Una pareja muere al caerse mientras practicaban sexo en el balcón

Apoyarse en la pared sí, en las barandas no

Una pareja inventa el balcosexing, la variante porno del balconing, y muere poco después de idearlo. Todo esto pasó en Londres, donde los muchachos protagonistas de esta noticia estaban disfrutando de una fiesta. Allí se conocieron y el flechazo surgió ipsofacto. Así pues, ni cortos ni perezosos se fueron al balcón a echar un polvete con vistas al Támesis, lo típico. Con tan mala fortuna que el balcón cedió ante las pasionales embestidas y cayeron al vacío. Uno de los coitus interruptus más dolorosos de la historia.

Por lo visto, según comentan los vecinos voyeurs de la zona, es habitual que las parejas tengan sexo en esos balcones porque «las vistas son cojonudas». Igual las vistas son lo mismo tras la ventana de la habitación, pero a lo mejor están más a gusto al fresquito. Los pisos adyacentes al edificio de la tragedia están repletos de señores raros con prismáticos, telescopios y catalejos de todo tipo y pelaje dispuestos a cazar el mejor polvo balconero o algún nuevo caso de balcosexing sin cuerda.

En El mundo está loco hemos visto muchos polvos frustrados por la irrupción del tanatos, sin ir más lejos recordad aquella pareja que murió en la vía del tren en pleno acto sexual. Estos al menos han tenido un chute de adrenalina justo antes de estamparse: air sex a toda velocidad. No descartamos que no haya quien esté pensando en ofrecer estos servicios como sexo de alto riesgo. Arnés para dos, una cuerda y ahí tienes el polvete colgante en el rascacielos. Para los amantes del sexo arriesgado es una gran noticia: ya no tendrán que hacerlo con prostitutas con sífilis, esto es mucho más potente.

Como última recomendación, queridos lectores, antes de realizar sexo en un balcón poneros algún arnés y llevad mosquetones encima. Y sobre todo, si lo hacéis en el balcón no os apoyéis en la barandilla cojona, usad la pared o ventosas en el suelo yo qué sé. Preferiblemente si vuestros movimientos pélvicos son potentes. Ay, qué tiempos aquellos en los que bastaba con llevar un condón en la cartera para sentirse seguro…

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