Cómo cambiar de tema cuando te saquen la política en las comidas navideñas
Llego un poco tarde para salvar vuestras navidades con otro de estos posts de servicio público. Es probable que ya hayáis pasado por la Nochebuena y la Navidad con vuestra familia rota a base de jarronazos debido a un encontronazo entre tu cuñado, que acaba de descubrir un partido con nombre de diccionario y querencia por las banderas avícolas, y tu sobrino simpatizante del color amarillo chillón. Si es tarde, lo siento; si no, teniendo en cuenta que aún queda año nuevo, Reyes y lo que se tercie, aquí van unos cuantos consejos para cambiar de tema cuando el malrollero de la familia decida convertir una campechana y radiante comida familiar en un debate de La Sexta.
1. Incomoda al adolescente que haya en la sala presionándole sobre tener novia. En caso de no haber adolescente, presiona a un joven sobre la idea de tener hijos y sentar la cabeza. Adereza los comentarios con algún «yo a tu edad ya…», «pues se te va a pasar el arroz« o «acabo de ver un gotelé en el lavabo y nunca me ha gustado el estucado veneciano». Todo el mundo tendrá opinión, el adolescente te odiará; pero los demás ya tienen un recuerdo efímero de quién es el Presidente Torra. El dirigente con la sonoridad más francamente mamaria.
2. Anima a la pareja joven a comprar un piso. Como todo el mundo sabe, los pisos siempre suben y la burbuja inmobiliaria y la crisis del 2008 no existió nunca porque han venido los Men in Black a vaciarnos la mente de un flasheo. Mezcla en tus argumentos el infalible «alquilar es tirar el dinero». Total, cuando te vayas a dar cuenta tienes el piso pagado y ya no te hace falta vivir en él que la residencia está muy bien y te cambian el pañal cada cinco horas. ¿Quién no quiere un piso en propiedad para que sus hijos puedan malvenderlo en herencia? ¿Lo ves? Ya nadie se acuerda del último esputo de Pablo Casado.
3. Atraganta a la abuela con un trozo de turrón. Cuando alguien grite subido a la silla que Pedro Sánchez es un usurpador, aprovecha un bostezo de tu abuela para lanzarle turrón del duro a la boca. Nadie hará caso al lunático de la silla y aprenderás quién de la familia sabe dominar mejor la maniobra de Heimlich. Ponte cerca de él en la próxima cena de nochevieja a la hora de las uvas que nunca se sabe.
4. Habla de bodas. Si alguien se casa, siempre puedes sacar el tema de los preparativos. Podría ser que haya una pareja que aún no tiene pensado casarse, ¡pues sácales el tema! O bien, si es la primera vez que el sobrinito trae a su primera novia a casa, presiónalos con dureza. Crea un conflicto sobre el futuro de la relación para que se les atragante el postre. Todo sea por no hablar de los lazos amarillos en edificios públicos.
5. Si eres padre, explica con pelos y señales cómo fabricaste a tu hijo. «Pues no os imagináis lo que le gusta a vuestra madre ponerse a cuatro patas y que le agarre del pelo cual crin equina». Siempre puedes añadir algún comentario jocoso extra cuando los críos pongan cara de asco. Por ejemplo: «a ver si es que aún creéis que os trajo la cigüeña, que tengo acceso a vuestro historial de Internet». La cosa mejora más cuando los abuelos deciden meter baza y recordar viejos tiempos en los que las felaciones aún eran con dentadura. Conseguido: han olvidado el chalet de Pablo Iglesias.
Y hasta aquí los superconsejitos navideños de hoy. He de decir, en mi descargo, que en ningún momento he dicho que cambiar de tema político vaya a mejorar en algo la charla familiar. Cualquier tema es susceptible de generar tensiones y los poderes de El mundo está loco no llegan tan lejos. Pero sí os servirán para evitar abrir trincheras en el salón que siempre está bien. Que luego dejan el suelo perdido de arena. Así que con todo el cariño que os profeso, lectores míos, os deseo un poco tarde una muy feliz Navidad; y por supuesto, ¡que tengáis un muy muy muy feliz año 2019!