Los regalos de San Valentín

Hoy, queridos lectores, ha sido San Valentín como todos sabréis. El año pasado hice un monólogo en plan general para la radio, pero hoy os quería hablar de los regalos que hace la gente para sus parejas en este día tan… ¿Especial? Hoy es el día al que muchos llaman del sexo por amor porque parece que la gente necesite una excusa para fornicar como si el puro placer no sirviera como una buena excusa para ello… Pero también hoy es un día conocido como el del amor por interés te quiero Andrés, en el que un novio se puede jugar la vida si su regalo no está a la altura de lo que se supone su amor eterno e inmutable. Oooh.


Y es que ayer asomarte a dar una vuelta por el centro era ver a chicos y chicas desesperados por comprar el regalo ideal para su pareja al día siguiente. Ellas lo tienen claro, tanga comestible de corazones y una buena sesión de sexo. Los hombres tenemos la fama de ser simples y parece ser que los demás días no hay demasiada juerga. La cosa está muy mala por lo que parece. Ellos tienen tendencia a buscar la cursilería más apañada aunque se sonrojen en la tienda. Yo ayer ví a uno comprando un corazón gigante y le miré, me miró, le volví a mirar con cara de pena y él me miró con cara de cordero degollado como diciendo: «Tío, lo que hay que hacer para tener un polvo seguro».


¡Un peluche de forma de corazón con brazos! ¡Por favor! Se habrá visto cosa más hortera. Donde dentro ponía: «Te quiero mucho corazón». Como queriendo decir, ¿sabéis? Además todo eso lo adornan con tarjetitas especiales de San Valentín, todas muy graciosas y apenas cursis. Si quieres comprarle un regalo a tu chica o chico sin ser cursi en San Valentín, o te vas a la FNAC y le compras un libro o lo llevas claro. Y aún así, te lo envolverán con papel de corazones y tendrás que poner cara de: «Es lo que hay hija, destroza cuanto quieras ese papel». Y es el único día del año que no te da pena cargarte el papel de regalo.


Pero vayamos a los regalos más clásicos de todos. Porque San Valentín, si algo tiene, es clasicismo. La gente le puede dar por regalar rosas o flores en general. Pero esto tiene una dificultad. Como aquel chico que un día le dijo a su chica: «Como eres mi reina te voy a regalar una corona de flores». Menudo susto en la casa al llegar el regalo, ya se pensaban que la había espichao el abuelo y la funeraria se había apresurado a llevar las flores. Sin embargo muchos chicos también regalan bombones a su chica en cuestión, ahora con el tema de las dietas y los traumas con el peso les compran bombones light. Con el consiguiente peligro de que les digan: «¿Es que me ves gorda o quéeéee eehhh?» Y esa noche ya no hay polvo, cosa que también se pierde ella, pero por una razón aún no explicable si no se fornica el perjudicado parece ser sólo el tío. Cosas inexplicables del mundo.


Regalar un peluche es otro de los regalos clásicos de San Valentín. Un osito con un corazón en el pecho que cuando le tocas la oreja dice: «Te quieroo muuuchooo». Con el consiguiente ay de la chica en cuestión. «Aaayy, qué mooono el oso, qué romáaantico». Los osos tienen un problema clave, y es el espacio. Que la gente le da por comprar osos gigantes y luego la chica ya no cabe en la habitación. La madre cuando enseña la casa va avisando a las visitas. «Aquí tenemos el lavabo, aquí el comedor, aquí la habitación de la niña, y al lado el cuarto del oso, tiene lavabo propio y todo».


Luego ya pasamos a la gente más ricachona o directamente a la gente suicida. Son aquellos que aunque lleven dos días con la chica o el chico en cuestión se regalan cosas carísimas llegándose a hipotecar el sueldo de un mes. Se regalan joyas, diamantes, cadenas de oro, pda’s, coches de lujo, naves espaciales… En fin, de todo. Son los que hacen que el día de San Valentín llegue a llamarse el día del amor por interés de forma totalmente contundente. Después se enfadan a los dos días y no se devuelven los regalos, y con razón. Son del tipo de personas que siempre se echan novia dos semanas antes de su cumpleaños y la dejan unos días antes del cumpleaños de ella, para luego volver a la semana siguiente. Todo sea por ahorrar.


Y es que aunque digan que el amor es desinteresado no se lo creen ni ellos. Cuando muchos vigilan el precio de lo que compra él y lo que le compra ella y calculan la diferencia se mosquean si ella se ha gastado menos. Oye, si quieres regalos equitativos en pasta no le compres nada, ni ella a ti y que cada uno se compre lo que quiera para sí mismo. Eso sí, si tienes una novia o novio rata pues al final pasa factura, si tú le compras unos pendientes de plata de ley y ella un pin de La Caixa pues eso puede acabar siendo noticia en la página de sucesos, así que cuidadín.


El caso es que hoy, todos los enamorados o los que dicen estarlo han debido regalar algo para quedar bien con su pareja, aunque creo que cada día hay más parejas que deciden no regalarse nada en San Valentín porque queda cutre. Las modas ya no son lo que eran.