IKEA y las mudanzas
¡Vaya! – diréis. Menuda jeta este tío. ¡Pues no lleva tiempo sin actualizar el blog! Pues sí. Resulta que he tenido unas semanas de lo que se llama estrés de mudanza. Que no es un señor mudo que se me pone a bailar por la calle y no me deja tranquilo, no. Es que he hecho una cosa que hoy en día es un hito: independizarme antes de los 30. Esto significa principalmente dos cosas: he vivido mi primera mudanza y he descubierto el mundo de IKEA, que no hay persona que escriba cosas de humor y no haya hecho nunca un chiste sobre IKEA. Así que hoy, yo no seré menos.
IKEA me encanta, sinceramente. Es el LEGO para treintañeros. Son los auténticos reyes del self-service. Yo me imagino al tío que se le ocurrió la idea una tarde de otoño, en el que llevando un mueble a casa de su compatriota Hüngkelund Hänsen Gromënauer se le cayó al suelo y se le hizo pedacitos. «Mire señor Hün, abrevio porque no tengo todo el día, podemos llegar a un acuerdo: yo le cobro más barato este mueble si accede a montárselo usted mismo. Le dejo las instrucciones, ala, hasta luego» Y se fue. Y el señor Gromënauer se montó el mueble por sí solo: «Pues no era tan difícil, ¡y encima me ha salido más barato!» Y así nació IKEA. Por un patoso.
IKEA es fantástico. A mí me encantan además los nombres de los muebles. Tienen unos nombres tan tremendamente complicados… Y los hacen así queriendo: así te resulta más difícil pronunciarlos que montarlos. Con esas diéresis y esas bolitas encima de las A’s. Nunca jamás seremos capaces de pronunciarlos, pero y lo cucos que quedan. Estos suecos han conseguido, además, demostrar otra cosa: los españoles no somos tan vagos como nos pintan. Si hay que montar el mueble se monta. Y no sobra ni una tuerca. Lo tienen todo milimétricamente calculado, se nota que los preparan allí en Suecia y luego los mandan para aquí en forma de Tetris dentro de camiones. Si pusieran las piezas aquí en España medio país estaría comiendo en el suelo. Ojo, que algunos pagan una pasta por comer así cuando van al japonés. «Es que es super guay así» – sí, y incómodo de cojones, pero eh.
Y esos manuales tan bonicos ellos. Con un señor dibujado que llama a IKEA por si tiene problemas. No intentéis buscar el teléfono: no está. «Si tienes problemas llama a IKEA, pero aah, no te decimos el número, ¡lo buscas tú! O mejor, ¡lo montas! JA JA Qué ingeniosos somos» O algo así es lo que significa ese dibujito. Eso sí, te lo dan todo paso por paso para que lo puedas hacer sin muchas dificultades. De todas formas, montar un mueble de IKEA es como hacer un Powerpoint: cuando lo terminas te crees el puto amo por lo bien que ha quedado, pero en realidad lo puede hacer cualquiera.
A todo esto, los muebles hay que transportarlos. Una mudanza tiene estas cosas: mueves a medio planeta. Tus amigos te rehuyen las miradas… Yo he tenido suerte porque he tenido mucha ayuda y los amigos y la familia no se me han escaqueado. Es más, ¡se han ofrecido! Aunque es posible que para la próxima tengan muchas cosas que hacer… Porque subir y bajar muebles podría considerarse un deporte olímpico. Yo estuve por proponer hacer carreras contrarreloj para ver quién conseguía subir las baldas más rápido, pero apostar con tu padre está feo.
Lo peor de las mudanzas, más que el trabajón de llevarte las cosas de un lado a otro es quedar con los transportistas para que te traigan las cosas al piso. Por ejemplo, esos horarios. «Mire, que vamos a venir de 10 a 14, imaginamos que no tiene nada que hacer durante la mañana así que espérese en casa que ya llegaremos». Ya llegaremos. Yo propongo horarios más descarados: «Durante la semana que viene, un día de estos a una hora indeterminada llegaremos y le traeremos su lavadora. Pida vacaciones en el trabajo si eso». Lo mejor es que te dan un rango de cuatro horas y aún así llegan tarde. La logística en España nunca fue fácil.
Y así, entre pitos, flautas y tuppers me instalé en el piso para ganarle unas cuantas horas al día. Se acabó el viajar en tren a diario y escuchar acordeones desafinados. Y lo que tiene más implicación en la web: voy a tener tiempo de actualizar, así que no os extrañe si vuelvo a escribir posts un poco más cortos, pero más frecuentes. Es un propósito de mayo nuevo.
ahora toca inaugurarlo por todo lo alto con tus queridos lectores de El mundo está loco no? ;)
yo me he comprado tres cosas en IKEA: una especie de cajonera de aluminio que uso de zapatero (no me gustaban los zapateros xD), un espejo y unas copas de vino. Los cajones a veces se me salen y las copas duraron un lavado cada una jaja, pero bueno, el espejo está perfecto.
Bueno, tendré que ampliar un poco el espacio para que cupiéramos todos, sino lo haré por turnos! :P
Ostras, no te han salido muy bien los muebles. Yo espero tener más suerte que son sillas y mesas… Y no quiero que se me caiga nada. Yo apreté bien los tornillos y tuercas :P Pobres copas, eso sí que es verdad que en según qué cosas la calidad pues es la que es. Las copas no las montas tú. Aunque estaría bien que te dieran un soplete y tal.
Enhorabuena hombre. Casualmente yo también me acabo de mudar hace un par de semanas. En mi caso empaquetar y trasladar los muebles no ha sido lo más traumático, claro que yo de momento tengo todo el tiempo del mundo porque no tengo otra cosa que hacer que echar currículums, sino transformar la antigua casa de cueva del caco como se la entregaron a mi esposa antes de conocernos en el palacio de Linares (la casa, no donde nos conocimos).
Lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿avisaste a tus padres que pudiera ser que un tupper volviera a casa buscándote? Yo sólo pregunto.
Sun salud☼.
PS: A disfrutar de la casa con salud.
¡Muchas gracias! :D He dejado el teléfono para que el tupper pueda encontrarme en cualquier momento. He puesto hasta carteles por las calles con mi número: cualquiera que vea el tupper que me avise, lo echo de menos. Lo he sustituido por otra bolsa y otros tuppers, pero nunca será lo mismo sin él. No puedo seguir. Me emociono.