El corrector ortográfico del móvil
Los smartphones y el wasá nos tienen comida la vida. Ya son parte de nosotros, no sabemos hasta cuando pero parecen haber llegado para quedarse. Hasta que inventen los smarteye y llevemos implantada en el ojo la posibilidad de jugar al Angry Birds a pestañeo limpio. Mientras tanto nos hemos acostumbrado a que el móvil haga tirurí tiruró cada dos por tres y mantenemos conversaciones constantes hagamos lo que hagamos. Pensad que en cualquier momento ese amigo tuyo que contesta alegremente en el chat de grupo puede estar, en ese mismo momento, haciendo popó con un aparato potencialmente fotográfico en la mano. Y eso es el grave peligro al que nos enfrentan las no-tan-nuevas tecnologías.
Pero hoy no vengo a hablaros de escatología ni a la foto antiInstagram por excelencia. Sí, porque todo el mundo sube fotos de sus comidas a Instagram, ¿pero y qué pasa con el después? ¿Alguien subirá el cagarro deconstruído con un filtro Valencia? ¿Hay alguien alguna vez que lo de «comida» lo entendió mal y subió una foto de su moza practicándole el sexo oral con el filtro Amaro? Después de dejar estas dudas ahí para que las penséis, vuelvo al tema. Tanto hablar por el wasá me ha hecho sufrir en mis propias carnes el corrector ortográfico del móvil. Y ortográfico puede que sea un buen nombre, pero lo de corrector permitidme que lo dude.
Seamos serios, afrontémoslo, NO es un corrector. No corrige, estropea. Si me he equivocado de una letra mientras escribía no me escribas lo primero que se te ocurra, corrector de pacotilla. A veces acierta, sí; pero son tantas las que es un potencial peligro para tu bienestar social que todavía no entiendo la razón por la cual no lo he desconectado. Y es que en el fondo es una buena excusa. Tienes un pique con alguien y le puedes escribir en tu móvil «eres un hijo de la gran puta» y luego decirle, cuando se te pase el calentón, que en realidad habías escrito «que grande es tu compañía que mi vida la disfruta» y el corrector ya sabes como es. Lo normal.
No pocos malentendidos ha habido por culpa del corrector del demonio. Aunque a veces incluso puede dar resultados inesperados. Como ese chico al que le escribió una amiga diciéndole que estaba en su misma ciudad y él le contestó: «¿Estás cerda?» para seguidamente escribir «cerra», «cerdar», «CERCA, coño CERCA». A pesar de todo, la chica no se enfadó y le dijo: «Estoy cerca… Y cerda, ven pacá y hazme tuya encima de la mesa de la cocina, piratón«. Bueno, esto en realidad seguramente no pasó, pero en la mente del chico sí. El corrector pudo haber jugado en su favor.Y es que lo mejor para tener una conversación absurda es dejar activado el corrector ortográfico y escribir sin mirar. Dejarle hacer. A su bola. A ver qué pasa. A la aventura. No corregir nunca, y valga la redundancia, al corrector. Y tiene cojones que haya que corregirlo, si se supone que está ahí para salvar nuestros errores. Podríamos tener una conversación así:
– «¿Dnd estás?»
– «Llefado a tu caca»
– «No te remiendo»
– «Cas stoy, no te mueras»
– «Mueras? Toy vien dote»
– «Quedate en tu caca, no rajes, ya tubo yo»
– «(emoticono de la caca sonriente)»
Un desastre. Aunque no todos funcionan igual. Android y iOS tienen su forma particular de aproximarse al corrector y tiene mucho que ver con la forma en como tratan a sus usuarios una y otra marca. Android te da la opción de elegir y iOS, Apple, elige por ti que sabe lo que necesitas y tú no, empanao.
Android te da sugerencias. Mientras vas escribiendo, va mostrando las posibles opciones que tienes y si le dejas, incluso aprende de ti y adapta a su diccionario cosas como «fistrar», «pallá» o «furgol» y te las sugiere. Si tú quieres escribir así de mal, es tu problema. Sin embargo Apple con su sistema operativo, por defecto elige por ti. Si mientras escribes con su teclado le das a la barra espaciadora, la sugerencia del diccionario será la que prevalezca. Él manda. Tú no. Dan por hecho que sus usuarios son tonticos y creen que su corrector ortográfico, o incluso Siri, es más inteligente que tú. Él decide por ti y si pusiste «cerva» en vez de «cerca», él sabe que quieres poner «cerda» porque tiene acceso a tu historial de Internet. Y ya está el lío formado.
El corrector ortográfico es otra de esas soluciones tecnológicas que a priori viene a solucionarnos un problema – el tener los dedos más gordos que la pantalla táctil del móvil – y en realidad es capaz de generar de nuevos: no ser capaz de entender la mitad de las frases que te escriben. Aunque las abreviaturas tampoco han hecho mucho por ello. Lo curioso de todo esto es que aún no le hayan sacado el suficiente jugo a este tema los guionistas de series costumbristas españolas, tan gustosos ellos de los malentendidos y enredos por una chuminada. Los Serrano con Whatsapp habría sido una fuente inagotable de gags con Fran Perea diciendo cosas como esta: «Me voy a jugar al bal incesto« Resines no hubiera soltado la escobilla del water en años.
Si no uso el corrector ortográfico en mi móvil es por algo ^^
Mi madre sí que lo usa, junto con el teclado 3×4 (sí, también tiene un smart de pantalla táctil, como yo) debido a sus problemas de visión, y a veces le salen unas palabras que a saber lo que quieren decir jajajaja :D