El genérico masculino/femenino: vamos a ponernos de acuerdo

Desde hace ya unos cuantos años que movimientos feministas denuncian que el lenguaje es sexista. Que hay términos que denotan que aquellos que acordaron las reglas muchas décadas atrás eran en su mayoría machistas. O al fin y al cabo, reflejo de las sociedades en las que vivían. En algunos casos se ha dicho medio en serio, medio en broma. Por ejemplo: «coñazo» es negativo y «cojonudo» es positivo. Este tipo de simplificaciones son peligrosas porque luego resulta que alguien con unos «santos cojonazos» es un idiota, aunque es extremadamente difícil encontrar un término positivo con un genital femenino. Pero el debate es más profundo que este – por mucho que estas palabras estén en las partes bajas – porque el eje de la lucha contra el lenguaje sexista es el masculino genérico.

Y aquí nos topamos con la RAE: la Real Academia Española. La institución que fija y da esplendor a esta nuestra lengua. Vista desde fuera, mucha gente cree que están anclados en el pasado y que son todos unos abueletes reacios al cambio. La realidad es que periódicamente van añadiendo palabras nuevas al diccionario y modificando algunas reglas, a veces con la idea de crear debates encendidos en Twitter sobre el acento diacrítico del «solo«. A mí me gusta imaginar a los académicos sentados en sillas gigantes con la forma de la letra del abecedario que representan. El de la W cagándose en todo porque le pincha el culo, el de la P sentado en el agujero colgándole las piernas… Y todos con bastón de poder, excepto Pérez Reverte que llevaría florete por si se tercia un buen duelo a espada sobre la introducción de «cederrón» en el diccionario. Cederrón, ¿cómo pudo pasar? Qué bonito hubiera sido haber visto eso por un agujerito.

Pero a ver, ¿qué dice la RAE?

Pues eso, dejémonos de ensoñaciones tontas y debates a espada. ¿Qué dice la Real Academia sobre todo esto? Pues es bien clara: para ellos, el debate no tiene mucho recorrido. En castellano se usa el masculino como genérico o para hacer referencia al sexo masculino y el femenino exclusivamente para el sexo femenino. Y punto. Lo que pone la página web sobre este tema es exactamente esto:

Los ciudadanos y las ciudadanas, los niños y las niñas

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.

La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.

El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.

RAE

Al final del texto solo falta un: «Y a tomar por culo, coño ya con la tontería». Las reglas son estas y así se quedan. Y en cierta parte tiene razón: los textos con femenino y masculino contrapuesto una y otra vez son pesados hasta decir basta. Es lenguaje político de bienqueda que no sé si es más útil para que no te des cuenta de la bazofia que te estén colocando en medio y no entiendas nada. Y esto viene de lejos porque ya lo parodié en 2010 cuando el PSOE gobernaba y Bibiana Aido dijo aquella aberración – que casi se ha convertido en un meme ya – de «miembros y miembras» que desgraciadamente desvió la atención de lo que, precisamente, ella estaba proponiendo. La solución no creo que vaya por ser unos cargantes.

¿Por qué no recuperar el neutro?

He revisado un poco el artículo de la Wikipedia sobre este tema – tampoco creáis que para hacer un post voy a estudiar filología hispánica en dos tardes – y explica que el origen de la lengua castellana del latín vulgar hizo olvidar el neutro que sí existía en la antigua lengua. Allí había neutro, femenino y masculino; y al convertirse en castellano, el neutro se perdió en lo que llamarían los ingleses un «lost in translation» en toda regla.

Hay mucha gente que cree que es posible adaptar el castellano hacia un genérico que no sea masculino ni femenino, sino todo lo contrario. Hay otra que cree que hay cosas más importantes que estar planteándose si cambiar el idioma o no. Para estos últimos: se pueden solucionar muchos temas a la vez en el mundo. Eh, y hasta hacerlo bien y todo. De nada.

El problema que he visto yo sobre el genérico es que no hay manera de ponerse de acuerdo. Yo, que vivo bastantes horas en Internet, he podido observar como usa la gente el lenguaje en Twitter y redes sociales similares, incluso en blogs, y cada uno utiliza el genérico neutro que le sale de los mismísimos bemoles (que sirve como genérico genital masculino y femenino, fíjate). Utilizaré como ejemplo la palabra «todos» para que veamos las diferentes versiones.

Todes: Una versión, que por alguna razón, me suena a asturiano. No termina de sonar del todo mal aunque, evidentemente, como no estamos acostumbrados, se hace raro. Lo podríamos meter en una frase y decir: «Vamos todes al parque que han venido mis amigues abogades y arquitectes». Me pongo en la piel de un académico de la RAE y lo que me da escalofríos es el trabajazo que tendría para adaptar todo el diccionario y repasarlo uno a uno.

Todis: Una adaptación del todes, pero con la i. No tiene mucho más. Solo nos queda la u por usar, pero supongo que se ha descartado porque suena muy católico.

Y ahora vienen las versiones de la gente que no habla nunca en voz alta.

Todxs: Con una x en medio que no discrimina, no contamina, todo bien. Pero tiene un ligero problemilla, ¿cómo leches lo pronuncias cuando hablas con personas humanas? Parecerías el payaso de la Hora Chanante. «¡Qué ha pachado! ¡Veniroch todxs con los arquitechtxs y los abogadxs!» En serio, no. Dejad de usar esto. Para colmo, y es un tema serio, los lectores automáticos para ciegos tienen problema cuando ven un texto con el «todxs» porque no son capaces de reconocer la palabra. De tan inclusivos nos pasamos de frenada.

Tod@s: Una variante que es más de lo mismo. Imaginad que lo pronunciamos de verdad: sería algo así como «Vamos todarrobas al parque que han venido mis amigarrobas abogadarrobas y arquitectarrobas». Como base para inventar un lenguaje secreto en tu casa del árbol, bien. Como idea para mejorar el lenguaje como que no.

Una propuesta

Por un lado, podríamos cambiar las tornas y pasar a usar el femenino como genérico. Cosa que hacen algunos políticos de izquierdas últimamente. Esto hasta desde un punto de vista biológico sería más correcto, incluso: los hombres tenemos cromosoma X e Y y las mujeres tienen doble X. Así que como coincidimos en la X, pues oye, genérico femenino y a tomar por saco. Pero esto quizá no gustaría a algunos hombres y seguiría siendo, en cierta manera y usando los mismos argumentos que critican el estado actual, también discriminatorio; pero esta vez respecto al hombre.

Así que, ¿y si usamos el genérico masculino y femenino indistintamente? Aunque a la RAE en el texto de ahí arriba diga, precisamente, que no le parece bien que dependiendo de la cantidad de personas que hayan de un sexo se use uno u otro, yo pregunto: ¿Y por qué no? Si hay mayoría de mujeres, femenino genérico; si hay mayoría de hombres, masculino genérico. Y si están a la par, nos ahogamos con las arrobas. No, en serio, que cada uno escoja el que quiera en ese caso. Y problema solucionado. Solo tendría que aceptarlo la RAE, que se supone que se adapta a los usos y costumbres de los hablantes. Así que, ¿cómo conseguir que lo cambie? Pues supongo que poniéndonos de acuerdo y usando todos exactamente la misma solución. El problema es: ¿nos llegaremos a poner de acuerdo algún día con tantas opciones disponibles? Pues depende de nosotrarrobas.

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