Entrevista con un banquero
Llegué puntual a la entrevista en un conocido restaurante de Barcelona. Me esperaba sentado en la mesa, perfectamente colocado con su puro en la boca y el diario abierto por las páginas de economía. Se las aprende de memoria. Cuando me vio llegar señaló la silla con la palma de la mano abierta indicándome que podía sentarme, como si fuera la primera vez que yo veía una silla. «Por favor, siéntese» – me dijo. Yo le dije que ya era mi intención y que conocía la utilidad de las sillas, pero que si insistía me sentaba. Me dijo que no quería que saliera su nombre real en la entrevista, que prefería que le llamara por su pseudónimo. «Me gusta mucho este nombre, me siento tan anónimo, tan libre» Y exhaló el humo del puro por la boca. Estaba prohibido fumar en el restaurante, pero a ver quién contradice a un banquero. Así que le llamé Eleuterio Mocasines durante toda la charla.
Yo: Muy buenas noches, señor Mocasines. Pocas veces tiene uno la oportunidad de entrevista a un banquero importante, así que gracias por la deferencia.
Eleuterio: El placer es mío, me alegra tener esta oportunidad para que la pleb… Digo, nuestros clien… Digo, la gente de a pie pueda tener una idea de como somos los banqueros en realidad. Que no somos tan ogros como nos pintan.
Y: Si le soy sincero, eso le va a costar un poco. Lo primero, ¿por qué si reciben dinero público para facilitar crédito no lo hacen?
E: Ah, ¿pero era para eso? Yo pensaba que era para pagarnos las putas.
Y: Hombre, eso es lo que dicen los gobiernos tanto el del PSOE como el del PP. Les inyectan dinero público y así ustedes pueden limpiar sus, ejem, «activos tóxicos» y volver a abrir «el grifo del crédito«. Le hablo así de memoria, pero suelen repetir esas frases exactas.
E: Pues no sé. Alguna prostituta es un poco tóxica, pero tampoco es para tanto. Por otro lado, a mí no me han pedido ninguna explicación de lo que hago con el dinero. Así que si me dan dinero gratis yo encantado. ¿O usted no lo haría?
Y: Pero oiga, si les va tan bien, ¿por qué no dan crédito a empresas y particulares que están con la soga al cuello?
E: La pregunta es: ¿lo van a devolver? ¿Para qué les voy a dar dinero si a mí ya me va bien? El crédito es un negocio y ahora ya no es rentable. Por cierto, tengo unos pisos aquí para vender, ¿no le interesan? Los tengo bien de precio. Tenga, tenga. Mire.
Y: No gracias, no quiero hipotecarme. Precisamente quería pr…
E: Pero no sea tonto, si están muy bien. ¿Por qué no quiere un piso? Mire este, recién desahuciado. Corra antes de que un jipi lo okupe y le quite el sitio. Se lo dejo por 200000 euros. 40 metros cuadrados. Tirao de precio oiga.
Y: Será para usted. Precisamente quería preguntarle por los desahucios. ¿No cree que es injusto que gente que no puede pagar su hipoteca sobrevalorada, además de entregar el piso tenga que seguir pagando?
E: Dicho así suena feo.
Y: Vaya, qué sorpresa. ¿O sea que usted estaría de acuerdo con la «dación en pago«?
E: Ojo, ojo, ojo. Yo no he dicho eso. Está feo que no le paguen al banco. Qué desfachatez. Si pagaran su hipoteca nadie les hubiera echado del piso. Por cierto, mira qué piso, vistas al mar. Marina d’Or qué guay. ¿No le gusta? Ciudad de vacaciones. Allí podrí…
Y: Que no me interesa. No me venda más pisos que no quiero ninguno. Por lo visto les sobran muchos. Podrían bajarles el precio.
E: ¡Ja ja ja ja ja ja! ¡Ya me habían dicho que eras humorista! Bajar el precio de los pisos, nos ha jodío. Si nuestros activos son pisos, ¿no querrá usted un corralito? Corraliiiitoooo, corraliiitooo. ¿No le da miedo la palabra? Corraliiitooooo, uuuuhhhh. Es muy gracioso, digo corralito en La Moncloa y salgo con mil millones de euros en billetes sin marcar. Es una maravilla. Corraliiiitoooo.
Y: Bueno, al fin y al cabo la gente ya se está quedando sin ahorros y cada vez que rescatan a un banco, el que hundió el banco se lleva una pasta para casa.
E: Sí, es la moda últimamente entre mis amigos. Cuando quedamos para jugar al golf hacemos apuestas. A ver quién saca más pasta de indemnización cuando hunda su caja de ahorros o su banco. Son unos cracks. Yo no lo hago porque le tengo cariño al banco, nos va bien y era de mi papi. No es plan. Pero sino… Te quitas dolores de cabeza y te pagan una jubilación fabulosa. Ay, quebrar el banco… Quién pudiera.
Y: ¿Y no tienen ni un poquito de remordimiento de conciencia? Cada día hay miles de personas que se quedan sin nada.
E: ¿Remordimiento de qué? Mire, a mí no me hable con palabras raras. Yo si quiere, tengo aquí unos pisitos que…
Y: Sí, mire, oiga. Que yo no quiero un piso. Estoy aquí para entrevistarle, no para pedirle un crédito que al fin y al cabo no me daría.
E: Eso también es verdad. Pero te vendo el piso, es igual. Por ser tú. Luego te hago un descuento si te embargo. No pasa nada. Precio de colega.
Y: ¡Vaya gracias! Muy amable, pero… NO. Si yo ya me conformaría con que no me tratasen de ladrón cuando vaya a firmar algo. Resulta paradójico que ustedes cojan tanto dinero público y luego le pongan cuerda a los bolígrafos para que nadie se los lleve.
E: Eh oiga, a mí no me mire así. Si a mí me da igual, eso sí, si alguien roba un boli lo paga el de la taquilla. Los tenemos contados. Cuando se gastan pedimos que nos devuelvan el boli gastado. Todo un departamento se dedica a eso, ¿pero sabe usted cuanto gastamos en bolis al año? ¡Una barbaridad! ¡¡La de putas que se podrían pagar con eso!! Le vendo un piso.
Y: Y dale. Hablemos de las comisiones.
E: Me gusta. Click.
Y: No, si ya. Si ya sé que le gustan mucho las comisiones a ustedes. Cobran por todo. Un día nos cobrarán hasta por meter la nómina.
E: ¡Eh! ¡Qué idea! Cómo no se me habría ocurrido antes… Y es cada mes. Un euro, que ya ves tú a quién le importa un euro. Pero euro a euro. Pagaríamos el departamento de investigación de bolis perdidos. ¡Fantástica idea! Le regalo un pin.
Y: Nunca se han caracterizado por su generosidad, pero un pin… Ya podría regalar un piso, si total, ¿no dice que le sobran?
E: ¡Ja! ¡Ni hablar! ¿No le he hablado ya del corralito? ¡Corraliiitoooo! ¡Uuuhhhh! ¡Uuuuuhh! ¡Un político! ¡Oye! ¡Corralito! ¡Corralito! ¡Dame dinero! ¡Los ahorros de la gente! ¡Inversores! ¡Corralitoooo!
Y así se levantó de la mesa en cuanto vio a un diputado conocido, para intentar convencerle de las bondades de rescatar a los bancos. La entrevista acabó de forma abrupta, no tuve tiempo ni de decirle adiós. Eso sí, cuando me fui a girar me encontré de frente al camarero que dispuso hábilmente la cuenta delante de mis morros. Doscientos euros la factura. Y no comí nada. Como siempre, el banquero consume y el contribuyente asume.
jaja muy bueno Morri, sobre todo el final, tristemente gráfico.
por cierto, has visto? he tardado pero me estoy poniendo al día con tus entradas xD
¡Muchas gracias Patri! ^^
La verdad es que lo de ponerte al día te lo he puesto fácil con mi ritmo de actualización :P A ver si este finde publico algo nuevo y te hago ponerte al día de nuevo :P Saludos! ^^