Decidir a qué bar ir
Normalmente, cuando nos reunimos con nuestros amigos, la mayoría de la gente tenemos un bar por defecto. Ese bar al que se va siempre por inercia y que se suele llamar «Dondesiempre». ¿Dónde quedamos? Dondesiempre. Si un día monto un bar se llamará así. Esto evita tener que darle a la mollera para decidir a cual de los setencientos sesenta y nueve bares que hay en diez kilómetros a la redonda hay que ir. Pero hay un día que te hartas de ver siempre las mismas caras y que los camareros sepan qué vas a pedir. Sí, porque hay como una presión que te hace pedir lo mismo, te sabe hasta mal cambiar de bebida:
– «No, hoy no quiero cerveza, quiero una fanta naranja»
– «¿¿Una fanta?? ¿Qué pasa hoy?»
– «¿No puedo pedir una fanta?»
– «Emm, sí… Como siempre pides cerveza…»
– «Pues quiero una fanta»
– «¿Seguro?»
– «No, ponme una cerveza».
Jamás vayas mucho al mismo bar con un indeciso, estas cosas terminan pasando. Entonces, para cambiar de aires y para que el indeciso pueda tomarse una fanta tranquilo sin remordimientos de conciencia se decide cambiar de bar. Y ahí es donde vienen los problemas. ¿A qué bar ir? ¿Quién lo decide? ¿Cómo cambiar una rutina tan arraigada? Y aquí es cuando se produce… ¡Chan! ¡Chan! ¡La odisea de elegir un bar!
En todos los grupos de amigos siempre hay alguien más decidido, más dispuesto a tomar el mando y aportar ideas. Normalmente, los otros amigos por eso de no pensar ya les va bien que haya alguien que decida. Pero siempre hay un tocapelotas que todo le parece mal. Así pues, a cada nuevo nombre de bar que se menciona el tocapelotas salta:
– «¿Y si vamos al Pub Lito?»
– «Ese no, que va mi ex y paso de encontrármela»
– «¿Y al Bar Rendero?»
– «Ese no, que huele mal»
– «¿Y si fuéramos al Bar Atija?»
– «Ese no, que es muy caro»
– «Pues vamos al Café Itarse».
– «Ese no, que hay elefantes rosas voladores que se meten conmigo».
– «¿¿¿???»
– «¿Qué pasa? ¿Vosotros no los veis?»
Cualquier excusa es buena para no moverse del asiento. Lo mejor de todo es que cuando todo el mundo se queda callado intentando pensar en un bar que al tocapelotas le parezca bien… ¡Zas! Vuelve a abrir la boca: «Joder, qué callados estáis, a ver si decís algún bar que no decís ninguno bueno». ¿Sabéis el programa Gente de TVE? Esos parajes sórdidos y un señor de pueblo que encuentra un cadáver descuartizado en un descampado… Bien, el tocapelotas podría ser uno de ellos en cualquier momento, pero se ha censurado esta escena.
A veces es por un sólo tocapelotas, pero otras veces es porque hay varias personas que ofrecen motivos para no ir a cierto bar. Dices uno y salta Pepe, dices otro y salta Pepa; y así no hay manera. Al final, si no se llega a un consenso lo que termina pasando es el divorcio de la amistad. Unos se van a un bar, otros a otro y arreando que es gerundio. Por eso normalmente la gente elige un bar, una mesa y de ahí no se mueve ni un alma. Cualquier intento de cambio puede ser traumático… Que se lo digan al pobre de Gente…
1 respuesta
[…] uno pensar que se mandan un mensaje al chat de grupo para decirse: “¡Chicos, ¿quedamos en un bar para ver nuestros móviles allí todos juntos?” Y así se divierten. Luego se pasan tanto […]