Los imitadores de personajes amateur

Muchos de vosotros seguramente tendréis algún amigo o amiga que sabe imitar a alguien. Que en algún momento, en algún registro de su voz es capaz de hacer parecer que la que habla es otra persona. Algunos de esos amigos se acaban dedicando a ser imitadores profesionales porque tienen en las venas la facilidad de ponerse en la voz de otros, como por ejemplo, Carlos Latre. Ejemplo de persona a no seguir si te quieres dedicar a la tele. ¿Por qué? Porque hubo una época que incluso yo, que estaba tan tranquilo comiendo en casa, cogí una cucharada de puchero de arroz con garbanzos y salió de golpe Carlos Latre imitando a Carlos Jesús. Y hasta ahí podíamos llegar, mi abuela se asustó y creyó que era una aparición. «Milaagro, milaaagro», en fin, un follón en casa. Asi que claro, el hombre está quemado.


Sin embargo, la mayoría de los imitadores no se dedican profesionalmente. Bien, yo soy un pequeño ejemplo ya que incluso en esta web habéis sufrido un par o tres de veces mis imitaciones. Primero haciendo un debate con cuatro personajes en los que después de acabar casi me ahogo, el segundo haciendo una imitación del Rey un tanto dudosa y el tercero haciendo una entrevista a Ricardito Bofill. Así que como véis, ejemplos los hay por todos lados. Incluso aquí. Pero eso sí, no me dedico profesionalmente porque en la tele es más fácil que te lapiden al estilo La vida de Brian, que incluso antes de entrar al plató ya venden las piedras de distintas formas, hasta con punta, para ver con cual te hacen más daño…


Lo más curioso de los imitadores de voces amateur es su capacidad para aparecer en cualquier sitio. Aparecen sin llamarles en algún momento al más puro estilo llamada en pleno acto amatorio. Nadie las pide, nadie las quiere, pero ahí están. Hay una ley no escrita en los programas de televisión y es esta: «Deja en algún momento que llame el público para decir algo, y mientras más tiempo dejes la probabilidad de que alguien llame imitando a Torrente es de aproximadamente el 100%». No falla. Siempre sale alguien imitando a Torrente y además con ingenio e inventiva: «¿Nos hacemos unas pajillas? jijiji» Y oye, todo el mundo se parte. No he visto momento cómico más repetido que siga haciendo gracia por más que lo repitan, no sé para que me mato en hacer guiones.


Porque esa es otra, no hay imitador amateur que se precie en un grupo de amigos que no sepa imitar a Torrente. Es la imitación por excelencia. Yo no sé antes de Torrente a quien se imitaba… Bueno, sí, sí lo sé. A Chiquito de la Calzada. El hombre con más imitaciones por metro cuadrado. Hubo una época que en un bar, cada mesa tenía a alguien que de golpe se levantaba de un salto y con una pierna levantada decía: «Essheee que lleegaaa y diseee jaarll pecadorrr» Y todo el mundo a partirse. Y es que: ¿Por qué nos hace tanta gracia una imitación? ¿Por qué todo el mundo se ríe y dice: Jajajaj , es clavado? Aunque lo que diga no tenga ni puñetera gracia. Lo guapo, eso sí, es cuando coreográficamente todos los imitadores del bar, por algún tipo de telepatía especial, lo hacían a la vez. Qué espectáculo oye.



De todas formas, ya fuera de nuestras fronteras, el fenómeno de la imitación amateur es mucho peor. Sí, parece mentira, pero lo es. ¿O es que no hay algo más patético que un imitador de Elvis en su época más patética? ¿Por qué no ya puestos lo imitan cuando el hombre aún no se le había ido la cabeza? La respuesta es que probablemente los imitadores están peor. El otro personaje también muy imitado es Michael Jackson, el cual mucha gente emula dando grititos y tocándose el paquete de forma muy divertida. Dicho así parece otra cosa, pero imitan a Michael Jackson. Espero desde aquí que no lo imiten en otro tipo de cosas fuera de la parte artística, que como dicen en la Hora Chanante: «Me gustan mucho los niños, no tanto como a Michael Jackson…» Así que ojito con las imitaciones.


Por lo tanto, como podemos ver queridos lectores, las imitaciones de personajes de la vida pública forman parte de nuestra sociedad. Tanto aquí como allí como en cualquier sitio. Pero las imitaciones, como todo, sino tienen un buen guión detrás, no sirven para nada. ¿O es que alguien le hace gracia realmente que digan siempre «nos hacemos unas pajillas»? Ojo, sin mariconeo.