La gente está muy mal: El Palanquilla gate

Nueva actualización de esta sección que recopila los casos de famoseo en el mundo de Internet ya sea voluntario o involuntario. Estos casos donde de la noche a la mañana una persona se hace conocida por todo Internet y llega a aparecer, incluso, en las noticias para pasar a la historia como viral de la red. Hoy un caso especialmente grave puesto que trata de un vídeo en el que aparecen menores. Así que no esperéis ni fotos de los chavales ni material audiovisual de ningún tipo. Sólo la historia. Allá vamos.

Más de una vez he hablado en este blog sobre mi preocupación sobre lo que considero famoseo involuntario o que se va de las manos. Internet ha conseguido que haya gente que pueda ser famosa y reconocida por la calle sin la contrapartida más grande que puedes tener por ser famoso: la pasta. Además, hay un problema añadido: cualquier cosa que hagas y sea grabada puede ser compartida al momento por miles y miles de personas por todo el mundo. Esto puede ser muy beneficioso si estás promocionando tu nueva novela, pero muy grave si corre un vídeo tuyo realizando una mamada.

Y en este caso estamos. Una adolescente de Cádiz de edad indefinida, pero probablemente menor de 18 años, se dedica a hacerle una felación a un amiguete presumiblemente también menor. Hasta ahí todo dentro de la normalidad si hay consentimiento y tal y pascual. Todos hemos tenido 17 años, no nos escandalizaremos por eso. La cuestión es que la susodicha lo estaba haciendo a plena luz del día en algún descampado de postín. No sólo eso, habían otros colegas mirando. Y ahí no se queda todo: había otro grabando. Con conexión a Internet.

Vamos atando cabos y vamos viendo como la cosa se va tornando de color turbio. Hasta ahí un vídeo de estas características corre el riesgo de ser subido a internet, que lo vean cuatro gatos como un vídeo porno más de edades indefinidas y que el que lo tenga, si se demuestra que es menor, corre el peligro de que le caiga un buen puro. Bien. En un caso normal, harían chanza durante unos días en el colegio poniendo a la chica a caer de un burro sin percatarse que el cabronazo es el que graba y lo sube. Pero había un factor más, un factor viralizador que termina decantando la balanza hacia el lado de «meme» y «cachondeo generalizado» en vez de al cajón del porno de mal gusto. Y esto es el Palanquilla gate, un caso de pagafantismo xtreme.

Lo que ha hecho que este vídeo haya sido trending topic de Twitter y que la policía termine investigando a los creadores del vídeo y a todo aquel que lo haya enlazado no es más que un momento de pagafantismo adolescente que seguramente no tiene parangón. Quien crea que lo ha visto todo en el mundo del «caer bajo» aquí tiene un ejemplo superior. ¿Acompañarla de compras y pagarle todas las Coca-Colas? Minucias. ¿Aguantar la frente mientras vomita? Bah. ¿Dormir con ella en la misma cama y ni rozarte? Tonterías. El pagafantismo xtreme es aguantarle el pelo a la chica mientras se la chupa a otro. Probablemente insuperable.

Lo de Palanquilla viene porque es el mote del chaval encargado de la tarea capilar. Claro, tú ponle esta situación a un forocochero medio que te hace treinta photoshops en media hora haciendo burla del chico. El cual muy probablemente ya esté viviendo en una cueva muy lejos de aquí y de una conexión a Internet. Para colmo el chico tenía una cuenta de Twitter con su foto personal, la cual ha sido utilizada hasta la saciedad. En poco tiempo tenía unos 20000 seguidores y seguramente estaban machacándole a menciones, así que ha terminado por cerrar a cal y canto su cuenta. El efecto abusón de colegio y collejón adaptado a los tiempos de hoy. Es decir, multiplicado por 20000.

Desde que existen las redes sociales y el mundo entero pone su vida a disposición del mundo sin ningún tipo de rubor, el tonto del pueblo ya no lo es nunca más del pueblo: lo es del mundo. Cualquier situación estúpida puede desembocar en miles de chistes en Twitter, montajes fotográficos y vídeos por doquier. Seguramente pasará la moda y la mayoría de la gente olvidará este suceso, aunque me gustaría saber como siguen sus vidas esta gente después de ser sometidos a tanta presión. Si ya un amigo le recuerda a otro mil veces aquella vez en la que se tiró un pedo en la discoteca y se hizo un hueco alrededor suyo como si de un disco de acreción de un agujero negro se tratase, imaginad por un momento hasta cuando va a tener que oír y ver chistes el pobre Palanquilla.

Aún tiene suerte que de mayor podrá dejarse barba y pasar desapercibido…