Fauna del supermercado: Los "señores"
Seguimos con la serie de posts dedicados a la fauna «supermercadera», el otro día hablé de las señoras que acuden al supermercado y esta vez hablaré de los señores que van a comprar. Cada vez se ven más.
De señores que van a comprar hay muchos, y de diferentes edades, pero los más curiosos son los mayores. Son hombres que no están acostumbrados a ir a comprar, que lo de la liberación de la mujer, la igualdad y el feminismo les pilló mayores (aunque todo esto venga de principios de siglo, el franquismo lo anuló) y no tienen ni idea de ir a comprar. Vamos, que cuando les manda la «señora» están más perdidos en el súper que un hijueputa en el día del padre…
Los ves con una lista en la mano, escrita a mano, dónde están apuntadas todas las cosas que han de comprar. La miran, miran la estantería, vuelven a mirar la lista, vuelven a mirar la estantería, y no encuentran lo que buscan.
Los hay orgullosos, que no preguntan aunque no tengan ni puñetera idea de dónde está cada cosa y los ves dar vueltas como un tonto en una feria buscando y buscando, pero sin que su busqueda sea fructífera. Al final, vencidos por el supermercado, hacen frente a su orgullo y por fin se deciden a preguntar:
– «¿Dónde están las coca-colas?»
– «Detrás suyo hombre de dió.» – Y además apostillas con un: «Si llega a ser fuego se quema eh , jejeje»
El hombre en ese momento querría que la chispa que tú tienes para advertirle que tenía la coca-cola detrás se convirtiese en fuego de verdad y que tú te quemases en él. Vengativos y orgullosos que son oyes.
Luego están los que son todo lo contrario, pesados a más no poder. También llevan su lista con cosas a comprar, escrita a mano por su mujer, y como te pillen por banda te preguntan todo, absolutamente todo. Te cogen y te dicen: «Chaval, anda, ayúdame que estoy un poco perdío». El que está perdío a partir de ese momento eres precisamente tú. Tienes excusa para decirle al jefe que no has podido colocar todo el pasillo, pero el hombre agobia como ninguno. Te conviertes en ese instante en mozo de dime: «Anda niño, dime onde está la lechuga»,»anda niño, dime onde está la leche», «anda niño…» ¡Ande hombre y váyase un ratito a tomar por culo! Es que encima te pide las cosas lo más separadas del súper que puedan, una puntería que tienen…
Otro caso aparte son los hombres jóvenes, como se nota que las nuevas generaciones estamos preparados para la vida moderna y somos capaces de ir a comprar sin que nos veamos fuera de nuestro hábitat natural. Hemos evolucinado señores…
psicologo especialista en el comportamiento animal de los super.
te imaginas si cobraran vida los de
ultracongelados
je je
Cuando yo era pequeño mi amandó a mi tío abuelo a comprar naranjas y esté volvió con un kilo de ellas.
¿Cuantó te han costado?
200 pesetas (1'20 euros)
Y le dió un capón increible
Tonto que siempre te tienen que engañar, que valen 25 pesetas (0.15 €)
Es que la mujer seguía con los precios de antes de la guerra.
Pobre hombre si el sabría lo que costaba la fruta o no, si trabajaba de cajero en un colmado (los super de antes).