La gente que te encuentras siempre en el mismo sitio
A veces pasa que en lugares donde vamos de vez en cuando nos encontramos siempre a las mismas personas. Por alguna razón no cambian ni su pose ni su lugar habitual aunque les echen salfumán por la cabeza y aguarrás en los pies. Están ahí. No se sabe por qué, pero ahí aguantan el tipo. En los bares pasa mucho, y ojo, que no me estoy refiriendo a los camareros. No vayáis ahora a uno y le digáis: «Ostras, no sé qué pasa que siempre que vengo te encuentro aquí» Que te dedicará su mejor sonrisa, más falsa que el graduado escolar de Belén Esteban, y te soltará: «¿Siii? Qué casualidad, ¿verdad? Quizá por esos casuales te pongo este vaso en cuarentena sospechoso de mononucleosis, a lo mejor ya no nos vemos tan a menudo…» Los hay con mala leche, aunque esto en realidad es imposible que pase. Los vasos nunca están en cuarentena.
A lo que me refiero es a esas personas que están en la barra apostadas formando parte del mobiliario del bar. Yo creo que los diseñadores de bares deberían crear huecos para esas personas. Si montase algún día un bar, cosa harto improbable a no ser que me haga concursante de Gran Hermano, que entonces ya no me queda otra salida que hacer un bar… Si lo hiciese, pondría una estatua de bronce de un señor con palillo de dientes en la boca y camiseta de tirantes imperio con el codo apoyado en la barra y la cerveza en la mano libre. Maravilloso.
Pero lo que pasa es que estas personas existen, no es necesario hacer la estatua. Ellos están ahí y permanecen clavados en la barra de cualquier bar. Ya sea de copas o de tapas. Que en uno de tapas se puede entender, a veces tienen tanta grasa que aunque no quieras te quedas ahí. Que eso le pasó a un amigo mío. Se apoyó, pidió una tapa de chipirones y cuando fue a levantar el brazo se le desgarró la piel y se le veía el hueso y todo. Tuvo que venir la ambulaaancia… Un jaleeeo… Mi amigo gritándole al camarero: «Devuelvamee mi cacho de brazoooo». Un follón. Y en los bares de copas también pasa, a veces se les olvida pasar la mopa, el rastrillo y la pala y se quedan los churretones de los cubatas enganchifosos y ahí que se queda la gente.
Podría ser por eso que están ahí, pero no. Están por gusto. Porque el bar les mola. A algunos que he visto me parecen más bien mimos de las Ramblas de Barcelona disfrazados de cincuentones dejados. Se mantienen quietos totalmente y cuando les echas una monedilla beben del cubata. O piden otro al camarero, dependiendo del momento. Son un espectáculo, en serio. Vienen guiris del mundo entero a verlos.
De todas formas, esto no pasa solo en los bares. Pasa en cualquier sitio de la ciudad. Hay gente que no la ves nunca en ningún sitio, pero vas al cine, por ejemplo, y te las encuentras allí. Si son conocidos la conversación es siempre la misma: «Anda, otra vez nos vemos aquí» «Sí, qué casualidad» «Sí, ya ves, ni que os hubiéramos venido siguiendo eh, je je je» Mientras le susurra al otro: «¿Habrán descubierto el transpondedor que le colocamos en los bajos del coche? Espero que no». Espías de pacotilla.
Si son gente desconocida las teorías aumentan una barbaridad. ¿Qué hace ese tío siempre ahí? ¿No tiene casa? Sí, todo el mundo se pregunta esto siempre: ¿No tiene casa? Como si los bares o las tiendas de videojuegos tuvieran una plataforma pro-mendigos para mantenerlos dentro de sus paredes. «Ni un sintecho nunca más, Bar Tolo le ofrece un trabajo no remunerado que consiste en ser figurante de bar, para que parezca que está lleno, y a cambio no le echará a patadas». Bravo. En las tiendas de videojuegos también pasa mucho porque siempre está la misma persona probando juegos. ¿No tiene casa? No, no tiene consola. Para qué, si puede jugar gratis en la tienda del colega.
Aún así, en algunos casos el misterio es abrumador. Las personas a veces cogen costumbres que no pueden dejar de hacer, y una de ellas es ir siempre al mismo sitio, a la misma hora y hacer exactamente lo mismo. La rutina les mola. Supongo que si un día cierran la tienda, el cine o el bar habitual sufren un shock emocional y no salen de casa nunca más en el mejor de los casos. Por eso, cuando uno de esos sitios cierra no ves nunca más por ningún lado a esas personas… Desaparecen.
Muy buen post Morri xD. Me gustó la anécdota del brazo, jaja.
Esto me hizo acordar a un sujeto que siempre veía en un almacén (discreto y muy humilde) no sé si sería pariente o amigo del dueño. La cosa es que un día cualquiera iba caminando y lo veo cruzar la calle, me sentí transportado al almacén por un segundo xD
Yo tmb e visto gente asi q parece q vivan en determinado lugar!! la verdad q ay muxa gente q ace esas cosas…. q penita no???
Bueno me a encantado como siempre!!
Nos vemos donde siempre eeeh!!jejejeje!
Besos
Morri, sí suele pasar. A mí me ocurre a diario, encuentro a la misma gente en los mismos sitios cada hora. Y todo los días por la calle me cruzo con las mismas caras, ya no sabes si saludar o no… ¡RUTINAS!
Y de los bares de mi ciudad, ni te hablo, más de lo mismo.
Juan L: Muchas gracias ^^ Aún suerte que lo conociste, a veces a esa gente, fuera de contexto, no te acuerdas quienes son xD
pily: Graciass ^^ Besos
Capitán Clostridium: Sí, ya son como de la familia. Está uno por adoptarlos al final. Pero luego te lo piensas mejor y no, mejor no.
Morri, esas personas no desaparecen. Cuando cierran se quedan dentro cual alma errante, condenados a permanecer ahí hasta el fin de los tiempos.
johnyfk: ¡Sí! ¡Ahí está la clave! Se quedan confinados en el sitio para siempre. Me imagino a los arqueólogos del futuro encontrando un esqueleto apostado en una barra carcomida por los años. Aún en la misma pose con un vaso de cerveza fosilizado.
Eres genial, t'estimo molt!