Tomar la parte por el todo

«Todos los terrícolas son iguales» – dijo un marciano.
Si hay una cosa a la que la gente no está acostumbrada, es a hacer estudios estadísticos. Pero a lo que sí está acostumbrada es a realizar conclusiones con alegría. Y ahora en verano, con la llegada masiva de turistas extranjeros más aún. Y me explico con un ejemplo: Pepito Tieso tiene una buena noche y se liga a una neozelandesa. Sí, no llegan muchas visitantes de Nueva Zelanda, pero alguna puede haber. Resulta que esa noche se acuesta con ella y la chica en cuestión es una diosa en la cama. ¿Cuál será la reacción del señor Tieso cuando le cuente a sus amigos su experiencia? Porque la contará, y más con ese apellido. Hagan sus apuestas.


a) Me acosté con una chica, neozelandesa para más señas, que era una diosa en la cama.
b) Las neozelandesas son unas diosas en la cama.


Sí, lo sé, la respuesta lógica es la primera. ¡Pero no! Pepito dirá que gracias a un estudio estadístico a cargo de Conlapuntaelnabo Research puede concluir perfectamente que tooooodas las neozelandesas son unas máquinas sexuales dispuestas al máximo placer. Vamos, que poco más, aquella isla perdida de las antípodas no es más que una mansión Playboy a lo grande. Que si eso fuera verdad ya estoy viendo como el Xacobeo del año que viene no es a Santiago, sino a Wellington. Y un montón de peregrinos del sexo con un vibrador de bastón y el condón ya colocado.


¿Dónde está aquí el rigor? ¿Y la muestra estadística? ¿Cuál es el sesgo? No hay nada de eso. Pepito se saca de la manga que la parte se puede tomar por el todo. Y esto solo pasa cuando se tienen experiencias con gente de otros países. Tanto negativas como positivas. Si alguien se acuesta con otra persona del mismo país no dice que las bondades o maldades de esa persona se atribuyen al suelo en el que le tocó nacer. Pero, por el contrario, si esto pasa con alguien extranjero, por alguna razón que se me escapa, sí. Es decir, tú ves a un holandés que sabe tocar la quinta sinfonía de Beethoven con los zuecos en las orejas y dices: «Es que los holandeses son unos cracks en eso de tocar con los zuecos en las orejas». Y tan ancho.


Esto pasa no sólo con los países, también pasa en cualquier cosa que sea aplicable a un grupo de personas. Por ejemplo, cuando se habla de deporte. Empieza la guerra entre hombres y mujeres y alguien suelta: «¡Sí, pero los hombres SOMOS más rápidos!» Atención a la mayúscula. ¡Somos! Pues hombre, en general los atletas masculinos son más rápidos que las atletas femeninas, pero tú, hombre de Dios, suelta esa hamburguesa del Burrikín y vete a echar una carrera con Marion Jones. Llegará antes la hamburguesa escupida en pleno desfallecimiento que él.


Y es que en general, a la gente le gusta agrupar las bondades allá donde le interesa. Luego un negro la tiene pequeña y coge un trauma. Con la fama que tienen… El problema es que esto no solo se usa para las bondades, sino también para las maldades. Sin ir más lejos, esta es una de las principales razones por las que existe el racismo y la xenofobia. Alguien tiene una mala experiencia con alguien que por casualidad es de otro color o pertenece a otro país, incluso a otra comunidad autónoma. Por lo tanto, según su estudio estadístico de Tengounasolaneuronayvadeculo Studies, todos los de ese lugar son culpables. Para qué pensar, para qué individualizar las culpas a quién le pertenece, cuando es mucho más fácil tomar la parte por el todo y quedar como un auténtico imb… Digo, estadístico «profesional».