Fauna del supermercado: Las "señoras"
Los veranos suelo trabajar para ganarme los eurillos suficientes para pagarme la matrícula de la carrera. Siempre he trabajado en supermercados, lo más curioso, y paradójico, es que durante todo el verano no se me ha ocurrido hacer un post sobre lo que se cuece en el supermercado y ahora sí. Será que me he puesto nostálgico (es un decir) de esos días veraniegos sudando levantando cajas.
El caso es que dentro del supermercado se puede ver todo tipo de gente. Gente que viene a comprar casualmente, gente que viene cada día, gente pesada, gente simpática, en fin. Es como un micromundo dentro del mundo real. Pero en el mundo real no tienes que tratar con depende de que seres; uno de ellos son las «señoras».
Llámale señora, llámale maruja (impagable lo de las sufisies), el caso es que son las típicas mujeres dueñas de la casa que se dedican a comprar. Miedo me daban algunas solo de verlas entrar por la puerta.
Lo más curioso es que todas dicen lo mismo; yo soy un chaval alto y parece que en todas las señoras provoco la misma reacción:
– «Anda niño, tu que ere alto, alcánzame esto, ha el favó» -y seguidamente- «Ah, y esto también… ¿donde tiene la cocacolas niño?». (Importante siempre decir niño detrás de cada pregunta).
– «Ahí enfrente señora, y eso lo puede coger usted que está a su altura…»
Se creen que estás ahí para atenderlas personalmente a todo lo que quieran y luego se quejan de si las estanterías están vacías…:
– «Señora, digáselo a la señora que se me ha tirado media hora preguntándome donde estaba cada cosa que buscaba y no me ha dejado colocar una mísera lata…»
Están las maternales, las que te cuentan su vida y milagros, te llegan a traer fotos de su familia y tú tienes que hacer ver como que te interesa, diciendole sí a todo. Normalmente la conversación salía así:
– «Esta es mi sobrina».
– «Mu guapa señora».
– «Y este mi nieto, que gracioso que é, hay que vé».
– «Sí, jejeje».
– «Y este mi difunto marido que murió antes de ayer».
– «Sí, jejejej…».
– «Como que jejjeje!!! Que se ha muerto!!».
– «Ay perdón señora, que me había despistado».
Y es que es mu difícil lidiar con estas mujeres, hubo una mujer que cada vez que venía al supermercado me daba la brasa, lo peor es que encima no se lavaba mucho (el olor era chungo), pero yo le seguía el rollo si estaba cansado para escaquearme un poco. Hasta que un día me pilló desayunando y yo no tenía ganas de hablar, la mujer se mosqueó conmigo…
Pero donde están más puteadas con las señoras es en las cajas, yo puedo coger e irme a colocar cualquier cosa y escaparme de las mujeres; pero las pobres cajeras… Yo las veo sufrir a las pobres, en la caja, que no se pueden mover, y las mujeres dándole el tostón, ¡qué aguante! Desde aquí pido un monumento a todas aquellas cajeras capaces de aguantar más de 10 minutos de tostón sin pestañear. ¡Un bravo por ellas!
has comentado la «fauna» mas cutre, pero
también hay tias mu wapas, incluidas
las cajeras. supongo que ellas pensarán
lo mísmo del carrozón que les vacila y
-bien- en los empleados varones con
clientes -no plastas-.
sayo
Joer tío que naturalidad tienes cuando escribes me encanta y me parto.