Los culebrones y sus diálogos
Juro que es una portada de telenovela. |
Tengo una especial fascinación por los culebrones, esos reptiles enormes que se acercan hacia ti reptando y… Un momento que viene alguien a… ¡Auch! ¿Y esa collej…? Ah, perdón. Sí. Los culebrones, tengo especial fascinación por las telenovelas que llegaban aquí de allende los mares y que siguen llegando hoy en día. Yo me las tragaba de pequeño gracias a mi abuela, que en paz descanse, que las veía todas. Y quieras que no, eso te da una cultura y un bagaje que no tiene parangón. Aprendes muchas cosas, como saber diferenciar entre acentos de fuera de España o que el incesto es algo habitual en el mundo.
Ya entraré más adelante en este tema, porque los nombres de los culebrones también tenían su miga. Todas tenían nombre de piedras preciosas: Esmeralda, Topacio, Rubí… Que mirabas el periódico y no sabías si estabas viendo la programación de televisión o el catálogo de la joyería. Por eso un día me asusté cuando vi que Leonardo Di Caprio haría una película llamada Diamante de Sangre. Me lo imaginaba con sombrero vaquero, poniendo acentazo y llamándose José Alfredo. Pero no le va tan mal al hombre en su currículum fílmico.
Pero lo que realmente me deja completamente turulato de las telenovelas son sus diálogos. Son lo mejor de estas series. Eso sí, cuesta concentrarse en la conversación porque te quedas mirando esos fondos de cartón piedra. Que yo creo que son cortinas con muebles pintados. Y luego esos salones-comedor recargadísimos, que parece que los dueños sean el ejemplo del síndrome de Diógenes. Venga a meter cosas en el comedor. Y siempre hay alguien ahí, en escena, con semblante serio y aparece alguien desde el otro lado del escenario, sobreactuando muchísimo y apretando los dientes:
– Olga Fransiiiscaa Esmeralda Rubí Topasioo Cristal Alfreda Rosi Fernandaa, ¿qué hases ahí como un pasmarooote?
– ¡Déjame en pas! – Y gira la cara de forma dramática, dejándose un pelo en la boca, que escupe disimuladamente – Pffsshf, pshff. ¡Déjame! ¡Además, me molesta muchísimo que me llames por mi diminutiiivo!
Entonces se gira y hace ver que se marcha. A cámara lenta. La otra le coge del brazo con fuerza y Olga Fransisca Etcétera se gira con su movimiento brusco de cuello que sus buenos collarines le costó ensayar esa escena.
– Olga Fransisca Esmeral…
– ¡Vale! ¡Que ya te oooigo!
– ¡Pues estás embarasaaada!
– ¿Y tú como lo sabes, pues? Si no lo sé ni yo aún, que es en la escena siguiente.
– ¡Da igual! Me lo dijo una adiviiina, y no hay dinero para cortar la escena. ¡Lo vio en la bola de cristal!
– Sí, y en el circuito interno de cámaras que nos ha metido en la casa el bribón de tu hermaaaano, mala pécora.
– ¡Calla! ¡Lo que no sabes es algo muy importante por ese hijo que tienes en tu vieeentre!
Y ahora suena una música de CHAN CHAN CHAN. Mientras enfocan de cerca la cara de la noticiera de la que no sabemos su nombre, pero tampoco tenemos necesidad de saberlo.
– ¿Qué quieres desir? Suéltalo ya mala víbora.
– ¡El hijo que esperas… – CHAN CHAN CHANAAAANNN – … Es de tu hermano!!
– No puede ser, si yo no tengo herman… ¡Espera! ¡No! – Y se pone la mano en la frente por el dorso y mira al cielo -.
– ¡Como lo oyes! ¡Lo es! ¡Os separaron cuando nasisteeis, sois gemelos como Luke y Leia!
– ¿Qué Luke? ¿Luke Eustaquio Salvador Alfredo Froilán de Todos los Santos?
– El mismo que viste y caaalsa. Pero nunca lo sabrá. Tu madre piensa asesinarlo.
– ¿En qué puta familia me he metiiido?
Sí, es una costumbre que tienen ahí: fornicar con sus hermanos, hacerlo siempre sin condón – ojo – y quedarse embarazadas. Y encima luego tienen una madre mala, interpretada por una mujer que es una mezcla de Margaret Thatcher y Lina Morgan que se dedica a matar gente como si fuera Jack Bauer con menopausia. Vamos, lo que se consideraría una familia ejemplar.
Todo esto pasaba durante unos mil y pico de capítulos, apróximadamente, y duraba hasta que todas las marujas perecían para dejar paso a una nueva generación de señoras de la tercera edad que cuando empezó la serie eran veinteañeras. Claro, si se ponían a verla ahora perderían el hilo. Entonces los dueños de las teles se inventaban un nuevo nombre de piedra preciosa y vuelta a empezar. Se cambiaba en el guión los nombres de los personajes, que es lo que les lleva más tiempo a escribir, y a vivir… Que son mil capítulos.
1 respuesta
[…] mira de reojillo de una manera que esperas que de un momento a otro te haga un giro de cuello a lo telenovela y te diga: “¡No […]