Hacer el calendario de adviento
Debo de vivir en la más absoluta inopia del universo cuando con mis treinta añazos ya cumplidos no había oído hablar nunca del calendario de adviento. El otro día una amiga me habló de ello y yo: «Un momento, un momento, ¿calendario de qué? ¿Que se lo lleva el viento? ¿Que tienes un viento?» Después de mirarme con cara de decir «más tonto y naces por la boca», me lo explicó amablemente; no sin sorpresa por mi recién mostrada ignorancia dadas mis múltiples muestras de sabiduría en otros muchos campos. Vale, sí. No tengo excusa.
No conforme con su explicación me fui a Google a consultar lo que leches significaba calendario de adviento. No es que no confiara en su palabra, es que soy muy de mirar en Google. Como cuando estoy enfermo, lo mejor es mirar los síntomas en el buscador e intentar no sufrir un ataque al corazón del susto. Es totalmente recomendable eso y hablar con los expertos de Yahoo Respuestas, siempre dispuestos a solucionar todos tus problemas de salud. Ay, Google, el paraíso de los hipocondríacos. Total, que busqué y encontré múltiples usos del concepto; con lo cual confirmé que mi amiga no me estaba vacilando y descubrí que yo vivía en un mundo en el que los calendarios de adviento no existían y la gente esperaba la Navidad simplemente mirando las luces de las calles.
Pero resulta que no. Que hay gente que decide ir restando días mientras se va acercando la entrañable fecha que nos llena de odgullo y sadisfacdión. En eso consiste un calendario de adviento. Es una manera de ir tachando del calendario los días que quedan. Normalmente se empieza el uno de diciembre y puede estar hecho de lo que quieras. La tradición empezó con unos niños alemanes del siglo XIX que encendían una vela cada día. Pero hoy en día hay calendarios de adviento en Internet que hasta te regalan cosas cada día. Los hay de caramelos, bombones (que nadie respeta y no llegan a Navidad), frutas, bolsas de té y hasta de condones como este. ¡Una caja gratis nueva cada día! Si tienes mucha suerte luego procura que no se te caduquen, claro.
Eso sí, hay que hacerlo de cosas sanas. No os pongáis como calendario uno en el que os tengáis que comer una mariscada cada día. Primero porque son caras y segundo porque si llegas a Navidad con una mariscada entre pecho y espalda durante 24 días, cuando te traigan los polvorones y los turrones vas a explotar como el gordo de El sentido de la vida de los Monty Python. Y si estamos dispuestos a hacerlos para adultos, ¿por qué no un calendario de adviento de polvos? Así además llegarás en plena forma a las comilonas. Uno cada día hasta Navidad. Con una persona distinta cada vez. Ya oigo a Barney de How I met your Mother diciendo «Challenge accepted» de fondo.
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