Los mitos estudiantiles

Ya estamos en pleno verano, en pleno 3 de Julio y ya casi todo el mundo ha acabado sus exámenes de la universidad. Y otros más pequeños ya han terminado la Selectividad o exámenes de otro tipo. A lo mejor aún queda alguno, afortunado él, que tiene segunda convocatoria y le queda algún examencillo suelto al que atender. Los demás, ya hemos terminado, trabajando o disfrutando de unas vacaciones en el caribe con una mulata en tanga abanicándote mientras te sirve un Margarita… GGGgaaaa,gaaaaa. ¡Despierta! Voy, voy, ya estoy aquí.


Bueno, como yo no tengo esa oportunidad de estar haciendo el vago en alguna isla tropical rodeado de mujeres espectaculares, os voy a hablar de estos mitos estudiantiles que aparecen en las clases, sobre todo en épocas de exámenes, de tensión y locuras varias que nos vienen a la mente. Creemos, en nuestra más firme esperanza de aprobar de alguna manera, que estos mitos, estas creencias estudiantiles, serán reales. Y nada más lejos de la realidad, nunca ocurren.


Una de las más famosas es la Campana de Gauss. Gauss era un matemático que estaba en todos los sitios. Cuando estudias una carrera como una ingeniería o que tiene bastantes elementos matemáticos, Gauss aparece por todos lados. Es como el Dios de las matemáticas, está en todas partes. Pues bien, la Campana de Gauss es una función matemática, o más bien estadística, en la que, para que nos entendamos todos, se cogen todas las notas, se hace la media, y los que estén alrededor de esa media, tengan la nota que tengan, aprueban. Cuando ponen un examen chungo, todo el mundo espera que pase eso. Pero siempre hay algún mamón que saca un 10 y fastidia la media.


Otro de los mitos estudiantiles es el aprobado general. Es parecido a la Campana de Gauss, pero con la diferencia de que con el aprobado general aprueba todo el mundo y con el otro si tienes un 0 lo tienes complicado por muchas campanas que repiquen. El aprobado general es como «el que marque gana» del futbol-patio. Es decir, tú llevas todo el partido tocándote los que no suenan, sin hacer ni el huevo, como Ronaldo, y llega el último minuto, perdiendo 7-0 en contra y dices: «Quien marque gana». Pues lo mismo, tienes un examen de mierda y dices: «Aprobado general, hágase la luz». Y se creó el mundo en siete días. Con un par. Esto, como debéis saber, nunca ocurre. Pero siempre sale a la luz a cada examen.


También hay otro mito estudiantil, relacionado con los exámenes, que aparece siempre que la gente lleva mal la prueba en cuestión. Esto pasaba mucho en el bachillerato y en categorías inferiores ya que los profesores estaban muy dados a ser benévolos y aceptar el aplazamiento de examen. ¿Pero os imagináis en plena Universidad pedirle al profe en cuestión que os aplaze el examen? ¿El mismo día del examen? «Es que, sabusté, ya sé que hace 3 meses que está puesta la fecha del examen, pero es que no me ha dado tiempo a estudiar con todo esto de la playa y eso, ya sabe, las tías en top-less, es mu difícil estudiar y… A ver si lo aplaza para otro día». Y ya me veo al profe dándole una palmada en la espalda al chaval en cuestión y decirle: «Anda, siéntate, tómate un zumito, y siéntate, siéntate antes de que te dé una patada en el culo».


Y así habrán más que seguro que os sabéis. Por ejemplo uno que no es mito, mito, pero sí que es muy habitual. Y es la creencia cuando lleva 10 minutos sin llegar el profe de que no haya venido. «Ojalá que no haya venido y nos vamos, ojalá». Y justo en ese momento aparece por la puerta. «Ejercicio puntuable hoy». «Su p… madre» Sueltan todos. Pues así va.


La verdad es que todos los mitos son como una religión estudiantil que nos hace ser optimistas en todo momento para ver que sí aprobaremos mientras no se demuestre lo contrario. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y en este caso, esperanzas las ponemos todas.