El AVE y las cosas de los trenes

El miércoles pasado, por primera vez y que sirva de precedente, llegó el AVE a la estación de Sants. El AVE, más conocido como AVErías o AVÉ si no se cae la Sagrada Familia, apareció por las vías de la estación llenando de orgullo a la ministra de Fomento. Un ministerio que se llama así porque cuando habla el ministro o ministra de turno siempre dice: «Fomento la mala leche allá donde voy» porque siempre la lían. Evitando los socavones, o los socabrones, el tren de alta velocidad española llegó a su destino después de años esperándolo entre todos los habitantes de Cataluña que rezaban: «AVE María purísima, sin la ruta conocida». Y este es el párrafo de la web con más juegos de palabras que he escrito en mi vida.


¿Pero estaba todo Barcelona esperando que llegase este tren? ¡Nor! Dijo la sopa (podéis lincharme). Lo que deseaba la ciudad y aledaños es que se acabaran las malditas obras y que empezaran a funcionar los trenes de Cercanías en condiciones. Pero es que las Cercanías en poco tiempo se convierten en lejanías gracias a las magníficas infraestructuras disponibles y que cuando un tío decide que la mejor forma de acabar con su vida es tirarse al tren (no, el chiste manido de que se hubiera tirado al maquinista no lo voy a hacer), entonces es cuando tardas más en llegar de Barcelona a tu pueblo que de Barcelona a Madrid. Y leches, lo llego a saber y el miércoles me voy un rato a visitar el Museo del Prado. Se multiplicó un viaje de hora y media en más de tres horas. Suerte que la Nintendo DS se encargó de amenizar el viaje.


Pero a lo que iba, el AVE llegó a Barcelona y los cámaras de todas las televisiones y medios informativos lo esperaban con ansias para hacerle el mejor enfoque o la mejor foto. Pero ellos no contaron con la gran señalización de la estación de Sants. Iban los pobres más perdidos que Yola Berrocal en la ceremonia de entrega de los premios Nobel. Que no te la imaginas allí con sus salchichas de la boca: «¿A quien hay que comerle la salchicha?» Y algún viejales se apuntaría. El caso es que iban buscando en qué vía iba a llegar el tren y para eso hay que luchar contra los monitores colocados por toda la estación, las señalizaciones y megafonía. Un día se escuchará algo así: «Viajeros del tren… AVE… Con destino… Madrid, puerta de Atocha, pasen a la vía dos, emm, no, perdón, la vía tres, no, mejor la vía cinco. No oiga miren, cojan la vía que coincida con la última cifra del cupón de ayer y que la suerte le acompañe». ¡Qué follones se arman en la estación!


Y eso cuando las pantallas informativas funcionan mínimamente bien. Que en cuanto que hay retrasos, es decir, cada dos días; las pantallas dicen un destino, el cartelito interno del tren lleva otro, por megafonía te desean suerte y los de información no se enteran de la misa la mitad. ¿Los de información para qué sirven? Ahora hay montones de personas contratadas con un peto reciclado de los del coche, con una i de información, o de inteligencia, en una chapita en la solapa. Están desperdigados por toda la estación y se supone que te dan información cuando quieres coger algún tren. Cuando hay retrasos están igual que tú, así que no sabes para qué leches están. «¿Sabes para donde va este tren?» Y los ves mirar la pantalla con cara de «con lo bien que estaba yo en la cola del paro» y te sueltan: «Creo que va a Vic». Muchas gracias por leerme el cartel, si fuese analfabeto te lo agradecería muchísimo. Y es que el sello de calidad y eficiencia de Renfe se pega en dos días currando allí, sí señor.


Las odiseas renfiles son un sinvivir diario. Eso sí, no se puede decir que Renfe o Adif como le llaman ahora no ha colaborado en el desarrollo mundial de la ciencia. Sin ir más lejos, Einstein, un día que vino por España sufrió un retraso y el maquinista soltó por megafonía: «Por una avería permaneceremos parados en esta estación por un lapso de tiempo de 10 minutos». Einstein miró el reloj, eran las 10.45. A las 11.15 el tren reanudó la marcha. Ahí el físico se dio cuenta que el tiempo era relativo, lo que para él era media hora, para Renfe eran diez minutos. Así pues cuando uno oye: «Por causas ajenas a Renfe permaneceremos parados en esta estación por tiempo indefinido» te puedes echar a temblar. ¿Qué será tiempo indefinido para Renfe? ¿Siete años? Seguiremos pensando, Einstein sacó una idea para la teoría de la relatividad, algo saldrá de estos viajes.


Por eso, y desde aquí, lanzo una reivindicación: Doble vía ya leches.