El señor que aprendió a manejarse por internet para jugar al bingo

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Petándolo

La afición de Kevin Guero por el bingo venía de lejos. Cuando era un crío, sus padres le iniciaron en el mundo de la línea, los cartones y el bingo cuando tenía la tierna edad de cinco años. Entonces, Kevin ya sabía perfectamente como acumular los suficientes garbanzos, alubias y lentejas para apostarlas a su cartón preferido. Al cabo de pocos años, Kevin era un gran jugador de bingo. Más bien, tenía una potra de campeonato. Así fue como acumuló su gran fortuna de guisos de la abuela. Siempre que había un potaje, allí estaba él con su carro de legumbres.

De más mayor, harto de acumular grandes cantidades de legumbres y de que sus amigos le llamaran IronMan debido a la cantidad de hierro que acumulaba en sangre, decidió aprovechar su inmensa e inexplicable suerte con el bingo para ir a jugar en serio a la caseta de bingo más conocida de la ciudad. Pronto se hizo conocido en la caseta porque siempre ganaba. Daba igual el cartón que llevara, la suerte iba hacia él. Tal punto fue así, que convirtió el bingo en su forma de vida y su profesión. No necesitaba currículum, él era Kevin Guero: binguero profesional. Y de eso vivía. De cantar línea.

Pero llegó la vejez y con ella las dificultades para acceder a todos los lugares donde se jugara al bingo de la ciudad. Desgraciadamente para el señor Guero, ganar al bingo no cotiza en la seguridad social y su pensión dependía directamente de ganar al bingo esa semana o no. Debido a sus incipientes problemas de salud, principalmente de cadera, Kevin no podía desplazarse para ganar su dinerito. Así que tuvo que buscar una solución, puesto que su suerte seguía intacta. Allá donde Kevin ponía el cartón, las bolas del bingo bajaban a su favor. ¿Qué solución le quedaba? Internet.

Decidió aprender a manejarse en el mundo de la red gracias a su nieto Juanpa Guero. Este le hizo un curso intensivo y le costó bastante. Para empezar tuvieron que pagar varios ordenadores por la eterna confusión que sufría Kevin cuando su nieto le decía que «encendiera el ordenador». El PC siempre terminaba en llamas. Otro día fue un mosqueo del abuelo con su nieto por su afán en querer «cerrar las ventanas» cuando hacía mucho calor en la habitación y no hacía falta. Pero poco a poco Kevin se fue adaptando al manejo del ratón y consiguió moverse por juegos de bingo por internet. Su toque mágico lo mantenía: su cartón siempre era el premiado.

Y así le fue a Kevin en su tercera edad, haciendo imposible ganar a todos los demás jugadores de bingo de la misma sala; pero él feliz con su pensión personal. Ganada a pulso con sus habilidades y su suerte. Pero Internet ya se sabe como es, así que Kevin descubrió a su vez las páginas de chicas ligeritas y tal y como se lo gana en el bingo se lo gasta en regalitos virtuales para muchachas de buen ver. Ay el vicio, Kevin. El vicio. Así, gracias a un curso de su nieto el informático, el señor Guero consiguió ser feliz.

2 Respuestas

  1. Luiiz Leyva dice:

    Hahahhaha que risas xD y mas que no caí en el nombre del señor Guero hasta la tercer o cuarta vez hahahaha

  1. 16/12/2013

    Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: Petándolo La afición de Kevin Guero por el bingo venía de lejos. Cuando era un crío, sus padres le iniciaron en el mundo de la línea, los cartones y el bingo cuando tenía la tierna edad de cinco años. Entonces, Kevin ya sabía..…

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