El escaqueo, ese arte tan nuestro


Forges siempre lo dice mejor.

Nuestro país está lleno de grandes inventos, todos con palo, como la fregona, el futbolín o el chupa-chups; pero si de algo podemos estar orgullosos de haber exportado al mundo entero es de la siesta y… Del escaqueo. Son dos deportes nacionales que no dicen gran cosa de nuestro país, cierto es; pero sí que dice mucho de lo que gusta aquí descansar, hasta el punto de haberlo convertido en prácticamente un arte. No todo el mundo sabe hacer una buena siesta y encontrarse bien luego, ni tampoco escaquearse decentemente sin ser pillado por el jefe. Eh, Martínez, mire detrás, su jefe le está observando. Sí, AHORA.


Pero como en todo hay clases. No todo el mundo se escaquea de la misma forma, supongo que va según la personalidad del, es un decir, trabajador. Tampoco se escaquea igual un oficinista que un reponedor; o un camionero que una prostituta, no es lo mismo. Que por cierto, ¿cómo se debe escaquear una prostituta? ¿Yéndose al lavabo en mitad del polvo? ¿Navegando por Menéame mientras realiza una masturbación? (Sin desconectar del todo, claro) Misterios.


Así que, como no podía ser de otra forma, tenía que clasificar los escaqueadores según su comportamiento en el trabajo. Seguro que a más de uno lo habréis reconocido rápido en vuestro lugar de trabajo, y quién sabe, a lo mejor vosotros mismos sois uno de ellos…


El jeta: Este es el escaqueador más mamoncete de todos. Normalmente una persona que se escaquea es prácticamente inocua para los compañeros a no ser que se acumule faena para los demás. Pero este no sólo hace que se acumule, te la encaloma directamente. El jefe le manda algo y seguidamente se acerca a ti y te dice: «Ey, que me ha dicho el jefe que limpies los lavabos» Y tú: «Pero si… Tengo muchas cosas que hacer, ¡estoy apurado ya lo sabe!» «Ah, no sé, es lo que me ha dicho» Y se va y te deja con el marrón. Fue el inventor de la llamada subcontratación, también deporte nacional en el país y causa de las mayores chapuzas que se hayan cometido. Mientras tanto, el jeta, se toca los huevos a dos manos y tan feliz.


El diarreas: Este personaje suele tener el esfínter excesivamente relajado o sufre de pérdidas de orina como Concha Velasco. El caso es que está a todas horas de paseo para el lavabo y se tira largos ratos allí dentro. ¿Le pasó como a Obelix y cayó cuando era bebé en una olla llena de laxante? Me imagino a sus padres arruinados por falta de dinero para pañales. Y con mascarilla en casa. Seguramente a muchos de estos, cuando eran bebés, Dodotis les dio una medalla y el hijo de Pepe Dodotis (el dueño de la empresa) pudo estudiar tres carreras en EEUU gracias a ellos. Si un jefe quiere conseguir que estos escaqueadores sean productivos, lo único que tiene que hacer es ponerles un PC en el lavabo. El problema sería que lo tendrían fácil para ser el siguiente tipo de escaqueador.


El Internetero: Si no fuera porque existe Internet en el trabajo la gente que nos dedicamos a escribir en blogs no tendríamos ni una sola visita. O casi. Solo hay que ver las estadísticas de cualquier web en Agosto o en un fin de semana… Bajan una barbaridad. Estos son los usuarios más activos de Internet, los que menean noticias, comentan en Escolar, envían mails en cadena con PowerPoints o llenan el Facebook de notas y videos. Antiguamente, antes de que Internet estuviera generalizado, eran los mejores expertos en Buscaminas del mundo y ostentaban los mayores récords en el Solitario del Windows. Disponen de un botoncito de acceso rápido en la que si se acerca el jefe aparece cualquier ventana con algo que parezca que está currando. Todo un arte el tener un ojo en la espalda y otro en la pantalla por si aparece el jefe… Pronto instalarán detectores de calor para que se active la ventana del Excel automáticamente en cuanto que se acerque a tres metros. La sofisticación y la tecnología punta al servicio del escaqueo. ¡Qué grande es este país!


El fumador compulsivo: La ley antitabaco consiguió que los fumadores gozasen de una especial ventaja a la hora de trabajar: el derecho fundamental a fumar su cigarrillo en la calle. Sí, todo el mundo se quejaba de que pasarían frío teniendo que salir, que si qué injusticia… Peeero… Consiguen tener más descansos que nadie según lo mucho que fumes. Paseíto para el cigarro, ratito sin trabajar. Hasta el punto que hay gente que se ha llegado a plantear el comenzar a fumar para poder desviarse de sus tareas rutinarias más a menudo. Para que luego digan que la ley antitabaco funciona, ¡ha conseguido que haya más fumadores!


El caminante no hay camino: Es el trabajador con los gemelos más fuertes, pero no porque no pare de currar, sino porque no para de caminar hacia algún lugar indefinido. Siempre que lo ves va de un lado para otro, pero nunca lo ves hacer algo concreto. Si le dices algo te dice que va con mucha prisa. «Perdona, perdona, que voy apurao» Pero no hace absolutamente nada. Va al trabajo para hacer piernas, y ya está. Muchas veces adorna su coartada con un montón de papeles dentro de una carpeta que jamás verás lo que son. Seguro que si un día se le caen al suelo son un montón de papeles de periódico recortados. O folios en blanco de la oficina. Eso sí, requiere una alta dosis de morro y cierta velocidad en los movimientos o serán cazados.


Y hasta aquí hemos llegado con los currantes menos currantes de los trabajos. Eso sí, yo estaré eternamente agradecido a aquellos que se conectan a Internet en horas de trabajo. Es más, ojalá todos fueran así y no hubiera fumadores compulsivos, jetas, caminantes y diarreas. Hay que barrer para casa, oye.

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