un no parar. Música en primera persona… Vas a un concierto y te ponen a tocar con el grupo, incluso en los videos de los conciertos se vería todo desde la visión del guitarrista. Incluído el backstage y la llegada de las groupies, en las que se juntaría el típico dvd de conciertos con el porno POV. Y así sucesivamente hasta copar todos los temas audiovisuales que queden por tocar. Así pues, pronto nos conectaremos a Internet en primera persona, en la pantalla se verá una mano virtual que moverá un ratón virtual a la vez que nosotros. Así parecerá que estamos navegando nosotros mismos. ¿O no era así?

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