Operarse los labios
Hay un anuncio teletiéndico de las noches de la Sexta que turba mi mente antes de irme a dormir. Es el asombroso Jess Extender, un alargador de pene que básicamente va pegando tironcitos de tu glande hasta convertirte en Nacho Vidal. O algo así pretenden que creas. Siempre me han fascinado los testimonios de la Teletienda, pero los de este anuncio son aún más alucinantes. Habitualmente preguntan a alguien que está dentro de un coche, como si lo pararan por la calle para que parezca real. ¿Pero os imagináis que lo fuese? En este anuncio aparece una mujer diciendo: «A mí me gustan grandes». No me imagino a un tío con una cámara parando a una señora en un semáforo preguntándole: «¿A usted como le gustan las pollas, señora?»
Aunque todo puede pasar. En este anuncio además nos indican que igual que las mujeres se operan los pechos o los labios, ¿por qué un hombre no se va a alargar el pene? La gran diferencia entre unos casos y otros, es que a las mujeres no les ponen un aparatito que vaya tirando del pezón hasta convertirlas en Pamela Anderson. Aunque vistas algunas operaciones estéticas de labios, parece que realmente lo que han hecho con ellas es ponerle cuatro pinzas en los labios y tirar fuerte; o bien les han pegado un puñetazo tan fuerte que las han dejado desfiguradas.
Y aquí quería llegar yo. ¿Por qué hay mujeres que deciden operarse los labios? ¿Qué canon estético pretenden alcanzar? Porque dentro de lo que cabe, a un hombre le pueden atraer unas tetas grandes, aunque sean de plastiquete; sino de qué iban a triunfar las muñecas hinchables. ¿Pero unos labios gordos? ¿Qué belleza escondida hay ahí que yo no termino de ver? La mayoría de mujeres que se han operado los labios han terminado con una cara que ciertamente ya era bonita. En vez de arreglarla, la estropean. Exceptuando el caso de Yola Berrocal que seguramente ya era fea antes y total, no le venía de ahí.
Muchos estudiosos del tema como Johny Frankfurt mencionan la búsqueda del placer oral hacia sus parejas como motivo principal de estas operaciones. Así pues, estas mujeres, siguiendo los consejos de su marido aficionado a las mamadas, deciden destrozarse los labios para obtener mucha más superficie de rozamiento. Se empieza aumentándose los labios para mejorar el sexo oral y se termina pidiendo que se quiten los dientes porque le molesta el pequeño roce de los incisivos. «Cariño, ¿sabes qué estaría bien ahora? Que te pusieses dentadura postiza para quitártela en nuestros momentos placenteros» «Clafo que fí, cafiño, pof fí lo que fea»
Aún así, como hombre heterosexual, no acabo de ver esa ganancia en la belleza mujeril al ampliarse considerablemente los labios. ¿Cómo debe ser un beso con una mujer operada así? ¿Qué diferencia hay entre besar a Melanie Griffith y Carmen de Mairena? Bueno, vale, no es una comparación afortunada. Pero ¿por qué leches Melanie Griffith destrozó su cara mucho antes de que lo hiciera la vejez? Hay que tener pocas luces, luego se preguntaría por qué nadie la llamaba para hacer películas. «Brad, te toca besar a Melanie Griffith en esta escena» «Nooo, ¡traiganme un perrito caliente y le besaré! ¡Pero a ella no! ¡Que me come!» Sí, porque besar a Esther Cañadas o Yola Berrocal debe ser algo parecido a besar dos salchichas juntas, ¿y cuándo le ha gustado a un hombre heterosexual besar salchichas?
La cuestión es que lejos de ser una moda pasajera de cuatro famosas dementes, las operaciones de labios están a la orden del día. Suelen producirse, además, en señoras que empiezan a tener ciertas arrugas. La mezcla es explosiva. Arrugas, tetas de silicona y labios recauchutados. Alguien debería cambiar la definición de erotismo en la real academia por ésta última. Sería fabuloso.
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