Las tormentas de verano

Si hay un fenómeno extraño en esto de los fenómenos meteorológicos son las tormentas de verano. Digo extraños porque en teoría en verano tiene que hacer calor y buen tiempo, sol y playa a tutiplen, y nada de lluvia. Todos sabemos que no es así y que agosto siempre nos trae un buen reguero de tormentas varias con las que deleitarnos los días de verano. Que siempre van bien para que la gente que trabaja, entre los que me encuentro, tengan su trocito y sed de venganza, y envidia, por qué no decirlo, de los que tienen vacaciones en estos días y se les remojan, más de lo que quisieran, los días de playa.


De todas formas, yo aunque trabaje también me gusta ir a la playa y tomar el sol un rato, y también resulto damnificado de este tipo de fenómenos veraniegos. Y es que las tormentas llegan sin avisar, ya ves a los hombres del tiempo intentando decir algo para el día siguiente y sueltan (verídico de estos días): «Habrá nubes por aquí, nubes por allá, y no descartamos ninguna lluvia por… Digamos… Todo lo que es el país entero.» Que te viene muy bien para planificar un viaje al día siguiente. Sólo le falta decir al presentador: «Para tener más seguridad, si lo desean, para saber si llueve o no, saquen la mano por el balcón y si le caen gotas, una de dos, o está regando el vecino las plantas, o está lloviendo».


Y así van estas tormentitas. Sin ir más lejos, ayer, aquí en mi pueblo sufrimos una. De esas que los truenos suenan tan fuerte que hacen temblar los cristales, eso sí, no tanto como un coche tuning con la radio y el subwoofer a tope. No llega a ese nivel. Lo más curioso de todo es que la gente se queda escuchando los truenos, y mirando los rayos por el balcón y de repente, alguien, en el colmo de lucidez suelta: «Está lejos la tormenta, no está aquí». ¿Y dónde leches está si está lloviendo y está tronando que parece una mascletá pero con un presupuesto de miles de millones? Y suelta: «Es porque los truenos tardan mucho en sonar después del rayo». Y todos oooh, admiramos tu sabiduría. Ahora por favor, explícanos lo del mecanismo de la palanca a ver si nos enteramos…


De todas formas, lo peor viene si se va la luz. ¿Qué se puede hacer si se va la luz en casa? Si no tienes a una persona del sexo opuesto cerca, que no sea tu madre ni tu abuela, ni tu hermana, claro. ¿Qué se puede hacer? Si es de noche na. A dormir. Porque ni tele, ni radio, ni internet, ni leer porque leer al lado de una vela debe de ser muy fastidioso para la vista… Nada. No se puede hacer nada. Por cierto, las velas. Importante tener siempre a mano porque siempre está el típico fumador que tiene un mechero encima y mientras no encuentra la vela se va quemando una y otra vez con el fuego del mechero.


Luego viene cuando está todo el mundo en la casa a oscuras, y alguien dice: «A lo mejor sólo es aquí». Y miran por el balcón. «Pues hay luz en la calle». Vamos a mirar a los vecinos. Y los ves llegar en manada, porque viene la familia entera, claro, no tienen nada que hacer… Con la linterna y las velas por el pasillo, con el crío de meses en brazos, pasando frío… El niño con el patinete y hasta la suegra con rulos se acercan a tu casa. Pican al timbre, no se acuerdan de que no hay luz, claro está, no están a lo que tienen que estar. Abres la puerta, a duras penas, como no hay luz, ya te has tropezado con el jarrón de porcelana y con todo lo que has pillado por en medio…


En fin, que el tío en cuanto abres la puerta te suelta: «¿A vosotros también se os ha ido la luz?». Te quedas en silencio, mirándole a la cara, o a la figura que ves, ya que no hay luz, y le dices: «No, no se nos ha ido la luz, estamos a oscuras porque estamos jugando al cuarto oscuro con el gato, la suegra y los niños, no te fastidia». Es el mismo vecino que te viene a preguntar cuando la tele no funciona para ver si es la antena o su receptor, y el mismo que te pide perejil y sal a todas horas. ¿Ha probado de ir al súper un día? Siempre pregunta, pero en fin, de los vecinos de un bloque de pisos ya hablaremos otro día…


El caso es que las tormentas de verano siempre sorprenden cuando menos te lo esperas. Así que cuidado todos en estos días y llevad siempre un paraguas a mano… Que nunca se sabe.