Hacer pijaming
Se compró este pijama para ir de safari Un guepardo se confundió y ahora… Ni le llama, ni le escribe… |
Domingo de enero. Frío polar. Qué día tan apetecible para ir a la playa a darse un bañito, ¿verdad? Tomar el sol en bañador tumbado en la arena, darse un bañito retozando en las olas, agotar las existencias de Frenadol… Bueno, quizá no era exactamente el día ideal. Porque un domingo por la tarde de invierno lo que apetece de verdad no es salir y dejar que tus dedos se conviertan en complemento para cubatas, sino quedarse en casa todo el día haciendo un deporte muy extendido en esta época: el pijaming. Sí, porque ahora cualquier cosa que se haga se termina en ing, pijaming, comiending, duchanding, follanding. Todo.
Quedarse en pijama todo un día ya no está reservado solo para los días de gripazo y Desenfriol. Juro que este post no está patrocinado por la industria farmacéutica. Ni tampoco por Lidl y sus pijamas de diseño. Quedarse en pijama es ya patrimonio de la humanidad. Tiene muchas ventajas. Por ejemplo: tienes menos ropa para lavar el día siguiente. Tienes un pijama hecho una mierda y sudado de todo el día que hay que tener valor para ponérselo esa misma noche, pues sí. ¡Pero no tienes que lavar otra ropa que te hubieses puesto para salir a la calle! ¿Y si encima se mancha porque un coche pasa por un charco y te salpica entero? Venga a lavar. En pijama eso no pasa.
Permite comodidad y rechazar visitas inesperadas. «Voy a tu casa esta tarde» «Uy, me pillas en pijama… Y hoy no llevo calzoncillos» Bueno, en este caso depende de quien haya llamado las reacciones pueden ser muy variadas e incluso contradictorias. Pero si se lo dices a un amigo que quiere ver el fútbol contigo puede que se aliste al ejército y vuele a Afganistán para no cruzarse contigo bajo ningún concepto. «Yo le respetaba…» Un drama. Pero el pijama, a pesar de hacerte perder amigos en momentos puntuales, te da la comodidad de estar anchote, sin apreturas, en zapatillas de andar por casa; o incluso con los calcetines por encima del pantalón. Que tapa del frío y evita cualquier posibilidad de encuentro sexual porque acaba con todo el sex appeal. Es domingo, estás en casa en plan vago; ¿qué menos que asegurarse que bajo ningún concepto vas a cansarte sea como sea?
Esto hay empresas que lo saben bien y por eso han inventado productos como la batamanta. Es probable que ya la conozcáis porque es un vídeo más que compartido por el mundo Facebook. Pero como todavía habrá gente que no use de eso del feisbú os pongo el vídeo para que sepáis de qué hablo. Es un producto teletiéndico que consiste en una manta con mangas. Sí, una manta con mangas, estas cosas existen. Mirad, mirad:
¡Pues esto no es todo! Para los más expertos en pijaming del mundo, otra empresa aún más espabilada ha sacado la evolución de la batamanta. Y diréis, ¿cómo puede ser? ¿Se puede evolucionar la perfección? Sí, cuando consiste en hacer el vago, la humanidad agudiza el ingenio al máximo. Lo extraño es que este producto no se haya inventado en España, todo sea dicho. El producto en cuestión es el chandalmanta y consiste en una especie de disfraz de teletubbi para andar por casa. Puedes salir a la calle también con él, pero nadie te asegura que no te detenga la policía. Tiene colores chillones para no desentonar de la fealdad de los pijamas. ¿Alguien ha visto alguna vez un pijama bonito? Yo NO. Total, el chandalmanta es algo así:
«Ahora en casa me confunden con un teletubbi» |
Esto es lo que se llama llevar el pijaming al siguiente nivel. Ya ni hace falta poner el calcetín por encima del pantalón del pijama. Va todo integrado en uno solo. Hasta con gorrito por si llueve dentro de la casa. O se te cae el techo encima. Ni footing, ni jogging, ni puenting. El deporte oficial de los domingos de invierno es el pijaming. Es el único deporte en el que en vez de esforzarte para hacerlo, te tienes que esforzar para no hacerlo.
2 Respuestas
[…] quizá sí que cuidáis mucho estas cosas, ¿pero los hombres? La realidad es que lo de ponerse un pijama que consista en pantalón corto y camiseta no va mucho con los hombres. Más bien nuestro pijama de […]
[…] Pero eh, ¿y si os hablo de cursos online? Ah coño. Esto es otra cosa. Tú en tu casa con tu pijama y tu bata, un ordenador, las pantuflas y el mundo del conocimiento a tu alcance. A solo un click […]