Conducir por el pueblo: Los lechuguines
Hay un momento básico en todo conductor, y este es su paso por la autoescuela. Todos, absolutamente todos, hemos ido a la autoescuela antes de coger el coche asiduamente, excepto un negrito que venía a la autoescuela en coche… Pero ese es un caso aparte.
El tema autoescuela da para mucho, pero hoy me voy a basar en cuando salimos de la autoescuela. En cuando nos convertimos en los llamados lechuguines. Es decir, en novatos.
Y es que nadamás salir de la autoescuela nos marcan, venga, ponte una L en la parte trasera del coche y a lucirla. No saben que todo son desventajas a la hora de llevar la L. En teoría debes de llevarla durante un año (aunque yo la llevé un mes, cuando se cayó la dejé en la bandeja y listos); y en ese año tienes que ir a 80 kilometros por hora como mucho. ¡¡Pero si cuando más corre la gente es recién salidos de la autoescuela que han estado reprimidos durante horas por el profesor!!
El caso es que te marcan, para que todo conductor que lleves detrás sepa que eres un novato. Para quien no lo sepa, el saber popular ha llamado a los novatos con el tiempo lechuguines. Viene de la gran inventiva ciudadana al ver una L blanca con fondo verde, el verde recuerda a la verdura y la L a la primera verdura que te viene a la mente con la letra L. Por lo tanto lechuga, y por lo tanto, el que lleva la L lechuguín. Gran saber popular, igual que una plaza de mi pueblo que hay un monumento raro que nadie sabe lo que es, y como todo el mundo pasaba y decía:
– Joder, ¿que coño es eso?
Se quedó en plaza del coño. El saber popular, cuanta sabiduría nos da.
Pero lo peor no es el nombre que te ponen para los demás conductores, es el extraño efecto que provoca en el conductor de detrás del que lleva la L. El conductor que va detrás pasa a ser piloto, y de repente empieza a tener una prisa tremenda. Le comienzan a dar espasmos sobretodo en el pie derecho con el que comienza a dar acelerones, mientras mira por su ventanilla izquierda si viene alguien por el carrir que va de frente, ganas de adelantar, de correr, ¡¡de matar si hiciese falta!! Pero como todo eso no lo puede hacer le queda el poder del pito, me refiero al cláxon.
Pitar como un poseso, la L, que viene del inglés learning, te obliga a pitar. Debe de ir al estilo de la publicidad subliminal, implícito en la letra. Y es algo que a la mayoría de los conductores nos pasa, una vez nos quitamos la L, se nos olvida que una vez fuimos lechuguines, que a quien se le calaba el coche también era a nosotros…