A situación complicada, soluciones complicadas

Este post va a ser básicamente un experimento en el que llevo cierto tiempo pensando. Es un post participativo, que requiere de los lectores cierta implicación. Consiste en que yo comienzo una historia, la cual tiene tres finales distintos que se pueden diversificar en varias ramas. Vosotros, queridos lectores, debéis de elegir una continuación de la historia y, o bien poner en los comentarios vuestra decisión, o bien además de en los comentarios, seguir la historia en vuestros blogs, con distintos finales también a escoger. Lo suyo es acabar con una historia, larga pero absurda, que haya pasado de blog en blog. Ahora, si os parece la idea interesante, os paso a contar la historia. (El género se puede cambiar, es decir, si hablo de una chica, si es una chica la que sigue la historia puede hablar de un chico, hay libertad de elección)

Había quedado con una chica espectacular, de esas que te quitan el hipo, y no porque te diera un susto de lo fea que era, sino porque era tremendamente guapa. La chica que todo el mundo soñaba. La tenía que llevar a un lugar de diseño, de estos modernos en los que disfrutaras más de ver lo bonito que era el lugar que de las cocacolas a 3 euros que te clavaban. El problema vino después, en mitad de la conversación: un retortijón. Cara de susto, los ojos clavados en los ojos de ella mientras por debajo de la mesa intentaba mantener el tipo apretando las nalgas y las piernas contra la silla.


«Ahora no». Pensaba mi cabeza. Si se me escapaba un pedo ahí en medio podría perder a la chica de mis sueños por siempre jamás. Así que con la excusa: «Tengo una emergencia» Salí raudo y veloz al lavabo, de diseño por supuesto, para soltar todo ese peso que debía quitarme de encima. Una vez allí, después de intentar distinguir entre una letra china que simbolizaba el hombre y otra que simbolizaba la mujer, y equivocarme por supuesto, me metí a toda prisa en el water y relajé todo el esfínter.


Con tal mala suerte, que con las prisas, no me fijé en que no había papel. Menuda cara de tonto que se me quedó. Para entonces era demasiado tarde, debía escoger entre tres opciones, ¿qué debía hacer?:

a) Quitarme los calzoncillos, limpiarme con ellos y lanzarlos a la basura. Total, no me había fijado y aquel día llevaba unos viejos, tampoco perdía nada, y así, si luego el tema iba a más, una pieza menos que quitar si hay prisas. Eso sí, la chica puede pensar que soy un guarro y voy sin nada debajo del pantalón porque ya pensaba de antemano que íbamos a hacer algo…


b) Salir de mi water, haciendo el pingüino con los pantalones bajados e intentar buscar entre los otros waters vacíos algún rollo de papel para poder limpiarme, con el riesgo correspondiente de encontrarme a otra gente y que me vieran en pelotas…


c) Supongamos que el lavabo en realidad era unisex, decido salir en pingüino y la chica espectacular también decide ir al lavabo en ese momento. La posición medio de cuclillas, con los pantalones bajados, y oliendo a desecho humano no es precisamente la mejor forma de declarar tu amor. ¿Como lo explicas?


Pues bien, aquí tenéis las opciones, aquí está la historia, y a ver si os atrevéis a continuarla, y a ver a donde llega. Espero que participéis.