Boda (VI): El lettering y la búsqueda del lacre

El resultado del lacre

Si os acordáis del último post que escribí sobre anécdotas de la boda, os expliqué que hicimos una invitación atípica en vídeo. Un cortometraje algo desafortunado por el nombre – «El contagio» – que íbamos enseñando a nuestros amigos y familiares en tablets de casa en casa. Cuando se podía entrar, recordad que esto pasó en 2019, cuando socializar no te ponía en riesgo a ti y a tu familia. A pesar de la originalidad del vídeo, queríamos mostrar algo en papel para dejarlo de recuerdo y que indicara específicamente la fecha y la hora de la boda. Más que nada porque lo de hacer una boda con lugar y hora sorpresa nunca ha dado muy buenos resultados de crítica y público. Y ahí entró mi mujer y sus conocimientos bodiles resultado de investigar Pinterest a todas horas: descubrí el mundo del lacre y el lettering.

¿Por dónde empezar? Cualquiera de las dos cosas nos dieron dolores de cabeza. La idea consistía en guardar la portada del corto «El contagio» en un sobre lacrado. El sello de lacre serían nuestras iniciales sacadas de una web de estas de cosas cuquis, en letras cuquis, de las de vomitar purpurina al entrar. Y cada sobre llevaría el nombre de los invitados con, efectivamente, caligrafía cuqui llamada en el mundo del diseño «lettering». Empecemos con la parte del lacre, que parece sencilla. Parece. Si no nos complicáramos la vida de forma idiota, claro.

Encontramos una web que lo tenía todo para poder sellar con lacre. Es más, el ejemplo de sello de lacrado que tenían que nos gustaba usaba de ejemplo las iniciales de nuestros nombres. R y J. Fíjate tú qué casualidad. Nos habían diseñado el logo de la boda sin saberlo. Así que lo compramos todo allí, el sello, la pistola para lacrar y el… Bueno, el lacre no. Que parece caro. Vamos a dejarlo para una compra más adelante. Y seguramente, teniendo en cuenta que vivimos en Barcelona no será difícil encontrar alguna tienda que los venda. JA. JA. Y JA. Mentira todo. Cuando os digan que en una ciudad grande hay de todo, mentira. En internet hay de todo. En una ciudad no. Aunque eso sí, harás deporte en tu búsqueda.

Sí, aquello se convirtió en la búsqueda del tesoro. Acudimos a todas las tiendas posibles que vendieran, pues eso, cosas cuquis. Y no había manera. Tenían de todo, pero lacre no. Si no vimos en una tarde del orden de diez tiendas distintas por calles y calles del centro de la ciudad, no vimos ninguna. En algunas nos miraban con cara rara, nos escrutaban para ver si realmente habíamos nacido en esta época o veníamos de alguna máquina del tiempo de la era medieval. En otros lados encontrábamos lacre normal, de color rojo, con una vela incluida, pero necesitábamos de color oro o algún otro color que hubiese disponible. Recordad: mi mujer había visitado Pinterest. No hay vuelta atrás después de eso. No valía cualquier lacre.

Siete horas después, cuatro ampollas en los pies y tres litros de sudor empapando nuestra ropa decidimos desistir. Nos fuimos a casa atufando el metro y tomamos la decisión que debimos tomar en su momento al comprar la pistola de lacre: pedirlo en la misma web. Pagando por segunda vez, como auténticos idiotas, los gastos de envío con el agravante de haber pasado una tarde entera pateando la ciudad en busca de lacre. Moraleja: si te casas y puedes comprarlo todo de golpe, mejor así. Que luego todo son sorpresas. Eso sí, si os casáis lo de las dietas y el ejercicio también se lleva mucho así que si queréis pasearos para quemar calorías, allá vosotros.

Por si no fuera suficiente con hacer los 20 kilómetros marcha infructuosamente, decidimos pasar a tratar de hacer el famoso lettering en el sobre. Mi mujer se autoexcluyó de la posibilidad de escribir con caligrafía porque se declaró incapaz. Pero yo, que parece ser que soy el artista de la familia, debía hacerlo. Y además, no de cualquier manera, que lo iba a ver todo el mundo y la gente de Pinterest se lo curra mucho. Así que tenía que hacer lettering como los grandes profesionales. Me dijo que no era difícil, que había visto tutoriales en Youtube y que no tendría problemas, que yo soy un artistilla. Pero no me dijo toda la verdad: las habilidades artísticas nuevas no se aprenden en una tarde.

Ay, amigos. Cuando puse el tutorial de internet, lo primero en lo que me fijé es que en el lettering la gracia está en escribir la palabra completa sin levantar la mano del papel. Y hay una cosa que quizá no sabéis: yo soy zurdo. Y además zurdo de esos que ponen la mano rara por encima del papel que parece que estén escribiendo al revés y que, probablemente, desde el punto de vista de un observador externo, así lo hacemos. Así que mi primer intento haciendo lettering consistió en pintar el reverso de mi mano izquierda con rotulador del caro.

Imposible con esa posición, queridos lectores

Afortunadamente, las pruebas de letra no las hicimos sobre los sobres bonitos donde iría la invitación. Porque los siguientes intentos no mejoraron la cosa. El tema es que la cantidad de horas que tenía que practicar para tener un resultado medio decente superaban con creces las horas que tenía disponibles. El vídeo me lo dejó claro. La muchacha del tutorial decía con su acento latino – un día tendré que investigar por qué todos los tutoriales de Youtube están realizados en latinoamérica, ¿quizá aquí no nos gusta enseñar gratis? – que para hacer lettering todo era cuestión de «bajo duro, subo suave» que así sacado fuera de contexto suena un poco porno. O igual soy yo que tengo el oído sucio. Después de explicar como iba – y que yo, en directo, viendo el vídeo, iba sufriendo para intentar sacar un resultado medianamente parecido – va y suelta: «Y poco a poco, practicando cada día, en unos tres meses podréis conseguir lo mismo que hago yo». Toma ya. Tracatá. Tres meses. Pues como tardara tres meses para prepararme para poner nombres en las invitaciones, ¡igual entregaba las invitaciones en una postal desde el viaje de novios!

Por supuesto, en ese momento desistí y decidí, mientras mi mujer se tiraba de los pelos porque íbamos a entregar unas invitaciones indignas, que tenía que hacer algo que se me diese bien. ¿Qué se me da bien? Pues la informática, para que nos vamos a engañar. Así que preparé la impresora, busqué una fuente bonita en dafont y a base de Word, de medir bien los sobres y de colocarlo todo en orden, salieron unas invitaciones decentes. No había lettering, pero no sería por el trabajazo que nos llevó. Y luego alguien me preguntaba que por qué no escribía. Ay, santa inocencia…

No había tanta gente en la boda para el trabajo que tuvimos

2 Respuestas

  1. lopillas dice:

    Moooooorri , que te han pillao!!! Felicidades! Que tengáis muchos churumbeles y eso jajaja
    Besitos

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