El activista comprometido que se hizo del PP por estrés
Llevamos cinco años de crisis, recesión y lo que te contaré morena. Tantos años de injusticias, noticias malrolleras, casos de corrupción y de lluvias doradas masivas perpetradas por políticos y banqueros pueden minar la moral de cualquiera. Esta es la historia de un hombre que tras una larga lucha terminó sucumbiendo al poder del lado oscuro.
Todo empezó en el 2008 cuando nuestro amigo anónimo, que no ha querido dar su nombre y al que llamaremos Pepe, se empezó a poner al día de esto de la crisis. Como la mayoría de la población española aprendió economía con Leopoldo Abadía y pronto se dio cuenta de la tremenda estafa en la que nos habían colocado nuestros amigos los políticos. Había que hacer algo. Y Pepe no se conformó con poner comentarios en Menéame con mucho karma. Pepe se puso en serio.
Empezó luchando por los primeros desahucios. Dando la cara por la gente que había tenido la mala suerte de elegir comprarse un piso en el peor momento. O creyendo que todo iba a ser jauja para siempre y que un peón de obra cobrara más de 2000 euros al mes era lo más normal del mundo. Daba igual el motivo. Él estaba de parte del más débil. Y el más débil no era Botín haciendo pesas a duras penas.
Luego llegó la primavera árabe. Estaba tan metido en el mundo del activismo que no le pasó por alto la injusticia sufrida por los pueblos del norte de África que se rebelaron contra el poder establecido. Así pues acudía a manifestaciones de solidaridad para con el pueblo árabe. Pero claro, los desahucios seguían sucediendo. Empezaba a acumularse la faena.
Poco después el fenómeno 15-M apareció y se hizo fuerte en España. Pepe no se conformó con asomarse a la puerta del Sol a las 9 de la noche poner los brazos en alto y quedarse en silencio. Pepe acampó. Tenía incluso las uvas preparadas porque pensaba quedarse hasta fin de año. Perdió su trabajo tras continuas ausencias injustificadas. Pepe era muy honesto y no decía que estaba enfermo. Pepe justificaba sus faltas diciendo que estaba en una asamblea. Pero todo eso tampoco le achantó. Total, ya no tenía que pagar alquiler.
La cosa se fue de las manos en la puerta del Sol y la policía decidió desalojarles antes de lo previsto a base de caricias y carantoñas que provocaron cientos de heridos. Pepe sufrió múltiples contusiones pero eso tampoco le desalentó. Siguió acudiendo a todas las manifestaciones, huelgas generales y lo que pillara por delante. Luchando por la educación, con la marea blanca de sanidad, del lado de los funcionarios públicos… Cualquier sector afectado por las políticas del Gobierno y de Europa tenía el apoyo de Pepe. Y no eran pocos.
Así pues llegamos a 2013 y probablemente Pepe había alcanzado el récord mundial del activista habiendo acudido a un total de 1453 manifestaciones. Ya había acudido a protestar por prácticamente cualquier tema que afectara a la sociedad. Sobre la deuda soberana y la modificación de la constitución, sobre el estado del pueblo de Siria… Y hace poco la gota que colmó el vaso fue Turquía. «¿También tengo que manifestarme por ellos?» – se preguntó por primera vez en su vida.
Fue el primer paso hacia el cinismo. Parecía una pregunta sencilla, de un activista agotado que no tiene por qué adherirse a todas las causas del mundo. Pero la realidad es que Pepe no daba abasto y se le veía francamente estresado. Había llegado a la conclusión de que el mundo no iba a cambiar por él. No le conocían por sus causas sino por «el de las manis». Y el poder del lado oscuro se le acercaba y le susurraba al oído: «Hazte del PP, hazte del PP, mira qué bien se vive y qué relajao»Y le pilló en un día tonto y aceptó. Se afilió al PP. Dejó de acudir a manifestaciones, solo de vez en cuando a las del Foro de la Familia. De repente consiguió un trabajo bien remunerado. A veces descubría en el bolsillo de su americana algún sobre inesperado. Se hizo liberal español: creía en el «laissez faire-demisamigos». Amigos que ya no eran los mismos, ahora eran todos grandes empresarios que facturaban miles de millones al año. Ya no le importaban las injusticias, era todo una arcadia feliz.
Pepe descubrió que siendo del PP iba a vivir mucho más relajado. Dejar de tener conciencia fue todo un alivio para él.
Le entiendo, no creo que haya ser humano capaz de ir a todas las manifestaciones, protestas y concentraciones que se producen últimamente, y solo cuento en Madrid, nada de hacer bolos por provincias.
Es un auténtico estés estar a todas. Hay demasiadas causas y cada día más… :(
Pobre Pepe, yo lo entiendo, hay tantas causas que si quieres abarcarlas todas te puedes volver loco -.-
El pobre tuvo que tomar una decisión drástica. Pero ahora es feliz.