Entrevista con un diseñador de vida

Llegué al edificio donde me atendería mi entrevistado y lo primero que me encontré fueron un montón de moldes en miniatura, símbolo de la creación. De ahí lo de: «Tú cuando naciste rompiste el molde». Me atendió una secretaria muy simpática que seguidamente me dió paso al despacho. «Le está esperando» me dijo, y yo entré. No sé si habrán entrevistado a algún creador alguna vez, pero la verdad es que da impresión. Igualito que las Epson.

Yo: Buenas tardes señor…
Diseñador: Puedes llamarme Creador, pero en realidad somos más. Llámame Pepe y acabamos antes.
Yo: Vaya, resulta que sois más de uno. Me acabo de enterar, yo pensaba que la doctrina del diseño inteligente decía que era sólo un creador que lo hizo unos días que tenía libres y andando.
D: Qué va. A ver si te crees que todo esto se monta así rápido. Somos unos cuantos hombre, que hay mucho por hacer. A mí me ha tocado esta zona, llevo muchos siglos diseñando vidas, a ver si te piensas que lo haces un día y el resto de la eternidad a vivir del aire. Menudo cuento chino oye.
Yo: Anda, entonces no sólo diseñas especies sino los propios individuos uno por uno.
D: Exactamente, veo que pillas el rollo, cada vez que aparece alguien en la tierra lo diseñamos nosotros.
Yo: ¿Y cómo vino el nombre de diseño inteligente?
D: Pues mira, porque somos inteligentes, qué te voy a decir. Tenemos una capacidad de diseño que no tiene nadie, ni tan siquiera los diseñadores de Formula1. Sin ir más lejos somos capaces de crear un ojo humano.
Yo: ¿Uno sólo? ¿Y cómo se mantiene en movimiento?
D: A ver… Imbécil.
Yo: Oiga sin faltar.
D: Es que sois unos listillos, todos estos bloggers que vais de listos, que si la evolución, que si patatín que si patatán. Con vuestros egos hinchados, ¡ególatras! ¡Qué sois unos ególatras!
Yo: Vaya, qué fama tenemos.
D: A ver, diseñamos el ojo como una parte sola para luego incrustarla en lo que viene a ser el molde humano.
Yo: ¿Y para moldear que usáis? ¿Blandiblú? ¿Plastilina? ¿Piezas de Lego que luego le dáis vida?
D: Por lo pronto arena y agua con la que hacemos arcilla. Bueno, nuestro primer molde fue el animaluco ese que se mueve de árbol en árbol. De ahí su nombre.
Yo: Aah, la ardilla. Así que ese fue el primer animal.
D: Exacto.
Yo: Pues ya que hablamos de animales me vienen muchísimas dudas a mi cabeza. Básicamente hay algunos ejemplos que me intrigan demasiado. Por ejemplo, el ornitorrinco. A ver, pico de pato, cola de castor, mamífero, pone huevos… ¿Un día de resaca?
D: Bueno, exactamente no. Eso fue el diseñador australiano que tenía el día cachondo y empezó a coger moldes varios y montó el ornitorrinco. Es muy gracioso el tío, cuenta unos chistes… Que siempre piensas, ¿los australianos cuentan chistes? Y sí. Sí, sí. Los cuentan, y oye, como son del sur, tienen una gracia especial y…
Yo: Ejem, estábamos hablando del diseño inteligente no de los chistes que cuentan sus compañeros. A mí las dudas me siguen corroyendo, ¿entonces Rossi de Palma también fue un diseño así cachondo, pero en este caso tuyo?
D: No, eso sí fue resaca.
Yo: No sé por qué me lo imaginaba. Entonces si un día nace alguien y os habéis ido de fiesta ya la ha cagado de por vida.
D: Pues sí, básicamente. Luego inventamos a los cirujanos estéticos para que arreglaran los desaguisados, pero algunos se niegan a ir.
Yo: Hombre, eso es quitarse mucha responsabilidad. Por cierto, ¿qué os parece la competencia que os ha salido con el Pastafarismo? Ya sabes, esos que dicen que una bola de spaghetti gigante creó al mundo y sus habitantes.
D: No opino de la competencia.
Yo: Es decir, ¿también cuenta?
D: Claro que cuenta, hombre. Piensa que hay que delegar, somos unos cuantos diseñadores, pero aún así vamos de culo. A ver quién se cree esto, los cuatro pringados que nos siguen a pies juntillas. Pero sino, dejamos que también lo hagan apéndices de pasta o cabras montesas tirando de arados sujetados por pingüinos a ver quien monta todo este desaguisado.
Yo: Vaya, es todo más complicado de lo que parece.
D: Claro, contamos que sólo hay uno para que sea más sencillo de explicar. Pero necesitamos a muchos y aún así cuando vamos muy estresados nos salen bichos y ya la hemos liado.
Yo: ¿Y qué opina usted de Darwin?
D: ¿Darwin? ¿Darwin? No me viene nada por la D de Darwin.
Yo: ¿No lo conoce? Es el hombre que pensó y desarrolló la teoría de la evolución que su doctrina refuta.
D: Bueno, a mí no me metas en berenjenales raros. Yo tengo mi trabajo, hago mis ocho horitas, diseño cuatro vidas y me voy para casa a jugar a la Wii. Así que yo de Darwin ni idea oye.
Yo: Ya se ve, eso en su carrera no lo explican, ¿no?
D: Pues no, no me lo explicaron.
Yo: ¿Y para estudiar para diseñador de vida qué hay que hacer?
D: Pues mira, cinco años de ingeniería de procesos vitales, dos más de especialización en biología marina y terrina, dos de máster en supervisión de espécies imbéciles y un año más de postgrado en bellas artes para lo de la arcilla y eso.
Yo: Parece complicado, pero se puede sacar.
D: Somos unos cuantos, pero vamos, el cupo está limitado, no salen muchas ofertas. Si quieres pásate por Infojobs pero está la cosa jodida.
Yo: Ya me pasaré a ver si hay vacantes de diseñador de vida y me gano la vida. ¿Pagan bien?
D: Psé, para los gastos. Hoy en día como están las hipotecas ni los diseñadores de vida nos podemos pagar un piso. No los podemos diseñar.
Yo: Vaya, qué triste. Cómo está este país y este mundo. Que le sea leve y que tenga buen trabajo. Ya no tengo más preguntas para usted, ha sido usted muy amable a excepción de la egolatría.
D: Es que los bloggers… Aayy. Mejor me callo.
Yo: Como usted desee. Que le vaya muy bien la faena.
D: Gracias, que le vaya muy bien el blog.

Y así me despedí y me fui. Cabizbajo y pensando sobre lo que me había contado aquel señor barbudo con pintas de hippi de los 60. Seguidamente, al cerrar la puerta oí un grito de música y un humo sospechoso salía del despacho. Olí y me vino un olor familiar, ese olor que sale siempre de las puertas traveseras de los trenes o de los conciertos de Extremoduro. Hay que ver las drogas lo que hacen decir a las personas… La sensación de haber perdido el tiempo me invadió el cuerpo.