Los sicarios y otros secundarios de las pelis de acción
Las películas de acción están repletas de gente dispuesta a morir. No hay grandes dramas ni grandes llantos. Mientras en otras películas muere solo una persona y se arma un llanto en la sala de cine del cagarse, en las de acción mueren a cientos y la gente asiste al espectáculo impasible. Son esos actores secundarios que nadie quiere. No sólo no les conocen, sino que además, si se mueren lo celebran. Supongo que para evitar esa empatía para con los actores se les pone un guión con una situación absurda para que cuando sea abatido a tiros la gente piense: «Joder, es que es imbécil, merecido lo tenía» Y ni llantos, ni tragedias, ni nada. Ni siquiera ponen un plano de su familia e hijos llorando ante la noticia del asesinato de su padre. Pobres sicarios.
Y mira que sería sencillo. Eres el guionista, puedes inventarte cualquier situación, o por lo menos cualquier situación que la productora esté dispuesta a pagar; pues, leches, crea una secuencia que al menos sea mínimamente coherente. Que no realista ojo, que al fin y al cabo si aceptamos que un monstruo del tamaño del Empire State arrase una ciudad; ¡qué más nos da que un salto del protagonista fuese imposible de suceder! Pero ese es otro tema. Estoy hablando de que los sicarios no sean necesariamente idiotas. Que si pierden, que sea por la pericia del héroe como en la saga Bourne. Pero no porque los malos sean unos lerdos como en La Jungla de Cristal.
Esto pasa muy a menudo, los sicarios son unos hachas si se encuentran con los secundarios del bueno; pero son unos inútiles funcionales si se encuentran con el héroe. Ya pueden ser las tropas de élite del ejército de los EEUU que les hacen una emboscada y les matan a todos. ¡Pero no porque la emboscada esté bien hecha! Sino porque los soldados se cubren y cuando van a disparar no sacan lo justo la cabeza, apuntan y disparan, no señor. Sacan el cuerpo entero y disparan a lo loco mientras gritan: «Groaaaaaa, ¡moriiiiddd mamones!» Y el plomo enemigo sobrepasa su cuerpo mientras éste sufre espasmos múltiples. Entonces sale su amigo: «¡¡Nooooouuuoooo!! ¡Jooooeee!» Y se levanta de su posición a cubierto mientras grita: «Grooaaa, ¡moriiidd cabronesss!» El guión cambia mamones por cabrones para no resultar repetitivo. Luego tendrían que hacer la escena de la autopsia: «¿Por qué murió?» «Por imbécil, doctor, por imbécil».
Los sicarios sufren las mismas manías. Cuando se quedan frente al héroe o héroes protagonistas olvidan lo sucedido minutos antes con los secundarios y cometen los mismos errores. Esto en un simple tiroteo, pero muchas veces los sicarios son enviados a buscar al protagonista a alguna habitación oscura. Si fueras alguien que busca a una persona que sabes que está dentro de una sala y sabes que te quiere matar… ¿Gritarías a los cuatro vientos: «sal, no tienes escapatoria Jimmy, no te hagas el héroe»? ¡Coño, que te va a ver! Pero nada, ellos caminan tan tranquilos por la habitación, con una metralleta del quince, proclamando a los cuatro vientos que no le van a hacer daño. «Noo, Jimmy, no te voy a hacer daño, esta metralleta es un regalo de la comunión y la llevo de colgante, no te preocupes» Evidentemente, el héroe no es imbécil y le mata. ¡Leches, se lo merecía!
Los secundarios tienen otra extraña manía que ya ha sido parodiada en múltiples películas de risa como Hot Shots. Esta es: mencionar a la novia, los planes de boda del futuro o dejar firmas de pólizas de seguro a la vuelta de su misión. ¿Hay alguien más candidato a morir en una película que esta? Sólo hay que ver Pearl Harbor, sólo uno de los dos protagonistas mira la foto de la novia en toda la peli. Adivina quién la palma. Otra opción es si mencionas retirarte, cuando un secundario da a entender que quiere dejar el cuerpo de policía porque no está preparado, un mal rollo te recorre todo el cuerpo. «Johny, creo que no estoy hecho para esto, la sangre me da cosica». Tarde o temprano será abatido. ¡A quién se le ocurre!
Otra manía absurda que tienen los malvados sicarios y los secundarios, es que cuando tienen el protagonista, o el antagonista, a tiro; siempre intentan fastidiar esa oportunidad. La primera manera que tienen para desaprovechar su momento de gloria es el gritar. Tienes a un tío a tiro, le apuntas, pasa cerca tuyo y en vez de disparar gritas: «Uuuaaaaajaaaaa» Y te lanzas encima de él para pegarte de puñetazos. Emm. Hijo mío, ¿qué haces? ¿Es absurdo? Sí, quizás sí. Le da cierta emoción a la peli, pero, ¿no hay otras maneras de dar emoción a una peli sin provocar vergüenza ajena? La segunda manera es gritar: «¡Ya te tengo!» Apuntar al protagonista con la pistola y entonces le cuentas tu vida: «Mira, después de matarte pienso hacer una barbacoa en casa con mi mujer y mis hijas, que me están esperando; luego irme de vacaciones a las Seychelles con el dinero del robo; y más tarde pienso… Agagghghhhh» Ya está muerto con un cordón de zapato del amigo del protagonista que llega justo a tiempo.
Por no hablar de la endémica mala puntería que tienen. Yo no entiendo como soldados superentrenados, antiguos mercenarios de operaciones especiales enfadados con el estado por haberles echado a la calle no son capaces de apuntar a un blanco fácil a dos metros. No sé si son los nervios de las cámaras, de la situación, o que dejaron el ejército por problemas de Parkinson; pero leches, ¿de dónde ha salido esa puntería tan pésima? La próxima vez que quieran matar al protagonista que apunten a otro lado a ver si así le dan, porque sino no hay manera. Eso sí, como bien he dicho al principio de este post, si es para disparar a actores secundarios no fallan una. Qué poco solidarios son con sus propios congéneres.
A pesar de todo, las mejores escenas de tensión se viven cuando las pistolas se van al suelo. Aquí no se libra ni el protagonista. Porque por alguna razón, aunque te estén pegando de tortas en la cara, en vez de defenderte alargas la mano ahí arrastrándote. Poco a poco, el dedito que no llega y ¡zas! De repente te conviertes en Boomer y alcanzas la pistola y adiós malo, adiós sicario y acabó la película. Ya puede besar a la novia. Que sean felices y que coman perdices.