Grandes momentos de la música: El no cambié de Tamara


Los que me conocen bien saben que soy lo que se podría llamar un melómano. No, no soy un fan de la miel ni de los melones, sino de la música. Por esa razón y no podría ser por otra tengo esta sección en la web llamada Grandes momentos de la música en los que poder hablar y comentar con otros melómanos fenómenos musicales como Cañita Brava, Jesulín de Ubrique o el caso que hoy nos ocupa: Tamara la mala. O la buena, quién sabe. Y su No cambié.


El No cambié fue un éxito sin precedentes en el mundo de la música desde el momento en que apareció por la televisión. Sí, sin precedentes porque nunca jamás semejante mierda había conseguido vender tanto. Si no contamos la bomba de King África o la barbacoa de Giorgi Dann. Una mujer, llámale mujer, llámale engendro, apareció de la nada de un día a otro y sacó un single de ponérsele a uno los vellos como escarpias o como estalactitas por cambiar un poco la expresión de una puñetera vez. A mí me llegó al alma, se me erizó hasta el último pelo del cuerpo, que no digo donde está, escuchando esos berridos becerriles de la mujer con récord de laca empatada en aquella época con Isabel Tocino, aquella ministra de cuando pasó lo de Doñana que ya nadie se acuerda de ella. Pues esa. ¿Ande andará por cierto? Esta noche ya no duermo tranquilo.


Total, que de la noche a la mañana, Tamara conocida posteriormente como Tamara la mala para no confundirla con Tamara, la chica aquella que nunca jamás sacó un disco con canciones suyas. Sí, sacaba un disco y era, tributo a Julio Iglesias, otro disco y era a Roberto Carlos, no el lateral izquierdo sino aquel del gato triste y azulado. Que anda que no iba a estar triste el gato, si estaba azul ya a punto de palmarla. Coño, que le dieran una pastillica o algo. Posteriormente tuvo problemas legales, pero eso viene luego. Lo primero es lo primero, su auge como estrella mediática y casi casi mundial. Además se hizo muy famosa, agradecida y querida por multitud de cooperativas agrícolas del país, las cuales vendieron lechugas y tomates a porrones antes de que Tamara hiciera un concierto. Creo que la debieron condecorar con la medalla al mérito o algo así.


Crónicas Marcianas, aquel programa, sí, aquel, ¿alguien se acuerda ya? Se encargó de darle el trampolín hacia la fama y el estrellato dándole cabida en su programa una y otra vez a su, por otra parte, pegadiza canción. La recordaréis supongo, la letra era profunda y decía: «Nooo cambié no cambié no cambiéee, no cambiée no cambié no cambié, sigo siendo la miiisma pero ya no teeeengo tu quereeerr» Con desafinaciones múltiples incorporadas. Que en fin, tampoco difiere mucho de «Toma toma, los micrófonos, olé, los micrófonos, tu puta madre, los micrófonos», que al fin y al cabo es lo mismo, pero Tamara tenía el handicap de ser fea de cojones. Aún así, se hartó a vender singles del No cambié que se convirtió en un hit del momento. Era el regalo perfecto para los amigos cabrones. Estaba el cocktail: cena de cumpleaños + risas maliciosas de tus amigos = single de Tamara. No fallaba.



Lo mejor es que el hit no lo acompañó únicamente a su cantante Tamara y a su madre, Margarita Seisdedos, que ya con el nombre como que te ríes un poco. Que ya te imaginas la flor con una mano deforme y dices, qué cosa tan absurda. Pero te ríes. Total, que esa mujer que pegaba a todo el mundo que se metiera con Tamara con un bolso con ladrillo incorporado, es decir, a todo el mundo; acompañaba a su hija allá donde iba. Otro personaje televisivo más al saco. Muchos más aparecieron, el mítico Leonardo Dantés que ya tendrá su momento en la sección, Toni Genil y Loli, Arlequín, en fin, un montón de frikazos del copón que ocupaban la parrilla televisiva a todas horas. Vuelta y vuelta.


Quiero hacer hincapié en el personaje de Toni Genil. Jeta donde los haya, que decía que cantaba para Frank Sinatra, seguramente sería que Frank estaría en un bar de Estepona tomándose unas copichuelas y este estaba con la guitarrita en la terraza, como no sea eso… El hombre este siempre dijo que esa canción en realidad era suya y el hit en cuestión había sido idea suya, que es un genio por lo que se ve. A ver hijo mío, a ver, pensemos. Piensa… Piensa seriamente. Que digas, no sé: «Los Beatles me plagiaron, Lady Madonna y Help eran mías» Pues leches, nadie te cree, pero por lo menos hay canciones decentes detrás. (Aunque una amiga que yo me sé me diría que podría haber cogido un ejemplo mejor…) Pero decir que el No cambié es tuyo… Hijo, cállateee. Cállateee tonto. Haz como el que oye lloveeeer. Dí que no es tuuuya. Qué desastre.


Así pues, después de todo el barullo mediático, los discos de oro (50000 copias vendidas del single, ojo que no es coña) y todo lo demás; la carrera de Tamara fue en declive. Parece mentira, ¿verdad? Lo tenía todo ahí a su favor y nada, el mundo de la música es así. Un día estás arriba, otro día estás abajo. Eso decía un tío que era ascensorista también. En fin, que Tamara vivió en sus propias carnes el descenso a los infiernos de la música. Además tuvo graves problemas legales por usar ese nombre artístico y pasó a llamarse Ámbar, con lo cual la comunidad de semáforos se enfadó mucho por usar el nombre de su color del medio, la denunciaron, y acabó llamándose Yurena. Momentáneamente.


Os dejo con un magnífico y espectacular video de esta mujer que llegó a tener club de fans y todo. Hoy en día tiene club de fans cualquiera. Ved y llorad, hijos míos. Qué místico me he puesto madre mía.


1 respuesta

  1. 20/12/2011

    […] general la gente canta mal. Incluso algunos que dicen ser cantantes. Mirad sino a Tamara la mala o a Enrique Iglesias. Por poner ejemplos equiparables entre sí. Pero a pesar de estos pequeños […]

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