Hacer la carta de los Reyes Magos


A franquear en destino

A estas horas los niños más lentorros estarán haciendo su carta a los Reyes Magos. Todo a última hora, luego de mayores serán los que estudien el último día antes del examen. En estas cartas los niños empiezan a entrenar lo que se llama capacidad de síntesis. Ellos desean el catálogo entero de juguetes del Carrefour, pero han de elegir unos pocos porque sus padres les han dicho: «Que estamos en crisis y los Reyes Magos no llegan a fin de mes». «¿Pero no son magos y tienen de todo?» – contestará. Y aquí es cuando los padres crean un trauma al hijo gritándole que los Reyes no existen y que se deje de chorradas ya, que tiene ya 20 años y los huevos negros. Leches.


Estas cosas pasan. Hay gente que aguanta las tradiciones hasta las últimas consecuencias. Probablemente ese era un chico de los que se continuaba meando en la cama hasta los 12 años. Lentitos que son algunos. De todas formas, eso no es lo que más temen los padres. Los que tienen hijos normales, lo que más temen es que éstos sean tan celosos de su intimidad que no les dejen ver la carta. «¡Que ño te la encheño! ¡É mía! ¡Y che la daré al Rey Majo! ¡Que é mu majo él!» Y el niño de 5 años sellando la carta para que los padres no la abran y chafardeen lo que pide. Cuando lo consiguen ven la realidad: «Cariño, tenemos un problema, nuestro hijo ha pedido una muñeca hinchable». Para que luego digan que los traumas son solo infantiles.


Cierto es que la chavalería que está apareciendo en este post no es la más habitual. Normalmente los niños lo único que hacen es pedir todo lo que ven en los anuncios de la tele. Lo que pasa es que si son tan suyos, los padres terminan cogiendo la carta a escondidas y haciendo fotocopias para ver qué ha pedido el dichoso niño. Que si una caja de playmobils, que si unos cochecitos, que si una Barbie Putilla, que si una katana… Aunque esto último quizá no sea lo más recomendable en según qué niños.


Aún así, hay niños que hacen la carta mucho antes, animados por sus padres que son los que dominan el cotarro. Aprovechan que en los pueblos montan paradas con los pajes y los llevan a hacerse fotos con ellos y llevarles la carta. Estos momentos han generado mucha tensión porque siempre hay un niño mamón que golpea al paje, le da pellizcos o le escupe. Nunca se sabe como van a reaccionar los críos. Entonces el paje se intenta vengar diciéndole: «Los Reyes son los padres niñato». Y el niño le contesta: «Ya lo sé joputa, toma otra patada». Y ¡zasca! Otra foto de un paje sonriendo falsamente con la lagrimilla en el ojo al lado de un niño con cara de cabrón comiéndose una chocolatina felizmente. Qué majos son algunos.


Lo más curioso es que no ponen sólo pajes. Sino que también hay Reyes Magos para hacerse fotos con ellos. Que por cierto, un inciso, de pequeño podía uno pensar que un Rey Mago era el Rey Juan Carlos haciendo juegos de cartas. Yo siempre esperaba el mensaje de Navidad por si se ponía a hacer lo del violín de Tamariz. Pero no, no era. Fin del inciso. Así que al ver los Reyes Magos en la calle, lo raro es que los niños no tengan ciertos dilemas mentales. ¿Si se supone que los Reyes llegan el día 6 qué hacen ahí sentados tocándose los dellonsis toda la tarde? Si tendrían que estar envolviendo regalos y poniéndolos en los camellos. Pero es que ahora ya no vienen en camello, vienen con RyanAir por un euro y se tiran una semana de vacaciones haciéndose fotos con niños. Eso hay que contarles.


Entonces el niño pide que le den el regalo ya, pero ese es otro tema. Pero la incongruencia más grande dentro del mundo de las cartas a los Reyes son aquellos niños que les dan la carta justo el día de la cabalgata. Es decir: hoy. ¿De dónde sacarían el tiempo los Reyes para comprar los regalos, envolverlos y meterlos en la cabalgata? ¿Cuántos pajes explotados tienen para conseguir su cometido? ¿Cobran el salario mínimo? ¿Por qué nunca se ha oído hablar de huelga de pajes? Si los controladores aereos aprovechan vacaciones para sus reivindicaciones, los pajes tendrían que hacer lo mismo para estas fechas. Debe ser que les pagan bien. O que temen tanto a una horda de niños enfurecidos por no tener regalos, que mejor no quejarse mucho.


Al final es todo un estrés. Sobre todo cuando el niño se pone nervioso cuando se da cuenta de que se ha olvidado lo más importante: «¡¡¡Ze me ha olvidao poner el Scalesstriiiiiii!!! ¡Melchóoóoó! ¡El Scalestriiii!» Y los padres tranquilizándolo. «Tranquilo hijo, si los Reyes lo saben todo». «¿Y entonce pa qué tanto rollo con la carta, eh papá?» Los niños preguntones pierden la ilusión mucho antes que los demás…


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1 respuesta

  1. vero dice:

    es una tonteria

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